sábado, 30 de noviembre de 2013

¿Que pensar de este papa?


He llegado a pensar que todo se trata de una invención vaticana para captar voluntades entre muchos católicos desencantados con la Iglesia, muchas personas no religiosas que verían en la Iglesia una esperanza que no les da la política laica, un intento de agrandar las bases sociales de la Iglesia, escuálidas con tantos papas conservadores, reaccionarios incluso, ajenos a los problemas reales de las sociedades más empobrecidas y encumbrados en la burocracia vaticana.

Pero no tento ni una sola prueba de que esto sea así; es solo que la Iglesia ha demostrado, a lo largo de los siglos, una capacidad de maniobra como los mejores negociantes, banqueros y políticos de regate corto. Cabe también pensar, claro está, que el papa actual sea sincero, que haya reflexionado a lo largo de su vida sobre el papel que a la Iglesia toca en un mundo moderno, complejo y en mutación cada vez más rápida y haya decidido ponerse a la vanguardia de las exigencias de cambio: empezando por la propia Iglesia que, según los que más saben, necesita un barrido de la curia conservadora y anclada en el siglo XIX. 

La prueba de que la Iglesia ha ido capeando los diversos temporales a los que se ha visto sometida es la política del papa León XIII, consciente del papel relevante que el movimiento obrero había alcanzado a finales del siglo XIX. Sus llamadas a una decidida política social de la Iglesia dieron ocasión al nacimiento de los sindicatos católicos, pero pasado su pontificado las cosas volvieron a su antiguo cauce. Ha de venir el Concilio Vaticano II para que la Iglesia oficial hable de diálogo con otras confesiones, sobre todo cristianas, para que reconozca la libertad religiosa, para que se abra a los nuevos retos de la sociedad en el tercer mundo, en el cuarto mundo, en los países ricos, en América latina, en Asia... Pero pasadas las primeras décadas tras dicho concilio llegó el largo pontificado de Juan Pablo II y la Iglesia volvió a sus antiguas fórmulas, muy conservadoras en materia moral y menos en materia social (no en vano este papa era polaco y había visto lo que el movimiento socialista llevaba haciendo -con todos los errores inherentes al comunismo- en su país). 

He llegado a pensar -y no soy el único- que este papa podría durar poco si le toca las narices excesivamente a la curia, aunque también puede ser que tenga los apoyos suficientes para que dicha curia sea renovada, incluso desaparecida en sus misiones actuales. La Iglesia ha seguido siempre una política accidentalista, convencida de que lo único eterno era lo divino; los regímenes pasaban y veínan otros; convenía, pues, acomodarse a cada uno de ellos. Por eso los Tratados de Letrán por los que la Iglesia reconocía al régimen de Mussolini a cambio de unos dineros. Por eso Pío XII no condenó nunca las atrocidades que Hitler cometió contra los judíos en media Europa; por eso la Iglesia sobrevivió en los países comunistas durante el siglo XX; por eso la Iglesia -ya en siglos muy pasados- fue capaz de heredar todo el poder político que habían dejado los desaparecidos emperadores romanos de occidente; por eso la Iglesia siempre tiene varias voces además de la oficial: al lado de los curiales embebidos en sus púrpuras están los teólogos de la liberación, los cristianos de base, los misioneros ejemplares...

Si este papa fuese capaz de cambiar la Iglesia con la ayuda de tantos cristianos y católicos (no son lo mismo) hacia posiciones progresistas, abiertas, librepensadoras, avanzadas en materia social, comprometidas contra el capitalismo y sus abusos, sus excesos y vicios, entonces estaríamos entrando, al menos en los países influidos por el cristianismo, en un mundo nuevo; la izquierda tendría posibilidades entre los católicos y cristianos muy acrecidas respecto de ahora. Mientras tanto la derecha política y económica calla porque todavía es pronto: quizá esta sea solo una gripe pasajera. Veremos que ocurre si el papa se lanza por la pendiente del compromiso con los pobres, con la sociedad civil, con el laicismo. Veremos. 

L. de Guereñu Polán.

viernes, 29 de noviembre de 2013

El Procedimiento 1.449/39

Besteiro, el segundo por la derecha
Fue por el que se condenó a Julián Besteiro a cadena perpetua en el consejo de guerra que le juzgó por rebelión militar (los que se rebelaron contra el gobierno legítimo condenaron al que permaneció fiel al mismo). Es cierto que Besteiro formó parte del Consejo Nacional de Defensa presidido por el coronel Casado, que desobedeció al gobierno presidido por Negrín y entró en conversaciones con las autoridades franquistas para acabar de una vez la guerra civil en los primeros meses de 1939. Ni eso sirvió para que se le reconociese la mejor intención, porque de lo que se trataba no era solo de juzgar a Besteiro, sino de juzgar al régimen republicano que acababa de ser derrotado.

Besteiro -como ha señalado Santos Juliá- pudiendo haber salido de Madrid cuando el Gobierno se trasladó a Valencia, no lo hizo; pudiendo haber salido del país como el Presidente Azaña, no lo hizo; pudiendo haberse acogido a la oferta de Wenceslao Roces, Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública, para evitar ser atrapado por las autoridades franquistas, no lo hizo. Como si se sintiese responsable alicuotamente de la guerra, como si no quisiese abandonar a los madrileños que le habían elegido diputado (y a los que no le habían elegido) aceptó solo formar parte de una Junta para la reconstrucción de Madrid, la cual alivió las penalidades de los madrileños -en lo que pudo- durante varios meses de la guerra. Incluso pudo haberse quedado en el extranjero cuando aceptó, por encargo del Presidente Azaña, ir en su nombre a la coronación del rey Jorge VI, en Londres, pero no lo hizo: regresó a Madrid y permaneció, mientras miles y miles de españoles se batían en los campos de batalla, en los sótanos del Ministerio de Hacienda, donde sería encontrado para ser juzgado y condenado, entre finales de marzo de 1939 y las semanas siguientes. 

Luego ingresaría en la cárcel de Dueñas el 3 de agosto de 1939 y, a finales de dicho mes, trasladado a la de Carmona, donde moriría el 27 de septiembre de 1940. La crueldad del régimen de Franco, que ya se había empezado a mostrar durante la guerra, encontró en la figura de Besteiro, pacifista más que nadie, una premonición de lo que vendría después, cuando ya no había lucha declarada en los campos de batalla. Un antiguo alumno de Besteiro hizo el papel de fiscal ante las autoridades jurídicas militares. Se empleó con saña, alegando durante más de dos horas contra el socialista que -contrario en muchas cosas a las decisiones del gobierno Negrín- había permanecido fiel a la República hasta el final. Incluso cuando se le preguntó si lo seguía siendo no contestó para no comprometer a los testigos, particularmente Luis de Sosa Pérez y Antonio Luna García. El abogado defensor cumplió un papel formalista: convencido de la bondad del régimen de Franco, pidió la absolución de su defendido sin esperanza alguna de que fuese atendida, sencillamente porque la sentencia estaba ya dictada con anterioridad. El régimen de Franco fue siempre antijurídico, de facto, nunca ateniéndose a la ley, sino a la voluntad del dictador. Incluso el miserable fiscal, en uno de sus alegatos, no pudo evitar mezclar, en el procedimiento "judicial", la adulación política a la que se prestaba, diciendo que allí estaba "la voz de la justicia de Franco": nunca pubo haber mejor prueba de la intromisión del poder político en la acción de una pretendida justicia.

Besteiro compareció ante el tribunal envejecido por el sufrimiento durante la guerra, y cuando le tocó hablar dijo que estaba seguro de su honradez en los asuntos públicos, añadiendo que "si con esa experiencia [la de la vida pública] se diese el caso de que tuviese que rectificar algún principio, y me aproximase al Nacional Sindicalismo, no lo diría por pudor, ni cambiaría mi postura. Mi vida política la tengo detrás de mí. Delante no espero nada...". 

El fiscal había pedido para él -en la máxima elevación de su vileza- pena de muerte, pero el Tribunal le condenaría a cadena perpetua, sustituida por treinta años de reclusión mayor. A la edad de Besteiro era condenarle de por vida por haber sido honrado, por no haber traicionado sus ideales, por no escapar de los criminales que se acababan de hacer cargo del Estado. El Auditor de Guerra del Ejército de Ocupación de Madrid firmó la sentencia. "Para no ser rebelde tenía que haber manifestado su adhesión a los jurídicamente rebeldes", dice Juliá, pero Besteiro no lo hizo y moriría, un año más tarde, enfermo y agotado, en la cárcel de Carmona.

L. de Guereñu Polán.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Moral privada versus moral pública, o, ¿Cualquiera puede ser ministro?

Durante décadas la ideología dominante, nos inculcó que lo mejor era lo privado, la privacidad frente a todo lo colectivo, y si juzgamos por lo que votan convenció a una mayoría.

Las personas que trabajan en cualquier organización, la caracterizan y condicionan, son sus valores, virtudes y su concepción de la ética pública los que estarán en la base y esencia de esa organización, y por tanto condicionarán los éxitos y fracasos de las políticas, de las estrategias e incluso la mera administración de los recursos. Quien crea que lo privado está por encima de lo colectivo primará lo privado y eso en los gobiernos tiene unas consecuencias. La historia nos muestra algún ejemplo próximo.

Después de 12 años de gobiernos conservadores, el entonces primer ministro crea un comité al que solicita la elaboración de Normas de Conducta para los miembros del gobierno, para fomentar en ellos los valores deseables así como para evitar actitudes antiéticas. La creación del comité se llevo a cabo en virtud del clima de degeneración en el que los escándalos de tipo económico, político y sexual aparecen mezclados.

El llamado informe Nolan se publicó en mayo de 1995 y es una referencia no sólo para la vida pública inglesa sino para cualquier gobierno interesado por la ética de sus políticos y funcionarios. Me parece que en el actual momento político español es conveniente tener en cuenta estos antecedentes. Empecemos con las recomendaciones a ministros.
La Comisión sugirió incluir los siguientes principios esenciales:

 · Los Ministros no deben engañar al Parlamento. Deben ser tan transparentes como sea posible con el Parlamento y con el público.

· Los ministros deben asegurase de que no surja, ni que parezca que surge, ningún conflicto entre sus obligaciones públicas y sus intereses privados.

· Los Ministros son responsables ante el Parlamento en cuanto a las políticas y operaciones de sus departamentos y agencias.

· Los Ministros deberían evitar aceptar cualquier regalo u hospitalidad que pudiera comprometer su criterio o ponerlos bajo una obligación indebida.

· Los Ministros  deben mantener separadas sus funciones de Ministros de las de Diputados por un distrito electoral.

· Los Ministros deben mantener separadas sus funciones ministeriales de las de partido. No pueden pedir a los funcionarios que realicen funciones de partido ni que actúen de una forma que crearía un conflicto con el Código de la Administración Pública.

¿Cuántos de los actuales ministros, incluyendo al presidente de gobierno, pasarían una evaluación basada en estos principios?

Quizá valga la pena seguir con el tema de la compatibilidad del interés privado con la moral pública, incluso de un posible manual para parlamentarios, jueces y gobiernos simplemente decentes. Continuará.

 Noviembre 2013

 Isidoro Gracia

lunes, 25 de noviembre de 2013

La "renovación generacional"

Soy de la generación del señor Rubalcaba pero las ideas que voy a exponer no pueden ser interpretadas en esta clave, pues no pertenezco al Partido Socialista desde hace unos dieciocho años y no voy a pertenecer nunca a ninguno. A lo que no voy a renunciar es a la actividad política con mi opinión, en mi centro de trabajo, en mi circulo de amistades y allí donde me encuentre; primero poque es algo vocacional en mi y en segundo lugar porque lo considero una obligación moral.

Se viene hablando ya desde hace unos años de la necesaria "renovación generacional" en el Partido Socialista, lo que creo se ha producido ya, porque ni el señor Rubalcaba ni el señor Zapatero, por poner dos ejemplos, no pertenecen a la misma generación de los señores González, Guerra, Almunia, Solana, etc. Incluso hay dirigentes socialistas muy jóvenes en todas las instancias del partido y ministras y ministros socialistas muy jóvenes que no se han distinguido precisamente -en la última legislatura- por su ejemplaridad y eficacia (más o menos como los veteranos). 

La renovación -creo yo- no debe ser tanto de personas cuanto de ideas y de esto se habla poco como no sea lo que una reciente Conferencia ha elaborado. Salen a la palestra pública algunos -casi siempre los mismos- diciendo lo de la "renovación generacional", como si tener más de cincuenta años fuese una dificultad para exponer ideas, discutirlas y llevarlas a la práctica. Veo mucho el "quítate tú que me pongo yo" en el mensaje de la "renovación generacional". La señora Chacón, que se ha ido a Estados Unidos, no ha expuesto nunca en que está en desacuerdo con el señor Rubalcaba para dirigir el Partido Socialista, pero recurrentemente vuelve anunciando sus aspiraciones (legítimas en todo caso). Yo le pediría que expusiese, cada vez que hable, una posible solución a los muchos problemas que tiene la población española, empezando por si en ella prevalece su condición de militante del PSOE o de militante del PSC, cuestión que no es baladí. 

La Presidenta de la Junta de Andalucía ha salido ahora también con lo de la "renovación" de marras, pero tampoco ha dicho gran cosa salvo que luchará contra la corrupción con todas sus fuerzas (me alegro) pero debe considerar que tiene un compromiso con Andalucía y no se debe andar cambiando de aquí para allá en busca de mezquinas ambiciones personales: no es serio. Algunos dirigentes vascos dicen cosas equívocas, cuando sería mucho más provechoso que dijesen lo que opinan sobre las Diputaciones Provinciales, el Senado, la reforma de la Constitución, la legislación sobre negociación colectiva, persecución del fraude fiscal, ley de dependencia, sindicalismo y mil cosas más que están pendientes de definir en el Partido Socialista, durante bastantes años ya, entretenido en bobadas de corto alcance. 

No digo que la primera legislatura del señor Zapatero no fuese fructífera, como así mismo fue valiente al hacer aprobar la ley de dependencia, verdadero logro si se consigue ponerla en práctica, pero la segunda legislatura fue perdida para los intereses de los ideales que debe defender un partido de izquierdas y así se dio cabida a personas como los señores Solbes, Gabilondo, Sebastián, Pajín y otros que no aportaron nada al progreso social, muy al contrario, estuvieron imbuidos de ideas liberales muy en boga en las dos últimas décadas. 

Saber lo que es el socialismo -aunque sea a principios del siglo XXI- es lo primero, de lo que no estoy seguro estén informados muchos de los dirigentes actuales. No digamos en las organizaciones de base, donde la falta de formación sobre el Partido Socialista, el movimiento obrero, la izquierda en el mundo actual y los graves problemas de una economía globalizada es monumental. Yo recuerdo que hace más de veinte años se daban cursos de formación, no accedían a los cargos públicos los que no tuviesen un mínimo de preparación para las responsabilidades que iban a asumir, mucho más sobre los objetivos que un partido socialista ha de perseguir y las dificultades con las que se ha de encontrar. Por supuesto se tenía en un total descrédito a quien delinquía, se comportaba de forma inmoral o aceptaba dádivas o puestos después de haber ocupado un cargo público de responsabilidad (hay varios casos de escándalo ahora, y el que más me viene a la memoria es el de la exministra Salgado, que cobra un suculento sueldo en una empresa privada un mes después de haber dejado el ministerio... sobran las palabras). 

Propongo -sin esperanza alguna en ser escuchado- que se centre el asunto sobre la renovación de las ideas, sobre la puesta en vigor de otras antiguas y que no han periclitado, sobre la búsqueda de soluciones a grandes retos que tiene el mundo y nos dejemos de "cambios generacionales", que se producen ya por el mismo imperativo de la vida. 

L. de Guereñu Polán.

jueves, 21 de noviembre de 2013

¿Saben nuestros dirigentes para que sirve la política?


¿Saben nuestros dirigentes políticos en gobiernos, parlamentos y  judicatura, para qué sirve la política?
Para que cualquier empresa o proyecto tenga éxito, y que este pueda ser medido objetivamente, es imprescindible establecer,  previamente, cuál es la meta y las posibles rutas para llegar a ella.

Para los estudiosos del tema, desde la antigüedad, la meta es clara: conseguir la felicidad de la mayoría, más modernamente se ha moderado el gran objetivo, dejándolo en un simple bienestar. Otro tema que tiene menos consenso son las rutas a seguir, para una mayoría el fin de la felicidad, o del bienestar, es un proyecto colectivo ya que el bien de un individuo no es compatible con el absoluto antagonismo el de los otros individuos que forman parte de su comunidad. Para los menos estudiosos la prueba irrebatible del nueve de esta afirmación la pueden buscar en la comunidad de propietarios de su vivienda.
En una mayoría de países se ha optado por la democracia como el mejor sistema para  conciliar intereses, en Europa y en España el uso, como argumento de autoridad, de que lo que se hace por todos los poderes políticos, ejecutivos, legislativos y judiciales, se hace basado en la voluntad democráticamente evidenciada por los ciudadanos, se ha convertido en un hábito.

Y el problema de las dudas, sobre si los dirigentes conocen cual es su papel, surge precisamente por el uso y el abuso de ese argumento, para justificar normas legales, medidas ejecutivas y sentencias judiciales que manifiestamente van en contra de la felicidad o del bienestar de una gran mayoría de los ciudadanos, de los que reclama esa voluntad democrática.
¿Puede ser una meta la magnitud de una prima de riesgo? que solo es  de interés para quien compra deuda pública, con el dinero que entre todos le hemos prestado a un precio mucho menor que el que ellos reciben, o, el crecimiento de la deuda pública, cuyo mayor componente es el de la transformación en público de lo que antes era proyecto privado fallido. Evidentemente no. Tampoco es una meta éticamente aceptable, para la mayoría, la mejora de la productividad de una empresa por la caída brutal de los salarios de sus trabajadores, o un balance más favorable de las cuentas de la Administración por la pérdida del grado de educación o salud de sus administrados.

Cuando por todos los medios y desde todas la instancias oficiales, nacionales o supranacionales, se repiten, hasta la nausea, los mensajes de  que vamos en la buena dirección, hay que ser conscientes que en estos últimos años, la posible meta de la felicidad o del simple bienestar se ha ido alejando, es decir que la dirección seguida es la contraria al logro de esa meta. La vida de los ciudadanos y de las naciones no está determinada, se hace tomando decisiones y las decisiones tomadas indican que nuestros dirigentes no parecen saber hacia dónde nos impulsan, o lo que es peor quizá si lo saben y nos intenta llevar hacia unos valores determinados, no precisamente por voluntad democrática, teóricamente recogida en los programas electorales que incumplen sin rubor moral.
Para Aranguren el  asunto estaba claro: Cualquier proyecto de vida, individual o colectivo, se configura necesariamente en torno a unos ideales, o valores, que, finalmente,  o son éticos o están contra la ética. Mal estaría que nuestros dirigentes se equivoquen porque no conocen el motivo último que justifica su existencia, peor que hagan lo que están haciendo estos últimos años a sabiendas.

Noviembre de  2013
Isidoro Gracia

sábado, 16 de noviembre de 2013

China

El gigante que hace décadas denominaba a occidente el "tigre de papel" se ha convertido en un tigre voraz que maltrata a sus ciudadanos, desconoce las realidades nacionales y culturales de su amplio espacio, viola los derechos humanos más elementales y ha puesto la pista más expedita para que el capitalismo campe por sus respetos.

No todos los chinos, ni mucho menos, están de acuerdo con la marcha de su país. Las diversas etnias se consideran diferentemente tratadas, pero a lo que no reuncian cada una de ellas es a su identidad y a su historia. China no es como el imperio Austro-Húngaro o España, por poner dos ejemplos al albur. China es una enorme complejidad que si en alguna estación estallase podría ocasionar un cataclismo mundial, particularmente en Asia.

Los sucesivos gobiernos chinos, desde los mandarines, pasando por Mao y ahora, violan los derechos más elementales de la población, fusilan sin miramientos a los disidentes, cometen crímenes de estado que el resto del mundo ignora o dice ignorar. Si viviésemos en un mundo justo y con ideales arraigados en la mayoría de la población se romperían las relaciones comerciales y políticas con China, lo que redundaría en la salud democrática del mundo pero perjudicaría a millones de chinos, que son complacientes con su régimen de terror. Pero occidente en particular, y el resto del mundo, no están por la labor: priman los intereses económicos de un mercado de más de 1.300 millones de consumidores antes que la defensa a ultranza de los derechos humanos y la denuncia sin paliativos de su violación. 

Empezando por la energía, China es uno de los países que más consume pero a su vez es uno de los países que más produce (electricidad y petróleo particularmente). ¿Va Japón a poner en peligro su economía por denunciar los excesos del régimen chino? ¿Acaso no se cometen también en Japón? Los atentados al medio ambiente en China superan lo imaginable, igual que la destrucción del patrimonio histórico y natural en favor de un tipo de crecimiento que tiene por método y norte el sistema capitalista nacido en occidente. Los dirigentes chinos han sido alumnos aventajados. 

Sin embargo la renta "per capita" de China es ridícula si la comparamos con un país europeo medianamente desarrollado (5.400 dólares) lo que quiere decir que China es un gigante macroeconómico, competitivo en toda regla, que se come medio mundo, pero no es capaz de suministrar a sus habitantes sino una renta media de cinco mil euros escasos por año, mucho menos que en España. No hablemos de las enormes desigualdades que se han producido como consecuencia de la apertura al sistema capitalista en China, mayores incluso que en un país como España, donde las desigualdades entre unos ciudadanos y otros se han agrandado a un ritmo mayor que la media de la Unión Europea (también entre comunidades autónomas). 

Según datos del Banco Mundial para el año 2011 el Producto Interior Bruto de China ha crecido un 9,1% respecto del año anterior, lo que es muchísimo en relación a los países europeos, que se encuentran en tasas de crecimiento del 0% por término medio en torno al año citado. Pero ello no ha servido para que esa riqueza se repartiese entre millones de chinos que viven en la indigencia, en el atraso y en la ruralidad peor entendida.

China compite deslealmente con el mundo desarrollado y mucho más con el mundo subdesarrollado, lo que puede llevar a tensiones del mayor calibre a corto y medio plazo. Las guerras comerciales, la falta de libertad sindical en China, la explotación inmisericorde de millones de chinos, la negación de sus derechos más elementales, la enorme olla en ebullición que es China, puede estallar en cualquier momento. Mejor dicho, no estallará en unos meses, sino que su estallido se puede producir diferidamente a lo largo de una o dos décadas. Un nuevo mundo puede alumbrarse entonces, pero seguramente no mejor que el actual, porque a patir de la injusticia no se puede construir la ingualdad y la equidad. Los dirigentes chinos han sustituido los ideales por la economía capitalista; han sustituido la brutalidad del comunismo por la brutalidad del capitalismo. Malos tiempos.

L. de Guereñu Polán.


martes, 12 de noviembre de 2013

Hace trescientos años

Trescientos años hace que nació en París Denis Diderot, probablemente uno de los genios más importantes y meritorios de todos los tiempos. El intelectual comprometido que, pudiendo elegir una vida cómoda, llegó a ser apresado por exponer con libertad sus ideas, que son las que ahora triunfan en más de medio mundo, que son las que hoy defienden las mujeres y los hombres progresistas, las mujeres y hombres honrados, las mujeres y hombres trabajadores, sacrificados, altruístas, entregados a una causa, a un ideal.

No hablemos ya de la homérica labor de su "Enciclopedia", de la que fue el alma; lector empedernido, crítico con todo lo que le rodeaba, verdadero espíritu científico, estudioso de las religiones pero no para someterse a ellas sino para entender el mundo, para entender a los seres humanos en sus miserias y en sus grandes gestas.

Animador principal de la razón constra la superstición y el engaño, contra la superchería y la vaciedad de su tiempo, como del nuestro, quizá no le deba yo a nadie más que a Diderot en mi formación, por deficiente que sea, por poco que le haya leido y admirado. Materialista en materia filosófica, se anticipó a otros pensadores en más de un siglo. De él aprendieron Hegel, Marx, los grandes pensadores del siglo XX, los grandes revolucionarios de los dos últimos siglos.

Cuando Diderot murió en París a la edad de setenta años -no poco para la época- dejó a la posteridad un monumento de pensamientos, de razonamientos, de enseñanzas, de obras maravillosas que no pueden perecer porque son las obras que han formado a miles de personas en el mundo, que han posibilitado que el pensamiento libre exista, que existan las libertades que tantas veces se nos han negado y por las que Diderot luchó denodadamente. Como luchó en favor de la justicia social, de la equidad, contra la barbarie de los privilegiados y de los egoistas de todos los tiempos. Honor a Diderot. (Arriba, busto de Diderot debido a Jean-Antoine Houdon, 1771).

L. de Guereñu Polán.

lunes, 11 de noviembre de 2013

La Conferencia

No he podido leer al completo las resoluciones de la Conferencia de los socialistas españoles, pero sí el resumen que está en la página del PSOE. No está mal que se haya hecho ese esfuerzo por pensar en soluciones y estaría mejor si algunos no hubieran interferido en ello con sus prisas por no se sabe que calendarios.

En primer lugar conviene recordar que la Conferencia es el resultado de nueve meses de ideas que se han recibido en la sede socialista central, por lo tanto ha habido tiempo para madurarlas y repensarlas. Que la candidata o candidato sea elegido por medio de primarias es una novedad buena, pero siempre que ello no vaya precedido de descalificaciones y codazos a las que algunos son tan adictos (y además siempre los mismos). Otros partidos podrían seguir este ejemplo si no tienen miedo a no se sabe que, aunque para ello han de ser partidos de gobierno, no eternizados en la oposición. No sé hasta que punto podrán participar en las primarias los llamados "simpatizantes": ¿y si se apuntan como simpatizantes opositores del PSOE?

Echo de falta unas buenas parrafadas sobre la perversión del sistema capitalista, aún teniendo en cuenta que no se conoce otro, pero sí se hace necesario que desde la izquierda se piense en desnaturalizar al capitalismo con medidas audaces que, por fuerza, han de estar coordinadas con otros partidos socialistas, sindicatos libres, comunidades progresitas y demás movimientos democráticos. De lo contrario toda alusión a la igualdad y a las políticas para conseguirla se quedan en mera retórica.

Las medidas de tipo fiscal están bien planteadas y deben ir dirigidas a garantizar los servicios públicos que están en riesgo de desaparecer con el actual Gobierno. Ello exige un esfuerzo recaudatorio que va más allá de la voluntad. Exige la persecución implacable del fraude fiscal y un ataque sin paliativos a las grandes fortunas del país. Favorecer a parados y pensionistas con un "rescate fiscal" es justamente lo contrario de lo que ha hecho el actual Gobierno: rescatar a los defraudadores perdonándoles las deudas con el Estado. En este sentido aumentar los impuestos sobre el patrimono es encomiable, sobre todo si ese patrimonio no está puesto a disposición de la prosperidad pública. La oposición a estas políticas -de llevarse a cabo- será feroz y los socialistas deben aliarse con la sociedad civil para combatirla.

Derogar la reforma laboral del Partido Popular es una exigencia absoluta: no tiene sentido que los convenios colectivos, en la mayor parte de las empresas, no tengan vigor. ¿Que defensa queda al trabajador si no es lo pactado en un convenio? El empresariado español -banqueros, grandes propietarios y accionistas, corporaciones transnacionales, usureros y especulares- van a poner el grito en el cielo, a lo que habrá que estar atentos.

En el oden electoral es muy importante que se desbloqueen las listas de candidatos, pero la circunscripción -y esto es algo que quizá no consiguiese consenso suficiente- debiera ser única, como en las elecciones al Parlamento Europeo. Son las más justas y proporcionales. En todo caso habrá que esperar a ver que hace el PSOE si gobierna, porque probablemente no lo haga en solitario, y el desbloqueo de las listas de candidatos parece insuficiente.

Aunque tarde, ahora se acuerda el PSOE de la laicidad que ya proclamaron los demócratas, republicanos y socialistas ¡en el siglo XIX! y que en España, por mor de un Estado débil y una Iglesia fuerte y privilegiada, nunca -salvo durante la II República- se llevó a cabo. No tiene sentido que la Iglesia goce de ventajas respecto a otras confesiones, que interfiera en la enseñanza pública, que reciba estipendios amplísimos por parte del Estado, que se interfiera en la legislación y la incumpla impunemente en ocasiones, que no pague los impuestos que sí pagan el resto de los contribuyentes. Para corregir esta situación habrá que denunciar los acuerdos con el Vaticano de 1979, que no se atrivieron a denunciar los anteriores gobiernos socialistas, y han tenido que ser las organizaciones cívicas, al margen del PSOE, las que lo reclamen.

Las reformas en la administración de justicia parecen acertadas pero las penas máximas en determinados delitos y la redención de aquellas debieran endurecerse y no lamentarse cuando tribunales internacionales corrigen la plana a los legisladores españoles, que son los responsables y no los jueces de lo que recientemente se vive en el país. Unas víctimas del terrorismo y de delitos atroces que se sienten desamparadas, aunque parte de ellas han sido vilmente instrumentalizadas por el Partido Popular. Hace bien el PSOE en no entrar en este juego.

Es imprescindible volver a las políticas sociales que han caracterizado a la socialdemocracia y a la izquierda en general desde 1945: pensiones dignas, sanidad de calidad y púbica para todos, protección social en materia de paro, orfandad y dependencia. En la enseñanza es necesario -como se aprobó en la Conferencia- que la ley Wert no entre en vigor, tanto porque no cuenta con presupuesto como porque se ha diferido "a divinis" su comienzo y porque es perversa en sí misma. La Inspección General del Estado, que no está cumpliendo su función, debe de vigilar a los centros concertados, se debe dotar de más recursos a los públicos, se debe vigilar el ideario y la práctica docente en los privados, se deben prohibir las discriminaciones por cualquier motivo... La política de becas, lejos de los excesos de algunos años atrás, deben volver a cumplir el papel social que tuvieron en favor de los alumnos con menos recursos, no de los alumnos más aventajados, porque estos pueden serlo por partir de situaciones favorables.

Las políticas de igualdad (combatir la violencia de género con medias preventivas, con penas más duras; combatir la explotación sexual, bien entendido que en no pocos casos los proxenetas forman corporaciones que están unidas a empresas de apariencia legal; reafirmar el derecho de la mujer al aborto en condiciones de dignidad y por medio de la sanidad pública...).

Echo de falta unos cuantos párrafos referidos a la moral pública y en el ejercicio de responsabilidades políticas. ¿Que sentido tiene que cargos públicos socialsitas se hayan saltado toda norma ética pasando a la empresa privada -con pingües remuneraciones- al mes siguiente, al año siguiente de dejar la responsabiliad que tenían con la sociedad? Podrían aprobarse medidas encaminadas a apartar a los que presenten la más mínima sombra de sospecha de las candidaturas. En otro orden de cosas el Partido Socialista debiera presentarse cuanto antes a la sociedad como un partido singular, que no tiene nada que ver con la derecha, sobre todo con unos ideales y fines totalmente distintos. Y por último debiera acercarse a Izquierda Unida en la medida en que dicha formación se preste a ello, en un clima de confianza y garantías mutuas; lo mismo respecto a toda organización progresista, altruista, empeñada en transformar la economía y la sociedad actuales por otras justas e igualitarias.

Tomarse en serio la gobernación de los pueblos, comunidades y del Estado implica no poner en los cargos públicos a amiguetes o floreros de este o aquel signo, implica no incluir en candidaturas a personas que han demostrado una insana ambición, implica un gran esfuerzo de generosidad que, o impregna a toda la organización o iremos mal todos los que nos reclamamos de izquierdas.

No pretendo agotar aquí mis impresiones sobre lo que un partido de izquierdas debiera ser, mucho más teniendo en cuenta que la actual crisis de la izquierda es común a todo el mundo: ¿que socialismo tenemos en América latina? ¿que socialismo se reconoce como tal en Europa? En Asia los gigantes japonés y chino (con un impío capitalismo de estado en este último caso) se comen a la mitad del mundo y soslayan todo intento de igualdad. Solo algunos ejemplos aislados, sostenidos por personalidades ejemplares, más que por las organizaciones que les apoyan, tenemos hoy. Los enjuagues de economistas liberales dentro del PSOE tienen que cortarse de raíz; las ambiciones de personajillos con poco seso deben desecharse; el respeto al dirigente que en cada momento ocupa el cargo de Secretario es una exigencia ineludible. Estar molestando y enredando continuamente es ocupar el tiempo en algo para lo que la sociedad no ha puesto donde están a algunos. El Partido Socialista debiera liderar, dentro de la Internacional, un cambio radical y profundo del pensamiento y la práctica de los partidos socialistas en el mundo, denunciando a las organizaciones que se prestan a la colaboración con el capitalismo internacional, combatiendo toda desviación de objetivos que, por nobles, son irrenunciables.
 
L. de Guereñu Polán.

La conferencia del PSOE recupera el camino socialdemócrata pero se queda corta.


Los resultados de la conferencia se están midiendo más por los aspectos de los cambios de organización y funcionamiento internos que por las propuestas a los ciudadanos.

Yo creo que comentaristas y analistas se equivocan. Al ciudadano consciente las primarias, la estructura del partido, e incluso quienes van a ser  la mayor parte de los dirigentes, les interesan mucho menos que las propuestas de lo que hará un hipotético y futuro gobierno socialdemócrata articulado alrededor del PSOE.

Desde una perspectiva progresista la dirección de las propuestas es correcta, sin embargo está en términos generales dirigida a objetivos alcanzables en un mandato de gobierno, o poco más. Se echa en falta el largo plazo y desde luego las ideas que pudieran calificarse de puramente socialistas son inexistentes.

Cierto es que recomponer los destrozos que el actual gobierno español, con el aplauso e impulso de la UE, está provocando tanto en el estado de bienestar, como en el imprescindible control del equilibrio de los factores económicos del sistema de producción será tarea prioritaria en las primeras fases de cualquier gobierno, pero no es menos cierto que un partido que se auto-titula socialista no puede perder de vista un horizonte en el que los grandes especuladores y las  corporaciones multinacionales no fueran los que tomen todas las grandes decisiones, respecto a que y como se produce y cuanto y como se distribuye la riqueza generada.

Un par de ejemplos permitirán aclarar estos temas:

-          Está muy bien reponer derechos perdidos en educación, sanidad o pensiones, y para obtener los recursos necesarios modificar el reparto de la carga fiscal, incluso reforzar la agencia tributaria, pero es necesario también establecer que toda persona física o jurídica, con responsabilidades tributarias en España, por el mero hecho de tener una cuenta, un pago o un cobro en, hacia o desde, un paraíso fiscal está delinquiendo. ¿Alguien puede dudar que todo trato con paraísos fiscales tiene por objeto la  evasión de impuestos? Este tipo de reforma sí que es “sistémica” y debe defenderse como de aplicación general en la UE, incluso ni siquiera es socialista es básica para la Democracia.

-          Es necesario derogar la reforma laboral para reponer mínimamente el equilibrio de fuerzas en la negociación colectiva, pero eso no será suficiente para que los grandes especuladores y corporaciones pongan límite a los excesos del mercado, tanto del lado de la oferta como de la demanda. Para limitar que oligopolios como el de la energía o el financiero, sigan siendo jueces y parte, es imprescindible una presencia física, real y con peso suficiente, en esos sectores, del propio Estado, e incluso de entes supranacionales como los de la UE. Esta última propuesta si tendría un lejano aroma a socialismo.

Pues bien, de modificar, aun cuando sea ligeramente el sistema capitalista, no he encontrado nada en las resoluciones de la conferencia. Seguiremos estudiándolas.

Noviembre 2013/ Isidoro Gracia

miércoles, 6 de noviembre de 2013

O NEGOCIACIÓN COLECTIVA, O REGLAMENTOS LABORALES

Una de las consecuencias mas graves de la reforma laboral impuesta por el Partido Popular, es la destrucción de la negociación colectiva como  vía para la mejora de las condiciones de trabajo y la estabilidad económica y social de las empresas y del país.

En el año 2008 fueron firmados en España 5.987 convenios colectivos, amparando a cerca de 12 millones de asalariados con un incremento salarial medio del 3,6%. En el año 2012, la cifra de convenios firmados se redujo a 3.442, y la de trabajadores amparados a 7.603.000, con un incremento del 1,2% (el IPC fue este año del 2,4%). A septiembre de este año 2013, van firmados en España 1.211 convenios colectivos, que amparan a 3,7 millones de trabajadores, con un incremento medio del 0,65% (en algunos casos se han pactado rebajas salariales). Las circunstancias indican que ni se ha tocado suelo, ni el tema tiene carácter coyuntural.

Un informe publicado recientemente por la UGT, y elaborado a partir de los datos de organismos oficiales, señala que entre 2012 y 2013 los salarios en España acumulan una pérdida real del 10%.

Creo sin embargo que el deterioro salarial y social esta siendo mucho mayor de lo que reflejan las estadísticas oficiales. Al ir desapareciendo los convenios sectoriales, en las pequeñas y medianas empresas, que son la mayoría, se va quedando solo como única referencia legal un Estatuto de los Trabajadores muy devaluado ya, casi irreconocible, y el Salario Mínimo Interprofesional, establecido en 645 euros mensuales por catorce pagas al año, que prorrateado en doce viene a suponer 752 euros al mes . En un contexto de altísima tasa de paro, y con despido prácticamente libre, el trabajador termina por “aceptar lo que sea”, y las implacables “leyes del mercado” van supliendo a los convenios que desaparecen, e incluso a los que están vigentes: contratos a tiempo parcial pero trabajando la jornada completa, o incluso mas; trabajos cualificados, pero con contratos de no cualificados; degradación de las relaciones laborales y el ambiente de trabajo: autoritarismo, malos tratos, menores medidas de protección en materia de seguridad e higiene, etc., y crecimiento del fraude y los abusos sobre todo por parte de subcontratistas y comisionistas mal llamados empresarios.

En paralelo se demoniza a los sindicatos,  se discrimina a los trabajadores sindicados, o  se prescinde de quien hace preguntas sobre sus derechos o condiciones de trabajo. Como en los tiempos de Franco se recomienda el “trabaja, calla, obedece, no preguntes…”  Sindicatos ¿para qué? “Tu a lo tuyo, no te metas en líos, estudia, búscate la vida…” Desde la lógica liberal capitalista es el hecho sindical en si mismo lo que se considera rechazable al  imponer mediante la negociación colectiva y las medidas de presión derivadas “sobrecostes artificiales” al factor trabajo. Un costo que como el de otros productos ha de ser - según ellos -  el resultado de las leyes del mercado: la oferta y la demanda, y no de la norma derivada del convenio colectivo.

Claro que detrás de esa consideración del trabajo humano como una simple mercancía mas, va también la de considerar mercancía igualmente al trabajador y a la trabajadora, y se llega a la conclusión de que los derechos laborales son una rémora, un obstáculo, un inconveniente para la competitividad económica de las empresas y de los países. Con esta mentalidad se están tratando hoy cuestiones tan graves como por ejemplo la emigración, y los derechos de los emigrantes.

Para el liberal capitalista, la dignidad humana no está en el ser, sino en el tener. El individuo es digno y respetable no por lo que es sino por lo que tiene. Es aquello del “tanto tienes tanto vales”, el rico, por serlo es virtuoso, digno, respetable, el pobre todo lo contrario, es un delincuente en potencia. La consideración hacia el color de la piel, la raza, la condición sexual, etc., está también en gran medida en función de si el individuo es rico o es pobre.

Son éstos, viejos debates, mejor dicho, viejas luchas de intereses y de clases sociales, que parecían superadas al menos en la vieja Europa con su cultura milenaria y sus instituciones, pero vemos que no, que siguen ahí, vivas, activas y amenazantes, como si las duras experiencias de nuestra historia reciente se hubiesen olvidado por completo.
No creo que la reforma laboral y el desmantelamiento de la negociación colectiva en España, sea una condición necesaria para superar la crisis económica. Es mas, coincido con los que piensan que con esas medidas la crisis se agranda y se agrava para la mayoría de la población, aunque la minoría que controla la riqueza y el poder salga muy beneficiada. Son reformas estructurales con pretensión de permanencia, no coyunturales y transitorias para hacer frente a un momento crítico. Son medidas ideológicas y a la medida de las clases dominantes, que además no tienen nada de novedosas, al contrario, parecen pretender dar marcha atrás en el reloj de la historia.

Los dos gobiernos de José María Aznar tuvieron un signo muy distinto. En su primera etapa (1996 / 2000), y sin mayoría absoluta, tuvo que propiciar el dialogo y la negociación en el plano político, laboral y social para poder gobernar. En su segundo mandato (2000 / 2004), con mayoría absoluta, la cosa fue distinta. Con Mariano Rajoy como Vicepresidente Primero y  Ministro de la Presidencia; Rodrigo Rato como Vicepresidente Segundo y Ministro de Economía, y Cristóbal Montoro como su hombre de confianza y Secretario de Estado de Economía; y con Juan Carlos Aparicio, Ex Secretario de Estado de la Seguridad Social como Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, el Gobierno de Aznar planteo a los sindicatos y con el apoyo de la CEOE diversas reformas de gran calado, entre ellas la del sistema de pensiones y el modelo de negociación colectiva en España, proponiendo ya entonces la supresión de la “ultraactividad” de los convenios colectivos.

Derivado de aquellas pretensiones, el enfrentamiento fue durísimo, no solo con el Gobierno, sino entre los propios sindicatos, incapaces de ponerse de acuerdo en cuanto a las medidas a tomar frente a las pretensiones gubernamentales. José María Fidalgo era entonces el secretario general de CC.OO, y Cándido Méndez el de la UGT. El 15 de junio del 2001, y convocada por UGT y CIG tuvo lugar una huelga general en Galicia contra las medidas del Gobierno, precursora de la que al año siguiente tendría lugar en toda España convocada por UGT, CC.OO. y las restantes organizaciones sindicales. La huelga fue un éxito, el Ministro de Trabajo dimitió y  el Gobierno dio marcha atrás en sus pretensiones. El Partido Popular sin embargo solo aparcó sus reformas a la espera de mejor ocasión. La tuvo ahora, nueve años después, con la crisis económica como pretexto y tras su victoria electoral con amplia mayoría absoluta en noviembre del 2011.

Aunque la Constitución es clara en su artículo 37.1 cuando dice “La ley garantizará el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios”, lo cierto es que en la práctica las medidas del Gobierno amenazan con reducir a puramente virtual para millones de trabajadores  este derecho constitucional.

Si la derecha española cree que con este modelo ha solucionado algún problema pienso que se equivoca. Este modelo favorece a una minoría, pero daña al país en su conjunto,  perjudica gravemente a las clases trabajadoras, extiende la pobreza y será fuente  permanente de grave conflictividad social. Frente a la explotación sin escrúpulos, y para establecer un marco decente de relaciones laborales y unas condiciones de trabajo acordes con la dignidad humana, hay dos caminos:
1.- El retorno a la negociación colectiva en empresas y sectores,  con sindicatos lo suficientemente fuertes para negociar con éxito frente  a los poderes económicos y los Gobiernos, los salarios, la jornada y las condiciones de trabajo, los modelos de contratación laboral, las cotizaciones sociales y los sistemas de protección en caso desempleo, enfermedad o accidente  y jubilación.

2.- Que los Gobiernos, supliendo en este caso a los llamados “agentes sociales”, legislen. No solo estableciendo un salario mínimo suficiente, sino estableciendo mínimos legales en todos los aspectos del trabajo y en todos los sectores laborales. Ya se hizo en los tiempos de Franco con las llamadas “Ordenanzas Laborales”. Puestos a no querer aprender de la historia, un escenario semejante podría volver por extraño  que parezca, y no precisamente de la mano de las fuerzas de izquierda.

Solo mentes obtusas y talantes antidemocráticos como los que se desprenden de las reiteradas declaraciones de los actuales líderes patronales, pueden seguir obcecándose en la senda del trabajo sin derechos y del desmantelamiento de las protecciones sociales de carácter público como solución a nuestros males, y camino adecuado para la prosperidad del país. Si además, se creen efectivamente esto que dicen, el panorama resulta muy preocupante. Afortunadamente hay otras medidas posibles y mejores y el pueblo lo sabe, y esa es nuestra esperanza.

Xesús Mosquera Sueiro / 6 de Octubre 2013




lunes, 4 de noviembre de 2013

Nacionalismo y fascismo

NACIONALISMO Y FASCISMO

Cuando yo era joven asistí a una conferencia que dio Blanco Amor en Pontevedra y del que recuerdo una frase: "O nacionalismo é unha caixa baleira. Haberá que ver que ten dentro". En efecto, junto a nacionalismos democráticos (el de Patricio Lumumba o el de Leopold Sengor en Congo y Senegal respectivamente, el nacionalismo del PNV o el de CiU, el nacionalismo del Partido Galeguista, etc.) hay otros que han demostrado unas tendencias fascistizantes más que evidentes, a la cabeza de los cuales el nacionalismo español, aunque no todo. 

Nacionalistas catalanes, vascos y gallegos fascistas también los ha habido, impregnando más o menos a sus respectivas formaciones políticas. Joan Esterlich en Cataluña estuvo muy ligado a la Alemania nazi, bien es cierto que con el afán de encontrar apoyos en ella para los objetivos nacionalistas que representaba la Lliga de Cataluña. Otro tanto podemos decir de Maspons i Anglasell, partidario de una expansión catalana como los nazis lo intentaron en casi toda Europa. Incluso Frances Cambó fue partidario -como se puede leer en Núñez Seixas- de la "dosificación de la participación del pueblo en el gobierno", cuando comenta sus impresiones sobre el fascismo italiano. 

El citado Esterlich fue partidario de un estado antidemocrático y corporativo y Maciá asistió al "Convegno Volta" en Roma en 1932 trayendo entusiasmado algunas ideas de los fascistas italianos. Incluso militantes como J. Dencàs y Rosell, de ERC, fueron partícipes de animar el grupo "Nosaltres Sols!" a imitación del "Sinn Féin" irlandés. Y el Partido Nacionalista Catalán admiró el militarismo de los "sókols" eslovenos. Dencàs y Badía -señala Núñez Seixas- tuvieron una deriva fascista cuando se mostraron partidarios del totalitarismo y de organizar a la juventud en un sentido paramilitar y jerarquizado.

En el caso de Galicia vemos aparecer simpatizantes del fascismo italiano entre sectores del nacionalismo gallego: sumisión a un caudillo, predomino de la nación sobre el individuo, legitimación de la violencia, lo que se puede ver en uno de sus órganos de expresión, "A Fouce", en Buenos Aires, durante los años veinte y treinta del pasado siglo. Más claro fue Vicente Risco, que vino de Berlín entusiasmado en 1930 al comprobar como luchaban los nazis antes de alcanzar el poder: "son a única forza que se pode opór ao bolchevismo" (escribe en su gallego de entonces). En las Mocedades Galeguistas hubo un sector fascistizante donde estuvo Álvaro Cunqueiro, que así no tuvo inconveniente luego en colaborar con el franquismo (méritos literarios aparte). Galleguistas partidarios de soluciones fascistizantes se relacionaron con el portugués Rolâo Preto, "camisa azul" portugués partidario del fascismo y de una organización paramilitar de la juventud. 

En menor medida podríamos hablar de rasgos fascistizantes en algunos sectores extremosos del PNV, sobre todo aquellos que, a partir del pensamiento sabiniano, no habían abandonado la idea de que la "raza" vasca era distinta y superior a la española. En Cataluña también hubo defensores de una "raza superior catalana", como lo expresaron en 1934 los miembros de "Nosaltres Sols!": los coeficientes de inteligencia de los catalanes son superiores a los de los demás espaoles, por lo que la inmigración era un peligro para la pureza de la "raza catalana". Los miembros de Irmandades da Fala hablaron de una etnicidad de Galicia que se puede interpretar solo en el campo cultural o también en un sentido ambiguo de distinción racial. Poca cosa, en este último caso, para alarmarnos. 

No es este un artículo para tratar en profundidad este asunto, pero en tiempos de inmigración, separatismos, propuestas audaces y poco reflexivas, aspiraciones legítimas unas, egoistas otras, bueno sería que pensemos que nacionalismo es el que tenemos por interlocutor, no vaya a ser que dentro de la caja se encuentren todos los demonios que creíamos superados.
Vicente Risco
A mediados de los años setenta asistí a una conferencia que dio Blanco Amor en Pontevedra y del que recuerdo una frase: "O nacionalismo é unha caixa baleira. Haberá que ver que ten dentro". En efecto, junto a nacionalismos democráticos (el de Patricio Lumumba o el de Leopold Sengor en Congo y Senegal respectivamente, el nacionalismo del PNV o el de CiU, el nacionalismo del Partido Galeguista, etc.) hay otros que han demostrado unas tendencias fascistizantes más que evidentes, a la cabeza de los cuales el nacionalismo español, aunque no todo.

Nacionalistas catalanes, vascos y gallegos fascistas también los ha habido, impregnando más o menos a sus respectivas formaciones políticas. Joan Esterlich en Cataluña estuvo muy ligado a la Alemania nazi, bien es cierto que con el afán de encontrar apoyos en ella para los objetivos nacionalistas que representaba la Lliga de Cataluña. Otro tanto podemos decir de Maspons i Anglasell, partidario de una expansión catalana como los nazis lo intentaron en casi toda Europa. Incluso Frances Cambó fue partidario -como se puede leer en Núñez Seixas- de la "dosificación de la participación del pueblo en el gobierno", cuando comenta sus impresiones sobre el fascismo italiano.

El citado Esterlich fue partidario de un estado antidemocrático y corporativo y Maciá asistió al "Convegno Volta" en Roma en 1932 trayendo entusiasmado algunas ideas de los fascistas italianos. Incluso militantes como J. Dencàs y Rosell, de ERC, fueron partícipes de animar el grupo "Nosaltres Sols!" a imitación del "Sinn Féin" irlandés. Y el Partido Nacionalista Catalán admiró el militarismo de los "sókols" eslovenos. Dencàs y Badía -señala Núñez Seixas- tuvieron una deriva fascista cuando se mostraron partidarios del totalitarismo y de organizar a la juventud en un sentido paramilitar y jerarquizado.

En el caso de Galicia vemos aparecer simpatizantes del fascismo italiano entre sectores del nacionalismo gallego: sumisión a un caudillo, predomino de la nación sobre el individuo, legitimación de la violencia, lo que se puede ver en uno de sus órganos de expresión, "A Fouce", en Buenos Aires, durante los años veinte y treinta del pasado siglo. Más claro fue Vicente Risco, que vino de Berlín entusiasmado en 1930 al comprobar como luchaban los nazis antes de alcanzar el poder: "son a única forza que se pode opór ao bolchevismo" (escribe en su gallego de entonces). En las Mocedades Galeguistas hubo un sector fascistizante donde estuvo Álvaro Cunqueiro, que así no tuvo inconveniente luego en colaborar con el franquismo (méritos literarios aparte). Galleguistas partidarios de soluciones fascistizantes se relacionaron con el portugués Rolâo Preto, "camisa azul" portugués partidario del fascismo y de una organización paramilitar de la juventud.

En menor medida podríamos hablar de rasgos fascistizantes en algunos sectores extremosos del PNV, sobre todo aquellos que, a partir del pensamiento sabiniano, no habían abandonado la idea de que la "raza" vasca era distinta y superior a la española. En Cataluña también hubo defensores de una "raza superior catalana", como lo expresaron en 1934 los miembros de "Nosaltres Sols!": los coeficientes de inteligencia de los catalanes son superiores a los de los demás espaoles, por lo que la inmigración era un peligro para la pureza de la "raza catalana". Los miembros de Irmandades da Fala hablaron de una etnicidad de Galicia que se puede interpretar solo en el campo cultural o también en un sentido ambiguo de distinción racial. Poca cosa, en este último caso, para alarmarnos.

No es este un artículo para tratar en profundidad este asunto, pero en tiempos de inmigración, separatismos, propuestas audaces y poco reflexivas, aspiraciones legítimas unas, egoistas otras, bueno sería que pensemos que nacionalismo es el que tenemos por interlocutor, no vaya a ser que dentro de la caja se encuentren todos los demonios que creíamos superados.


L. de Guereñu Polán.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Hora de tomarse en serio un asunto

Los acuerdos que España firmó con el Vaticano en 1979, un año después de aprobada la Constitución, son una aberración que pesa como una losa sobre la sociedad española y en particular sobre la enseñanza. Que en los centros públicos se siga impartiendo clase de religión católica a expensas de otras disciplinas que son absolutamente necesarias para la formación de los alumnos es un escándalo en toda regla. Ningún gobierno ha hecho nada por corregir esta situación, por lo que todos son culpables de lo que ahora tenemos y la sociedad ha sido remisa a la hora de exigir que se corrija.

Es cierto que buena parte -seguramente no la mayoría- de la sociedad española está de acuerdo e incluso exige que se impartan clases de religión católica en los centros públicos de enseñanza, pero esto no es racional según las normas que nos hemos dado y de acuerdo con la igualdad que debe presidir en relación a otros credos y ciudadanos. El artículo 16.3 de la Constitución está muy mal redactado y se presta a todo tipo de interpretaciones, además de citar a la Iglesia Católica en claro privilegio (como si no hubiese gozado de otros muchos). Se puede entender -yo no lo comparto- en relación al momento en que se redactó al Constitución, pero nada más.

La denuncia de los acuerdos de 1979 con el Vaticano deben ser una exigencia que se imponga un próximo gobierno que quiera ser justo y hacer justicia a buena parte de la población española (puede que la mayoría). A continuación debe desaparecer la religión católica del curriculum en los centros públicos que pagan tanto los católicos como los que no lo son, incluso los que se declaran ateos o creyentes de otras confesiones. El escándalo que montará la Iglesia será mayúsculo, por eso será necesario hacerlo cuanto antes, para que se aplaquen las tempestades también cuanto antes.

Pero una cosa es esto y otra que no existan en el curriculum contenidos -en una disciplina aparte o repartidos por varias- que pongan al alumno ante el hecho religioso, algo que es connatural al género humano. Dede los tiempos más antiguos el hombre enterró a sus muertos, construyó megalitos, grandes y pequeñas tumbas, se preguntó por la vida trascendente, elaboró todo un panteón de dioeses, templos y santuarios, teatros donde se representaron dramas entre la divinidad y los hombres, donde los dioses se enfuerecían o compadecían, dominaban la naturaleza y de ahí el hombre sacaba conclusiones míticas que han dado leyendas hermosísimas.

El papel en la cultura de cualquier civilización que han representado las religiones es crucial para entenderlas: las grandes pirámides en Egipto, Mesoamérica, India..., los hipogeos de los persas, las esulcuras monumentales, las leyendas; la ética que cada religión ha inspirado y que cada casta sacerdotal ha violado, la historia del monacato, la de los grandes reformadores religiosos y sociales, los constructores de catedrales, de sinagogas, de mezquitas; la fe que llevó a formar imperios, a destruirlos, a enfrentar a unas civilizaciones con otras, a acercarlas y en parte comprenderse... Todo ello es necesario saberlo, porque de lo contrario no entenderemos lo que está pasando en el norte de África y en el mundo musulmán en general, no entenderemos el problema tibetano, ni las reivindicaciones de los pueblos indígenas en América, animados por unas creencias que siguen siendo las suyas a pesar del gran esfuerzo cristianizador de siglos.

Si renunciamos a estudiar el fenómeno reigioso (que es mucho más y mucho más rico que la religión católica) renunciamos a un patrimonio de la humanidad impagable y no podremos hacer la crítica a los comportamientos de unas sociedades y otras, de unos dirigentes y otros, en este y aquel tiempo. Ahondar en la naturaleza religiosa del hombre -como en su repudio a ella- es formarse, es comprender el mundo, es tener las claves para dar solución a muchos problemas que asolan a nuestro tiempo. La decisión del hombrecillo que, haciendo un alto en el trabajo, se acerca al interior de una iglesia, se descubre, musita unas oraciones en medio de la penumbra, mientras una sola luz cenital alumbra la estancia, ¿no es digno de estudiarse? ¿Por que lo hace? Porque si se lo han enseñado, ¿quien enseñó a los primitivos que, subidos eventualmente a una roca, en medio de la noche, viendo la bóveda envolvente de estrellas, empezaron a preguntarse que hacían allí, que era todo ese mundo que les rodeaba?

Es de ignorantes -creo yo- no tener en cuenta estas consideraciones; mientras que es de sectarios pretender que se han de emplear los recursos públicos para adoctrinar en una religión a los alumnos (los que lo elijan tienen su parroquia y su familia, verdaderos núcleos de la actividad religiosa). Manteniendo la situación actual nos parecemos en algo a los estados teocráticos.
 
L. de Guereñu Polán.