miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿CULPABLES? LOS INDIFERENTES.

Desde el premio nobel de economía Stigliz, nada sospechoso de izquierdismos ni siquiera moderados, pasando por el “Indignaos” de Hessel, moderado político y diplomático francés, continuando por José Luis Sampedro, economista referente moral del humanismo, hasta Antonio Gramsci fundador del partido comunista italiano, han coincidido en que la principal responsabilidad en la pérdida de derechos por las mayorías se sitúa en los indiferentes.
Las tesis de Gramsci fueron demostradas por la historia, con la llegada de los fascismos a Europa. Las previsiones de Stigliz, con su documentada crítica, prediciendo en 2001 hacia el tipo de crisis, económica y humana, nos estaba llevando el Fondo Monetario Internacional, sobre todo por su indiferencia ante las consecuencias inhumanas de sus políticas  y el peligro de sus injerencias en las soberanías nacionales, están siendo acreditadas por los hechos actuales.
Esperemos que las de los jóvenes Hessel y Sampedro (solo 94 años cada uno) también se cumplan y el grado de indignación ciudadana, cada vez más alto, devenga en un compromiso individual y colectivo por la lucha pacífica y constructiva por la libertad, la democracia y la defensa de los Derechos Humanos, sin más cesiones a los “mercados”.
En caso contrario, cuando el estado de bienestar europeo, solo sea de bienestar para los que puedan pagar, cuando los especuladores sean quienes pongan y quiten gobiernos, en vez de los votos (y esto ya está sucediendo) y se llegue al neo-autoritarismo que ya propugnan algunos partidos europeos, disfrazado con un pequeño tinte nacionalista y xenófobo, para una mejor venta, y algunos candidatos a presidente de USA, aderezados con ropaje bíblico, para disimular, entonces, no podrá buscarse la principal culpa en el genérico políticos, ni siquiera en el muy concreto y personalizado Zapatero o Papandreu; Incluso en Berlusconi, a quien lo pusieron tanto los votos, como aquellos que le dejaron hacer o pasaron de la política. No, la principal culpa será de aquellos para los que todos son iguales, que no lo son, o de los que creen que participar, o no, activamente en política es indiferente. Porque a quien la democracia y participación ciudadana no les resulta nada indiferente es para aquellos que, desde la sombra, ya han diseñado un mundo global en el que las decisiones principales se toman al dictado de los mercados y los gobiernos democráticos son débiles, por la falta de apoyo suficiente de sus ciudadanos, porque claro .... son políticos.

Noviembre de 2011
Fdo: Isidoro Gracia

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La privatización del desempleo

Ahora que está de actualidad hablar del debate electoral que tuvo lugar entre los líderes de los dos partidos mayoritarios, me gustaría recalcar uno de los temas que se trataron, pero que no se explicaron, el llamado “modelo austriaco”, que propone en buena medida el programa del Partido Popular. Este consiste en la creación de una especie de fondo de ahorro personal de cada trabajador, creado con una aportación sustraída del salario de este, que será utilizado para pagar su desempleo en caso de despido. De esta manera se le evitarían a las empresas las indemnizaciones y al Estado el gasto por subsidios de desempleo, además de, supuestamente, flexibilizar y liberalizar el trabajo, como pide la Patronal. Eso sí, no se explica quien gestionará esos fondos, que me temo puedan acabar siendo privados o privatizados.

Pero lo curioso de todo esto, y lo que realmente me atemoriza, es que este modelo “moderno” y “actual”, dice el Señor Rajoy que hay que mirar al futuro, es el mismo que proponía el Partido Liberal en el I Congreso Nacional Sociológico de 1883, siglo XIX, a través de Daniel Balaciart, que afirmaba que el trabajador debería “crear un fondo de reserva para necesidades futuras detrayendo excedentes de su salario”, teoría del “individualismo liberal” que se oponía a que el Estado interviniese en ayudas sociales, ya que “las pensiones y la caridad fomentan la holgazanería y la inmoralidad y deberían desaparecer”. Por contra, afirmaban que “la caridad oficial es socialista y hace concebir al individuo la seguridad de un refugio y le da con ella un pretexto para no sujetarse a las privaciones del ahorro”. En fin, los liberales de siempre con la especulación que ahora permitirían unos fondos de desempleo camino de la privatización.

Guillerme Peres

martes, 8 de noviembre de 2011

DE SIMBOLOS E IDENTIDADES.

Mantenía Aristóteles que para estudiar y fijar una idea abstracta era necesaria una imagen. La ciencia social que Aristóteles desarrollo, hace 2.300 años, es aún hoy el útil mas avanzado del que disponemos para controlar las ciencias aplicadas del  siglo XXI, dicho esto con muchos matices, parece evidente que existe la necesidad de una evolución rápida que modernice el útil.

Desde el respeto hacia los que tienen necesidad para confirmar su identidad mediante vínculos convencionales, tan básicos como los símbolos (para las religiones y los nacionalismos son parte indispensable), yo me encuentro entre los que sostenemos que esa atadura atávica es algo a superar, desde la razón, ya que desde los sentimientos primarios que desatan no es posible.

Algunos no necesitamos para sentirnos, gallegos, españoles, europeos y ciudadanos del mundo, simultáneamente, más que nuestra voluntad y un modesto conocimiento de la historia. Es más, creemos que las banderas, escudos, signos y demás simbología son respetables, si sirven para unir voluntades y forjar convivencia, y absolutamente prescindibles si se utilizan para la división y el enfrentamiento.

Quizá algo ingenuamente, entendemos que las lenguas, los idiomas, son instrumentos de comunicación, y que su uso como elemento de imposición de culturas es algo rechazable, tanto si los que así los utilizan lo hacen desde una mayoría, como si se hace desde una minoría, lo que aún es peor.

Lo que sirve para identificarnos y distinguirnos de los demás tiene que estar supeditado al bien común; los derechos individuales y colectivos deben de aplicarse a las personas, antes que  a los territorios, y para diferenciarse es preferible, antes que un signo físico, una condición humana, como por ejemplo la condición de quien vive de su trabajo diferencia a la mayoría de los humanos, de la condición de la minoría que vive de explotar y manipular a los otros.

Con la misma autoridad, como mínimo, con que algunos confrontan en base a haber nacido (siempre casualmente) en un territorio, se puede afirmar que no es más gallego, catalán, alemán o guineano quien nace, que aquel que voluntariamente quiere serlo.


Noviembre de 2011

Fdo: Isidoro Gracia (DNI 7752400C)