miércoles, 18 de febrero de 2009

El voto de los emigrantes – Autonómicas 2009

En el debate abierto sobre el sistema electoral y en especial sobre algunas interpretaciones y algunos aspectos concretos como el del voto de los “residentes ausentes” existen muchas interpretaciones y actos interesados, poco análisis y menos datos.
En unas elecciones municipales, en municipios donde el censo es pequeño un número minúsculo de votos puede influir en el resultado final. Pero, desde 1977, en ningún proceso de elecciones autonómicas o generales, ningún reparto de escaños ha variado en razón del voto de este colectivo. Por lo que la actual polémica de tener algún trasfondo que no alcanzo a ver.
La Constitución establece como derecho de los ciudadanos, espero que nadie dude que los emigrantes sean ciudadanos, la participación en los asuntos públicos a través de elecciones periódicas por sufragio universal, igual, libre, directo y secreto, pero permitiría limitar este derecho en municipales. Menos claro está que pueda limitarse en autonómicas, donde un título habilitante es el propio Estatuto de Autonomía; por cierto, la inclusión en el artículo 3º del Estatuto, como gallegos con derechos, de los descendientes de los emigrantes, fue impulsada por los nacionalistas y el PSdG- PSOE, pero los principales impulsores del tema fueron las fuerzas hoy integradas en el BNG.
Es posible que lo sensato hoy, 28 años después, sea cuestionar lo erróneo de las decisiones que entonces se tomaron, es posible también que la clave del asunto para el voto emigrante, el cómo se garantiza el voto directo y secreto, para el que actual sistema no es suficientemente eficaz, deba ser revisado. Aunque, según la actual ley, para votar es necesario que el interesado se identifique fehacientemente ante un funcionario al menos en dos ocasiones, en el momento de la solicitud de la documentación y en el instante de recibirla.
Lo que no es admisible es que se cuestione o dificulte el ejercicio de su derecho a ciudadanos, que lo tienen por decisión de los legisladores legítimos. La Junta Electoral y los jueces no pueden usurpar las funciones del los parlamentos español y gallego, y lo que han hecho al añadir requisitos, que la Ley no demanda, es legislar.
Si alguna fuerza política quiere limitar ese derecho debe actuar con honradez y decirlo, y después, si puede, modificar el Estatuto desde donde corresponde, desde el Parlamento Gallego, también será necesario reformar los artículos 11.3 y 23.1 de la Constitución.
Hurtar o dificultar en voto a los emigrantes es un acto injusto, se justifique como se justifique.
Isidoro Gracia

miércoles, 11 de febrero de 2009

FALSOS MITOS – Energía y agua

Existen un par de mitos que están haciendo mal a Galicia. Ofuscan alguna mente pensante, y contribuyen a crear una cultura contraria a entidades y administraciones, por la vía de agravios inexistentes, además de interferir en algunas decisiones necesarias para avanzar adecuadamente en el cada vez más incierto futuro.
El primero es: Galicia es excedentaria en energía, solo el expolio de las grandes compañías energéticas y la permisividad del Gobierno impide que seamos autosuficientes con nuestros recursos. Es falso de toda falsedad.
Lo pone de manifiesto el Balance Energético de Galicia, el de 2006 realizado por el INEGA, dependiente de la nacionalista Consellería de Industria, con cifras contrastadas certifica que de las 13.731 Tep (Toneladas equivalentes de petróleo) de energía primaria transformada solo 3.137 eran autóctonas. Como quiera que el consumo final gallego es 6.339 Tep, y el rendimiento medio de la energía propia es del 65%, la capacidad de autoabastecimiento de la energía de consumo no llega al 32 %. Cifra que será mucho menor una vez salga del balance el carbón, recurso prácticamente agotado.
El segundo: En Galicia nos sobra el agua. Falso también. Cierto es que la naturaleza nos aporta agua sobrante mediante generosas lluvias, pero permitimos que allí donde hace más falta, en la cuenca Galicia-Costa, donde vivimos el 80% de los gallegos, este recurso se pierda casi en el 90%, obligando a restricciones estivales y a renunciar a los caudales ecológicos imprescindibles para la salud de los ríos.
Las cifras están claras y las posibles decisiones políticas también: es necesario embalsar y turbinar el precioso don que la naturaleza nos da. Para aumentar nuestra autonomía energética y para garantizar la salud humana y ecológica, es imprescindible que hagamos más pantanos.
Puede que políticamente y socialmente sean más aceptables los mitos y leyendas, pero para sobrevivir con un cierto grado de bienestar en este mundo de escasez y crisis, necesitamos agua y energía, aún cuando tengamos que perder algo de encanto e inocencia mítica.

Febrero de 2009

Fdo. Isidoro Gracia