miércoles, 29 de abril de 2009

1º DE MAYO DE UN AÑO DE CRISIS

El presidente de la CEOE anuncia que será el primero en ponerse detrás de la pancarta si los Sindicatos se movilizan por la crisis, se entiende que la movilización sería contra el actual gobierno, ya que no tendría sentido que el representante empresarial se manifestará contra la ruptura del diálogo social, ruptura que el mismo propicia al negarse a cumplir lo que ya tenía acordado con los Sindicatos, porque ahora hay crisis. La misma movilización, por el mismo tema reclaman todos los partidos de la derecha ideológica (PP, CIU y PNV), evidentemente pensando en la misma victima destinataria: el actual gobierno socialdemócrata.
Deben reflexionar las organizaciones sindicales si tiene sentido lógico que los Sindicatos se enfrenten a quien es hoy la mejor garantía de que no prosperaran ni la facilidad de despido que la CEOE reclama (lo califica eufemísticamente de flexibilidad laboral) ni las medidas “valientes aunque sean impopulares” que reclaman los partidos de la derecha.
Movilizarse contra las injusticias está en la naturaleza de los Sindicatos y una injusticia sería que la factura de la crisis la pagaran los trabajadores, mediante la pérdida de derechos que reclaman empresarios y la derecha política, o los pensionistas, a quien algún militante derechoso ha sugerido se reclame el último aumento de pensiones porque la inflación es algo más baja que al prevista. Movilizarse siempre tiene costes y en este caso la pérdida por los socialdemócratas del gobierno podría ser uno de ellos, ya que los afiliados y representados de los Sindicatos perderían la principal fuerza política que en su discurso público sostiene que no permitirá la pérdida de derechos ni abaratará el despido.
Así pues movilización sí, pero aquella movilización que dañe sobre todo a quien incumple convenio, no respeta acuerdos previos y está en el origen de la actual crisis. Además la experiencia de más de 30 años de democracia nos ha enseñado que ceder derechos consolidados, jamás ha servido para generar empleo, ni siquiera aquel que figura en los textos de acuerdos que se firman para después romperlos “porqué hay crisis”.
Mayo de 2009
Fdo: Isidoro Gracia (DNI 7752400C)

miércoles, 15 de abril de 2009

CRISIS, COMPETITIVIDAD Y ESTADO DE BIENESTAR.

Hay quien sostiene que, en España, al Estado de Bienestar le ha llegado su hora con la actual crisis, muchos lo hacen de buena fe influidos por la presión mediática y los mensajes de las entidades financieras, las patronales, los “expertos” a sueldo de ambas, y los partidos conservadores, en especial del PP. Para ellos es inevitable bajar los impuestos, sobre todo a las rentas de capital, reducir drásticamente las cotizaciones sociales, no prorrogar las coberturas al desempleo (que desincentivan la recolocación), etc., porque el sistema es poco eficiente y competitivo. La generalizada creencia, que han logrado introducir en la mente de muchos ciudadanos, de que los países con mayor presión fiscal se encuentran entre los menos eficientes y competitivos del mundo es sencillamente falsa. Según el informe Taxation trends in the uropean Union (Edition 2007), Suecia, Bélgica, Francia, Finlandia, Austria y Alemania se encuentran entre los diez primeros puestos de Europa en cuanto a carga fiscal global (total de los impuestos y cotizaciones de seguridad social) y superan a España en la carga fiscal sobre el trabajo (impuestos sobre el trabajo más cotizaciones sociales, dividido entre la remuneración bruta total de los trabajadores). Si comparamos ahora las economías de aquéllos con nuestro país en 12 variables (The Global Competitiveness Report 2007-2008), el resultado es demoledor: los seis nos superan ampliamente en eficiencia y competitividad. Tan sólo tres países se sitúan por detrás de nosotros en una de las variables y cuatro en otra. En el resto, España ocupa una posición inferior.
El último ejemplo de falsa solución lo encontramos en el discurso de investidura del Sr.Feijoo, su propuesta de reducción del IRPF, del impuesto de sociedades y de otras cargas fiscales, ignora de forma consciente, que los más desfavorecidos reciben su salario en buena parte a través de la componente social, para ellos la sanidad de toda su familia, la educación de sus hijos, la pensión de sus mayores, las ayudas a sus dependientes y sus posibles prestaciones por desempleo, es su salario más garantizado, en muchos casos la mayor de las componentes y depende de una política fiscal donde los impuestos directos y cotizaciones sociales tienen el peso suficiente para redistribuir parte de la riqueza que entre todos producimos y de la que unos pocos pretenden apropiarse.
Abril 2009
Isidoro Gracia

miércoles, 1 de abril de 2009

El PACTO SOCIAL – ¿Porqué no romper?

Al socaire de la crisis muchos de los que están en el origen de la misma, grandes banqueros y empresarios, que practicaron e impulsaron la especulación, y los gurús económicos y políticos que dieron la cobertura ideológica que está en la base de los actuales problemas, se han puesto a predicar sobre lo imprescindible de la moderación salarial, cuando no del recorte de las rentas provenientes del salario, como las derivadas de las cotizaciones sociales. Demandan también un recorte de las garantías de los hoy empleados y de los futuros contratos, recortes en el estado de bienestar, tales como los de las prestaciones de los parados, con el cínico argumento que estas desincentivan la recolocación en las condiciones ínfimas que ofertan algunos empleadores.
Llegados a este punto parece adecuado que, todos aquellos que vivimos de nuestro trabajo y esfuerzo personal, nos planteemos si vale la pena que continuemos el diálogo de sordos, tendente a mantener un Acuerdo Económico y Social, que la otra parte está dispuesta, no a ignorar, sino a atacar en cualquier ocasión que les parece favorable para ello. La respuesta es clara: si del Acuerdo se cae una buena parte del contenido Social, el dialogo tiene poco sentido y el Pacto ninguno.
Si los parados pierden prestaciones, los activos garantías y derechos y el conjunto de los ciudadanos salario social (educación, sanidad, pensiones y asistencia social), el negocio global debe devenir en ruinoso para todos y no solo para una de las partes. Lo máximo que puede ocurrir, si tenemos que recurrir a “las malas”, para resolver los conflictos de intereses, es que el sistema de globalización actual se tambalee y, si lo hace suficientemente fuerte, una buena parte de los dirigentes económicos sean sustituidos. Evidentemente habrá daño y victimas en las clases media y baja, pero lo que no puede pretender nadie sensato y racional es que el daño se produzca solo en estas clases, y que además se acepte con resignación, para que los culpables de la situación se mantengan al margen de ello, manteniendo fortuna, privilegios y poder.
Abril 2009
Fdo: Isidoro Gracia (DNI 7752400C)