Aún a riesgo de que se me diga que las hago yo, me atrevo a decir que los socialistas catalanes, con su política de acercamiento a los nacionalistas en materia fiscal y de financiación, hacen tonterías. Un veterano socialista que participó en los primeros años de mi militancia en Galicia, me enseñó que un partido que pretende gobernar -como ya lo ha hecho- ha de tener una política autónoma, no a remolque de otros. Por eso creo que ser el bastón de gobiernos en minoría es una mala política para los intereses que debe defender el Partido Socialista.
Las provincias vascas y Navarra tienen reconocido en la Constitución un régimen fiscal y financiero propio, lo que no tiene Cataluña. Ello es debido a causas históricas (que se pueden discutir) y al pacto que significó la Constitución, aprobada en Cataluña como en el resto de España (con excepción de una provincia vasca): La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales (disposición adicional primera) y luego se remite a los Estatutos de Autonomía, lo que se desarrolló por la Ley Orgánica 13/1982 de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra.
Que los nacionalistas catalanes quieran tensar la cuerda pretendiendo conseguir lo que la Constitución y sus Estatutos reconocen a Euskadi y Navarra puede tener sentido para ellos, pero no para los socialistas, cuyos objetivos -en mi opinión- deben ser la defensa de los intereses de amplias capas sociales que se sienten desamparadas ante el capitalismo y el conservadurismo que representa CiU. Jugar a ser más nacionalistas que los nacionalistas ya lo intentó Don Pascual Maragall, probablemente por la familia a la que pertenece (nieto de Joan Maragall) pero no dio resultado. Es cierto que consiguió gobernar Cataluña entre 2003 y 2006 (menos que una legislatura) pero hubiera sido mejor que lo hiciera con socios leales (Iniciativa) y no con alocados como Esquerra. Al menos, alocados para el electorado socialista, que poco tiene que ver con el independentismo catalán.
Cataluña ha sido la primera comunidad europea de España, por su historia y por su desarrollo económico; también por su comportamiento democrático. Estos son los valores que, en mi opinión, debieran explotar los socialistas catalanes, haciendo ver a la sociedad a la que sirven que profundizar en dichos valores es el objetivo primero, no jugar al nacionalismo pretendiendo regímnes fiscales que no están contemplados en la Constitución, que desestabilizarán al país y que distraerán -como en el caso del Estatut- de los verdaderos problemas de los ciudadanos. Es en la lucha por convenios colectivos justos donde debieran estar los socialistas catalanes, en la defensa de las minorías marginadas, de los inmigrantes, de las personas mayores, de la educación y la sanidad públicas, de la ecología... lo que seguramente ya hacen, pero queda en la neblina de otras iniciativas que nada tienen que ver con los nobles objetivos citados.
No lo quisiera, pero pienso en más de una ocasión que podría el Partido Socialista Obrero Español tener que presentar sus propias candidaturas más tarde o más temprano si los socialistas catalanes quieren seguir teniendo "grupo parlamentario propio" y cosas por el estilo. ¿Que mejor grupo parlamentario "propio" que el de los socialistas de todos los pueblos de España? No hay una identidad catalana, creo yo, hay varias: la de los nacionalistas es una, la de los socialistas, la mía, es otra. Hay una identidad catalana patrocinada por el partido que gobierna España consistente en favorecer los intereses de las clases dominantes catalanas, de conservar lo que de rancio tiene Cataluña, como otras comunidades de España, lo que de xenófobo tienen algunos catalanes, votantes del Partido Popular y del señor Duran Lleida fundamentalmente. Combatir esto es importante, no hacer tonterías.
L. de Guereñu Polán.