No
oficialmente, pero de forma individual o societariamente, muchos
celebraremos, el próximo 14 de abril, que existió la II República
española. Fue un régimen muy inestable, también democrático a rabiar;
por eso levantó ampollas entre quienes no gustaban de la democracia, de
repartir la riqueza, de dejar hablar a todo el que lo quisiera, de
combatir los privilegios.
Los republicanos de 1931 cometieron
errores: uno de ellos el no saber contener el desorden público,
alimentado por los partidos fascistas en alza que no faltaron en España.
La Iglesia tampoco contribuyó, muy al contrario, combatió
encarnizadamente a la República porque atentaba contra sus intereses
materiales. La República hizo mal algunas cosas en relación con la
prohibición a las órdenes religiosas para impartir la enseñanza y otras,
pero eran tiempos de una gran polarización política que, sin embargo,
no justifican algunas decisiones.
La República hizo un serio
intento por modernizar el ejército español, de democratizarlo, de
apartarle de las intentonas golpistas: no lo consiguió a tenor del golpe
de Sanjurgo y de Franco/Mola (ambos fracasados; el primero en toda
regla, el segundo provocando una guerra civil que aún resuena en las
cunetas de España).
La II República abrió las puertas a la
descentralización del Estado, a las justas reclamaciones de comunidades
que sentían sus lenguas vernáculas, sus historias locales, sus
particulariades como una riqueza para todos, no como un estorbo. La II
República impulsó la más importante reforma agraria que jamás se haya
conocido en Epaña, interrumpida en 1934 y luego segados sus logros a
partir de 1936.
La crisis económica de 1929 se cebó en España
como en otros países, con más retraso, más levemente, pero lo cierto es
que varios millones de españoles regresaron de los países a donde habían
emigrando agrandando el paro en España. Organizaciones católicas como
la CEDA, entreveradas de elementos fascistizantes, Las Juntas Ofensivas
Nacional Sindicalistas, Falange Española, son la punta del iceberg de la
enorme presión de la patronal contra la República y contra la
democracia (basta leer los estudios de Mercedes Cabrera para
confirmarlo).
Pero aquellas mujeres y hombres de Acción
Republicana, luego de Izquierda Republicana, los radical-socialistas,
los de Unión Republicana; mujeres y hombres de la UGT y de la CNT, de
Esquerra Catalana, de la ORGA, del Partido Socialista Obrero Español,
del Partido Comunista de España (entonces un embrión), del POUM, del
PNV, demostraron una gran generosidad, un gran esfuerzo junto con los
intelectuales, a la cabeza de los cuales quizá podamos situar a Ortega,
Marañón y Pérez de Ayala.
No fueron suficientes: los de
Lerroux, Gil Robles, Herrera Oria, el cardenal Segura, los herederos de
Cambó, los carlistas y tradicionalistas de todo tipo, los fascistas sin
rubor, fueron más fuertes; contaron con la invasión de los ejércitos
alemán e italiano del territorio nacional para establecer un régimen de
terror, como los que estaban vigentes en la Unión Soviética, en
Alemania, en Italia y en otros países por estos ocupados.
Muchos años después, sin embargo ¿por que no habremos de recordar a
aquellas mujeres y hombres demócratas, progresistas, partidarios de la
justicia social, del libre pensamiento, de una España moderna frente a
la España turbia, borreguil y energúmena de los siglos pasados? Honor a
la II República española, que es un referente de régimen democrático en
nuestra historia, con errores indubitables, con heroísmos y gestas
extraordinarias, con el sacrifico de vidas por varias generaciones de
compatriotas.
L. de Guereñu Polán.
Los republicanos de 1931 cometieron errores: uno de ellos el no saber contener el desorden público, alimentado por los partidos fascistas en alza que no faltaron en España. La Iglesia tampoco contribuyó, muy al contrario, combatió encarnizadamente a la República porque atentaba contra sus intereses materiales. La República hizo mal algunas cosas en relación con la prohibición a las órdenes religiosas para impartir la enseñanza y otras, pero eran tiempos de una gran polarización política que, sin embargo, no justifican algunas decisiones.
La República hizo un serio intento por modernizar el ejército español, de democratizarlo, de apartarle de las intentonas golpistas: no lo consiguió a tenor del golpe de Sanjurgo y de Franco/Mola (ambos fracasados; el primero en toda regla, el segundo provocando una guerra civil que aún resuena en las cunetas de España).
La II República abrió las puertas a la descentralización del Estado, a las justas reclamaciones de comunidades que sentían sus lenguas vernáculas, sus historias locales, sus particulariades como una riqueza para todos, no como un estorbo. La II República impulsó la más importante reforma agraria que jamás se haya conocido en Epaña, interrumpida en 1934 y luego segados sus logros a partir de 1936.
La crisis económica de 1929 se cebó en España como en otros países, con más retraso, más levemente, pero lo cierto es que varios millones de españoles regresaron de los países a donde habían emigrando agrandando el paro en España. Organizaciones católicas como la CEDA, entreveradas de elementos fascistizantes, Las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas, Falange Española, son la punta del iceberg de la enorme presión de la patronal contra la República y contra la democracia (basta leer los estudios de Mercedes Cabrera para confirmarlo).
Pero aquellas mujeres y hombres de Acción Republicana, luego de Izquierda Republicana, los radical-socialistas, los de Unión Republicana; mujeres y hombres de la UGT y de la CNT, de Esquerra Catalana, de la ORGA, del Partido Socialista Obrero Español, del Partido Comunista de España (entonces un embrión), del POUM, del PNV, demostraron una gran generosidad, un gran esfuerzo junto con los intelectuales, a la cabeza de los cuales quizá podamos situar a Ortega, Marañón y Pérez de Ayala.
No fueron suficientes: los de Lerroux, Gil Robles, Herrera Oria, el cardenal Segura, los herederos de Cambó, los carlistas y tradicionalistas de todo tipo, los fascistas sin rubor, fueron más fuertes; contaron con la invasión de los ejércitos alemán e italiano del territorio nacional para establecer un régimen de terror, como los que estaban vigentes en la Unión Soviética, en Alemania, en Italia y en otros países por estos ocupados.
Muchos años después, sin embargo ¿por que no habremos de recordar a aquellas mujeres y hombres demócratas, progresistas, partidarios de la justicia social, del libre pensamiento, de una España moderna frente a la España turbia, borreguil y energúmena de los siglos pasados? Honor a la II República española, que es un referente de régimen democrático en nuestra historia, con errores indubitables, con heroísmos y gestas extraordinarias, con el sacrifico de vidas por varias generaciones de compatriotas.