martes, 29 de abril de 2014

¿A QUIEN FAVORECE LA ABSTENCIÓN?

Contra lo que suelen pensar los que se abstienen de votar a la hora de las elecciones, la abstención no es un gesto neutral, ni significa algo así como pasar de todo. Al contrario, expresa un estado de ánimo de la ciudadanía si, pero además favorece y perjudica siempre a alguien.

En el caso de España, con carácter general y con los matices que se quiera, creo que en las presentes circunstancias de fuerte caída en la intención de voto hacia los partidos mayoritarios, quien se abstiene está favoreciendo claramente a esos partidos políticos, que en cifras tienen un “suelo de voto fijo” pero cuyo porcentaje sí que varía: En coyunturas políticas como la actual suele aumentar cuando hay mucha abstención y descender en caso de una alta participación.

En virtud del sistema D´hont por el que se regula la asignación de escaños, lo determinante no resulta la cifra de votos obtenidos, sino el porcentaje que esa cifra representa sobre el total de votantes, con clara ventaja para los partidos políticos que obtienen los porcentajes de voto más altos. Por esta razón, en un contexto de escasa participación los partidos mayoritarios suelen mejorar en porcentaje y por lo tanto en número de escaños, y los minoritarios todo lo contrario.

Por la misma razón, la abstención perjudica el relevo político y favorece la continuidad. En consecuencia, no falta quien cree que ante las próximas elecciones europeas y a la vista de lo que anuncian las encuestas, a quien gobierna podría favorecerle una campaña electoral de perfil bajo que propicie un alto grado de abstención, pues así, con muchos menos votos estaría mas cerca de conseguir mantener un numero de escaños mas cercano al actual.

¿Qué una alta abstención deteriora la calidad de nuestra democracia? Pus si, pero ¿Y qué, si se mantiene el actual estado de cosas? ¿Acaso no es alta también la abstención en Estados Unidos y en otros países? Si hay gente que cree que el voto no vale para nada, que todo va a seguir igual, pues que lo crea, quizá no se equivoque mucho. Que nos dejen la política a nosotros, que si sabemos de eso, y que ellos ¡pobrecitos! sean felices con su futbol y su “gran hermano” y similares. No hay problema, ¡fíjate lo que está pasando con la crisis económica famosa, hasta empiezan a creerse que  estamos saliendo de ella!

Es vergonzoso comprobar el escasísimo esfuerzo institucional, casi nulo hasta ahora, para estimular la participación electoral. Y ya no gastando dinero en costosas campañas publicitarias por las que, además, y como hemos visto hasta ahora, algunos percibían comisiones millonarias. Pero sí haciendo declaraciones, informando, utilizando los medios de comunicación públicos y privados para promover debates, pedir que se vaya a votar, dar a conocer pormenorizadamente a las formaciones políticas que concurren, sus propuestas y programas, sus principales candidatos, y realizando esfuerzos para elevar la tensión electoral y favorecer la participación.

No puede decirse que Europa no interesa cuando allí se están tomando todas las decisiones importantes que están determinando nuestro día a día. El pueblo trabajador, o acepta la derrota, se rinde al arbitrio de los poderes del dinero, y cada uno se busca la vida como mejor pueda, o trata de reaccionar individual y colectivamente frente a tanto atropello y se esfuerza y lucha con las armas de que dispone. Una de estas armas, la principal, es el voto, el derecho a votar. Y ojo, no sea que por no ejercerlo nos lo acaben quitando también. Total -acabarán diciendo-  si no lo usan ¿para que gastar en tinglados electorales?

Xesús Mosquera Sueiro / 29 de Abril de 2014




lunes, 28 de abril de 2014

El látigo nogayo

Parece evidente que hay una clara política de orden público (o desorden) que se distancia cada vez más de la que se practicó durante los gobiernos socialistas en España. Contra los inmigrantes, contra los manifestantes, contra los que practican la violencia callejera, contra todo aquel que protesta... 

El actual ministro del Interior parece ser un devoto del Opus Dei, agrupación religiosa y grupo de presión de gran predicamento durante el franquismo en España. Pero este franquismo no ha desaparecido del todo en nuestro país, de lo contrario no se explicarían los buenos resultados que suele cosechar el Partido Popular en las elecciones (pierda o gane). Obviamente no todos los votantes del Partido Popular son franquistas, pero estos, unidos a los otros, hacen un importante número. 

La idea de "orden" en sí misma no es buena ni mala y puede ser mala si no va acompañada de otras ideas como la de justicia y equidad, proporcionalidad, etc. El ministro del Interior tiene muy arraigada la idea de orden sin más, por eso ha dado instrucciones muy claras y severas para que las fuerzas de orden público actúen con una dureza a la que ya nos habíamos desacostumbrado. Cada vez son más los casos de malos tratos, violencias entre policías y manifestantes, abusos contra pacíficos ciudadanos que protestan (dejo aparte ahora a los que se manifiestan violentamente). 

La legislación que se pretende sobre derecho de huelga y manifestación, las prácticas abusivas de las fuerzas del orden -que no hacen sino lo que se les ordena- la puesta al mando de delegados del Gobierno que tienen una mentalidad ordenancista y no democrática (como es el caso de la delegada del Gobierno en Madrid) el mismo personal del que se ha rodeado el ministro, que le es fiel como cabe esperar en sus aspiraciones de embrutecimiento general, contribuyen a que tengamos la apreciación cierta de que se ha optado no por una politica de orden público de la convivencia, sino por la política de orden público de los zares, con sus látigos nogayos. 

Ya el ministro fue Gobernador civil de Barcelona y allí se empleó a fondo contra las manifestaciones de estudiantes y trabajadores de todos los ramos; no tuvo contemplaciones y siempre estuvo al quite de cualquier intento de protesta democrática. No va con el ministro que la gente disienta; quiere uniformidad, como en el Opus Dei. Poca obra de Dios parece esta, como nula contribución a la democracia es tratar a los manifestantes como si fuesen delincuentes. Aparte está el tema de la inmigración, que el ministro ve como un acto criminal o poco menos. Ha tenido que rectificar varias veces ante evidencias innegables, pero tengo para mí que es persona peligrosa: si no se le aparta del poder cuanto antes (quien puede ahora o los electores más tarde) los problemas que tenemos irán en aumento. Los látigos nogayos iban bien a aquel consejero del zar Nicolás cuyo nombre no recuerdo porque es muy raro y largo, pero no a la muy martirizada democracia española, que creo merece otros modales. 

L. de Guereñu Polán.

Elecciones Europeas. Que le cuesta al ciudadano la Unión Europea y que recibe a cambio.


Las Elecciones al Parlamento Europeo están a la vuelta de la esquina. En el escaso debate existente están sobre todo cuestiones locales de cada estado y todas aquellas medidas desagradables que los gobiernos pueden cargar a “los burócratas” de la UE. Craso error, los ciudadanos nos jugamos mucho más con los resultados.

Yo creo que una buena aproximación a la decisión de votar, y que o a quien votar, en las ya inminentes Elecciones al Parlamento Europeo  sería la misma con que cualquier persona afronta un negocio: cuál es la inversión y esfuerzo necesario, que objetivos lograr y que beneficios se esperan de ellos.

Este negocio, que empezó con 6 Estados socios en 1957, con el Tratado de Roma, hoy tiene 28, regidos por el Tratado de Lisboa de 2009, y somos beneficiarios, o sufridores, más de 501 millones de ciudadanos. Tenía, y aún tiene, un objetivo principal, en apariencia simple: evitar que siguiéramos matándonos. La historia de esto que llamamos Europa, geografía, estados, personas  con sus identidades, etc., ha sido, hasta hace muy poco y durante miles de años, la historia de las guerras y batallas libradas en su territorio para que una parte de sus habitantes pudiera dominar al resto; durante siglos, en nombre de sus dirigentes, o de sus religiones, o de su “superioridad” de raza o cultura, algún colectivo ha iniciado la matanza de otros colectivos diferentes para someterlos por la fuerza. Por el momento el objetivo se ha alcanzado razonablemente bien.

¿Qué nos cuesta a cada ciudadano europeo en 2014, la, según los más críticos y opuestos al proyecto UE, costosa y pesada burocracia de la Unión?

Con los presupuestos aprobados 0,71 €/día. Sí, 71 céntimos. Como hace falta perspectiva comparemos la cifra con la de Xunta, también según presupuestos del presente año serán 10, 25 €/día a cada uno de los 2,7 millones de gallegos. O sea cuesta menos que un café o 3 cigarrillos al día.

¿Qué ha significado, al menos hasta hace poco, ser ciudadano europeo?

Hoy día el ámbito de la Unión Europea es el  espacio del mundo donde se goza de un mayor grado de libertad y se disfruta de un estado de bienestar aceptable por la mayor parte de sus ciudadanos,  no existe ningún Estado o conjunto de Estados que supere esto, es decir todas las alternativas de organización política hoy vivas dan peores resultados, que los que da la actual alternativa U.E.

Cierto es que, las entidades dirigentes de la UE, Consejo, Comisión, Tribunal de Justicia,  BCE y, en algo menor medida, el Parlamento, al socaire de la crisis han promovido, e incluso exigido, sacrificios que están deteriorando el Estado de Bienestar, pero que no es menos cierto que la relación de fuerzas existentes en esas entidades es fruto de elecciones democráticas, que colocan al frente de los gobiernos de los Estados partidos que imponen, por mayoría, sus orientaciones políticas.

Que del deterioro de la situación de muchos ciudadanos se culpabilice a “los otros socios”, hace que reverdezcan populismos y nacionalismos, similares a los que llevaron a la necesidad de la elaboración del primer tratado, origen de la actual UE, no puede hacernos olvidar que en democracia las mayorías deciden, incluso si están equivocadas. En esta empresa, de 501 millones de accionistas, es razonable que sea más fácil alcanzar mayorías por quien gobierna a más de 80 millones de ciudadanos que quien lo hace a 47, o, solo a  3.

El Parlamento que se va a elegir va a tener mayor posibilidad de influir, en las nuevas decisiones de los entes europeos que han venido marcando el rumbo de las políticas económicas y sociales, a pesar de que su aval democrático es menor que el de la Cámara parlamentaria, incluso la mayoría resultante será decisiva en el nombre del presidente de la Comisión.

La fallida Constitución Europea llegaba algo más lejos, pero los adversarios de una Europa mejor avenida (Multinacionales, USA, iglesias varias, nacionalismos mal entendidos e ideologías excluyentes) consiguieron atrasar y limitar los pasos de integración, al menos en el ritmo.

Así pues, si se quiere influir en quien pone los denostados deberes y recortes, o, alternativamente, incentivos que impulsen economía y bienestar, y sobre todo en evitar volver a tiempos de batallas con los vecinos, aun cuando sea  a medio o largo plazo, el participar y acertar en quien se encarga, parece un ejercicio de mera supervivencia con cierto grado de confort.
Isidoro Gracia

martes, 22 de abril de 2014

El futuro del sindicalismo obrero



La proximidad del 1 de mayo, fiesta del trabajo, puede ser aprovechada para reflexionar sobre el futuro de los sindicatos en un mundo fuertemente terciarizado, tecnificado y desideologizado. Incluso esto vale para los países pobres y empobrecidos, donde la mayor parte de la población está llenando las ciudades para malvivir de una economía sumergida y poco productiva.

La pérdida de contingentes en el sector secundario de la economía, el más combativo, el de los “cinturones rojos” de las ciudades industriales, es un factor a tener en cuenta. Los trabajadores del sector terciario no suelen estar concentrados en grandes centros de trabajo, sino dispersos, y suelen gozar de un aparente nivel de vida que les hace sentirse fuera de ese conglomerado que se llamó hasta hace unas décadas “clase obrera”. Vana ilusión, pues la precariedad en los empleos es cada vez mayor, los salarios están estancados cuando no han perdido poder adquisitivo y el capitalismo internacional está bien anclado en las instituciones (FMI, Banco Mundial, “Troika”, etc.). Por si ello fuese poco la deriva moderantista de los partidos socialistas ha defraudado a muchos que viven en la indigencia, con bajísimas rentas, sufriendo desigualdades lacerantes. Los partidos socialistas han preferido captar el voto “centrista” con políticas guiadas por tecnócratas que no suelen tener la sensibilidad política y social necesarias.

Los sindicatos se han burocratizado al extremo: ello es lógico aunque no bueno. Ahora no es extraño ver a un dirigente sindical discutir medidas económicas concretas con gobiernos conservadores (o socialistas). Creo que no es misión de los sindicatos, sino discutir el modelo de sociedad y de desarrollo en su conjunto, globalmente. El actual modelo –el capitalista- ha demostrado una gran eficacia para generar riqueza, pero ha demostrado también que propende a que se distribuya dicha riqueza tan desigualmente que clama al cielo. Desigual reparto de la riqueza en una ciudad o región, en un país y a escala internacional, donde los países pobres y empobrecidos han visto agrandar su miseria en beneficio de unos cuantos miles de corporaciones financieras, industriales y comerciales.

La desideologización de la sociedad –más en los países desarrollados que en los menos- es un factor a tener en cuenta: no se habla hoy de que la sociedad está dividida en clases antagónicas, que defienden intereses distintos. Ello es debido a causas objetivas: desde los años cincuenta amplias capas de las poblaciones europeas y norteamericanas se incorporaron al “estado del bienestar”, pero ello, que tenía que ser un medio, se ha convertido en un fin. El estado del bienestar es tan destructible como cualquier otro sistema que ha existido, máxime cuando ha sido el resultado de un pacto entre los partidos socialistas y socialcristianos en la mayoría de los casos. En dicho pacto han colaborado los sindicatos cuando eran fuertes, pero ahora los sindicatos solo plantean conflictos al Estado, casi nunca a la patronal privada.

Es cierto que el sindicalismo, hace un par de décadas, no tenía la misma fuerza y significado en unos países que en otros. Valgan los siguientes datos:

% de sindicación                                        países                                                           
80-90                                                            Finlandia, Suecia
70-80                                                            Bélgica, Dinamarca
60-70                                                            Austria, Luxemburgo, Noruega
50-60                                                            Australia, Irlanda, Italia, R. Unido
40-50                                                            Alemania, Nueva Zelanda
30-40                                                            Canadá, Grecia, Japón, Francia, Suiza
15-30                                                                                                                         España, Estados Unidos, Portugal

El sindicalismo estadounidense ha sido siempre más “amarillo” que el europeo; el nórdico siempre más fuerte y coherente que el meridional; ha habido un sindicalismo de “acción directa” y otro más partidario de la negociación. Pero ahora no interesa tanto esto cuanto plantearnos si el sindicalismo obrero va a tener fuerza, en el futuro, para movilizar a los trabajadores (que están defraudados, desideologizados, engañados…), si se va a atrever a convocar huelgas generales o siempre penderá sobre sus direcciones el temor al fracaso, si hay ideas nuevas sobre un sindicalismo que responda a las nuevas relaciones laborales que, desgraciadamente, son ahora peores que hace una década.

Creo que un compromiso de los partidos socialistas (en el más amplio sentido del término) con los sindicatos obreros se hace más necesario que nunca; incorporar a estos a la acción de gobierno, ir de la mano en todo lo que se pueda y discutir en términos políticos (no exclusivamente técnicos) los diversos problemas que tiene planteada nuestra sociedad. La legislación laboral debe de ser cambiada para hacer más eficaz la acción de los sindicatos, atados como están a contratos precarios donde toda combatividad es quimérica.

L. de Guereñu Polán.

Debiera ser un clamor

Un reciente artículo de dos profesores de Derecho Constitucional ha terminado de convencerme de que el Senado es una rémora del siglo XIX y que existe porque así lo impuso la derecha durante al transición en 1978. En el siglo citado fue un invento de Martínez de la Rosa para contentar a la aristocracia que se había puesto de parte de la hija del rey en vez de colaborar con el pretendiente Carlos. Se le llamó entonces Estamento de Próceres y no hay más que ir a la página del Senado, donde se encuentran publicados sus diarios de sesiones, para ver la cantidad de ellas que se emplearon en cuestiones accesorias y de nulo interés para los españoles. 

Luego fue Olózaga, político que deambuló por todo el liberalismo doctrinario español, el que inspiró el Senado en la Constitución de 1837 con la misma intención. No iba a ser menos el espadón de Loja, Narváez, cuando hizo aprobar la Constitución de 1845 y ni siquiera los revolucionarios de 1868 se atrevieron a eliminar el Senado de la Constitución que se aprobó al año siguiente. Así continuó Cánovas desde 1875 y solo durante la II República española el Senado desapareció por inútil. 

En la actualidad, como en toda la historia del constitucionalismo español, el Senado "duplica" la acción legisladora del Congreso, "reitera" las discusiones que se han producido en este, es una cámara "subordinada" al Congreso (y en ello reconoce implícitamente el legislador su nulo sentido) y resulta "inútil" e "irrelevante" en no pocas ocasiones. Entre comillas he puesto los calificativos de los profesores Garrido López y Sáenz Royo citados. 

Por si todo esto no fuese poco, los senadores se eligen actualmente mediante un sistema mayoritario, menos democrático que el sistema proporcional con el que elegimos a los diputados, pues solo el partido más votado y el segundo obtienen escaños. Otros senadores se eligen por cooptación, lo que ya es el colmo del corporativismo político: se trata de los senadores elegidos no por los ciudadanos sino por los Parlamentos autonómicos. 

Sostienen los profesores citados que las cuatro quintas partes de los senadores son elegidos por el sistema mayoritario y solo una quinta parte por los Parlamentos autonómicos, con lo que se desvirtúa la inicial intención de que el Senado fuese una cámara de representación territorial. Pero para los partidos de izquierda ¿es de recibo que la representación sea de otra manera sino teniendo en cuenta la estructura de clases existente en la sociedad? ¿Que es eso de los territorios? Las Comunidades Autónomas ya influyen en el Gobierno central y en el Congreso mediante sus presiones y propuestas, no es necesario Senado alguno. Tienen razón los profesores a quienes sigo cuando dicen que los senadores votan en función del partido al que pertenecen, no en función del territorio donde han sido elegidos, y nada más lógico.

Si se reformase la Constitución para darle más competencias al Senado seria siempre a costa del Congreso (aún peor) y Dinamarca, Suecia y Croacia ya han eliminado el Senado, Italia lo tiene en proyecto. Debiera ser un clamor que las fuerzas políticas progresistas, que la ciudadanía en general, reclamase la supresión del Senado, que la insistencia fuese tal que calase en la sociedad el gasto inútil que representa y la necesidad de su eliminación. Pero aunque así fuese no creo que se suprima el Senado (lo cual no invalida lo que pido) porque el Partido Popular lo quiere mantener y los senadores del Partido Socialista presionarán aquí y allá para que su disfrute (lo digo conscientemente) no desparezca. El Senado es una rémora y está presidido por un conde (el de Badarán) que para colmo ha incurrido en corrupción fiscal. ¡Todo un símbolo!

L. de Guereñu Polán.

lunes, 21 de abril de 2014

EL 1º DE MAYO, LA CRISIS Y LAS ELECCIONES EUROPEAS

Se acerca el 1º de Mayo, la fiesta internacional del trabajo, la jornada conmemorativa de la larga lucha de la clase trabajadora y sus organizaciones para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, si, pero también y desde siempre para hacer balance, expresar nuevas demandas  y perfilar estrategias cara a nuevos objetivos, y no en un solo país, en todo el mundo. Es una jornada internacional, de solidaridad internacional.

Así se acordó en el Congreso Obrero Socialista de la II Internacional celebrado en Paris el 14 de julio de 1889, en el que por cierto participó Pablo Iglesias en representación de los socialistas españoles. Aquél día se conmemoraba en París la toma de La Bastilla y el inicio de la Revolución Francesa, y los reunidos, en homenaje a “los mártires de Chicago” y su durísima lucha por la jornada de 8 horas en los Estados Unidos, decidieron organizar para el 1º de mayo una gran manifestación internacional en favor de la jornada de 8 horas, sentando así las bases de la fiesta y jornada reivindicativa internacional del 1º de Mayo.

En España se celebraría por primera vez en 1890, con manifestaciones en Madrid, Barcelona y Bilbao. También en Galicia, con manifestaciones y paros en A Coruña y Ferrol. En el año siguiente, 1891, se constituirían las primeras agrupaciones socialistas de Galicia: En febrero la de Ferrol, en Julio la de A Coruña y en Septiembre la de Santiago.

Desde entonces hasta hoy, y van allá 124 años, la jornada del 1º de Mayo se ha celebrado en Galicia de manera ininterrumpida con el único paréntesis de los años de la Guerra Civil (1936/1939). Cierto que durante la dictadura franquista se mantuvo como “fiesta de San José Obrero”, jornada no laborable y festiva con celebraciones gimnasticas y actos semejantes, aunque en paralelo no faltaron los actos de signo reivindicativo, por supuesto ilegales y minoritarios y de los que se derivaron múltiples represiones. Con la recuperación de la democracia volverían las celebraciones del 1º de Mayo organizadas por los sindicatos de clase y democráticos.

En los últimos dos años, y con el pretexto de la crisis económica, las principales conquistas sociales alcanzadas por los trabajadores y por el conjunto de la sociedad española, tras muchos años de lucha y esfuerzo, han desaparecido casi de repente o se han visto totalmente desvirtuadas. Salarios, jornada, condiciones de trabajo, convenios colectivos, prestaciones por desempleo, vivienda, enseñanza, salud, pensiones,  libertades y derechos cívicos, acceso a la justicia, etc. La pobreza crece, ha vuelto la emigración como única salida para cientos de miles de nuestros jóvenes. La brecha social se agranda con un retroceso de muchas décadas.

Lo peor de todo es que, lejos de considerar esta situación como algo circunstancial, pasajero o transitorio, nuestros actuales gobernantes en Europa y en España, nos la muestran ya sin disimulo ¡como una situación ideal! como la ansiada meta alcanzada para admiración de otros países. Dice el Presidente Rajoy que hemos dejado pasmado al mundo entero, que somos un gran país, que ahora nuestra economía es “mas fiable”, “más flexible”, “más competitiva”, y que hemos “evitado el riesgo del rescate”, aunque hace dos años nuestra deuda era del 65% del PIB y ahora alcanzó ya el 98,5%. Quiere decir con ello que “las reformas son estructurales”, son para quedarse, y quien pretenda recuperar los derechos perdidos, será culpable de volver a colocar en riesgo a la economía.

Debe de ser por esto último que la actual oposición política que se dice de izquierdas (salvo alguna excepción) está como acomplejada, medrosa, incapaz de levantar la voz, y decir con claridad que si llega al poder derogará la reforma laboral del PP, recuperará el derecho a la negociación colectiva y su efectividad, subirá los salarios y repartirá mejor los beneficios en las empresas, reformará el sistema fiscal, recuperará para lo público la sanidad privatizada, la enseñanza pública gratuita e igual para todos, recuperará el poder adquisitivo de las pensiones actuales y futuras, garantizará el derecho a una vivienda digna, el derecho al trabajo, la justicia para todos, y abrirá de nuevo el camino para una sociedad mas justa, de hombres y mujeres libres e iguales.

El movimiento sindical por su parte, tal vez aturdido y perplejo por los sucesivos golpes y la derrota, ha perdido capacidad de reacción. El paro masivo y la extensión de la pobreza distancian a los trabajadores de las organizaciones sindicales. Una parte notable de sus actuales cuadros dirigentes, huérfana quizá de la formación ideológica y política necesaria para interpretar con acierto lo que está pasando, habituada a una acción sindical mas “gestora de servicios” que de lucha reivindicativa, tiene dificultades para acertar con el camino adecuado que lleve a la clase trabajadora a recuperar los derechos perdidos. Estoy seguro sin embargo que lo encontrará, pues su concurso es imprescindible.

Este 1º de mayo de 2014 se celebrará en plena precampaña electoral, a poco mas de 20  días de las elecciones para la 8ª  Legislatura del Parlamento Europeo, con una economía europea estancada, 20 millones de parados, y el llamado estado del bienestar amenazado,  en claro retroceso, o destruido ya en alguno de sus países miembros. Sin embargo, por ahora al menos, se escucha poco, o nada, hablar de recuperar los derechos que nos han arrebatado y de poner freno de una vez al saqueo a que nos someten las multinacionales y la banca.

Un gran temor nos acompaña estos días a muchos. Que el pacto de gobierno entre el Partido Socialdemócrata Alemán, y la CDU de Ángela Mérkel, acabe extendiéndose expresa o tácitamente al conjunto de Europa tras las próximas elecciones. Espero y deseo que esto no se produzca, porque de ser así, vendría a confirmar que las desgraciadas reformas que en estos dos años nos han impuesto no tienen nada de coyunturales.

Claro que no por ello la clase trabajadora daría por buena esta situación. Al contrario, se trataría y se trata en cualquier caso de renovar la lucha con más fuerza y acierto todavía, tanto en el terreno sindical como en el político. La historia del 1º de Mayo nos recuerda que solo así se consiguió avanzar, y solo así se podrá recuperar lo expoliado.

Xesús Mosquera Sueiro / 21 de Abril de 2014

domingo, 20 de abril de 2014

A 40 años de la revolución portuguesa

El "Estado Novo" había creado el mito de que Portugal solo contaría en la esfera internacional si mantenía, junto con la metrópoli, a sus colonias, que se extendían por África y Asia. Eran todo uno, no era concebible un Portugal sin sus posesiones ultramarinas. Pero esto se convirtió en un problema cuando la ONU empezó a exigir a la dictadura portuguesa que procediese a la descolonización, consecuencia de la política imperante tras la segunda guerra mundial. Todavía lo tuvo más difícil la dictadura portuguesa cuando Francia y España optaron por la descolonización de Marruecos y más tarde -España- Guinea y otras plazas. Había pues una grave contradicción entre una cosa y la otra. 

No pocos militares, sobre todo entre la oficialidad media, se fueron dando cuenta de que mantener las colonias en la década de los sesenta era una aberración, no solo por la sangría de dinero y hombres que sufría Portugal, sino porque se violaban derechos fundamentales. Los partidos de izquierda, en la clandestinidad, denunciaron aquella contradicción y trabajaron dentro del ejército ganándose apoyos, sobre todo el Partido Comunista Portugués. Así sería posible que en 1974, hace cuarenta años, una revolución pacífica -pero en la que la violencia pudo surgir en cualquier momento- llevase a Portugal a una democracia homologable a las restantes europeas. 

El origen y el proceso fue muy distinto al caso español, donde una oposición a la dictadura franquista se manifestó débil para imponer la democracia, además de que el ejército estaba en contra de ello. Pero a la postre la llegada fue la misma para ambos países: ahora se turnan partidos conservadores y socialistas en el poder y no se ha llegado a ninguna transformación económica que rompa con las lacerantes desigualdades entre la población. Esto se explica porque las fuerzas conservadoras y progresistas moderadas suelen llegar a pactos tácitos o expresos para renunciar a una verdadera transformación social a cambio de la democracia formal, mínimo exigible. 

La primera Constitución portuguesa tras la revolución de 1974 proclamaba que Portugal tenía como destino establecer el socialismo en el país: vana ilusión. Ni los socialistas consideraron posible que así fuese ni los partidos conservadores estuvieron dispuestos a consentirlo. Además la sociedad portuguesa tampoco quiso un salto tan arriesgado y fuera de toda protección por parte de la Europa del momento: dicha población lo demostró con sus votos elección tras elección. El Partido Comunista portugués, por su parte, nunca tuvo el apoyo suficiente, aquel que parecía tenía cuando ocupó el poder en los primeros años aliado a una pequeña parte del ejército. 

De todas formas la revolución portuguesa abrió muchas posibilidades al país: elecciones libres, libertad de prensa, de opinión, religiosa, partidos políticos, sindicatos, el asociacionismo afloró por doquier y, junto con la transición española, que siguió a la muerte del general Franco, la entrada en la Unión Europea (de forma efectiva el 1 de enero de 1986). A cambio Portugal (y España) debían dejarse de veleidades; debían aceptar la economía de mercado (cuando todavía no había caído el mundo comunista) y colaborar en los programas de defensa occidentales (Portugal era antiguo miembro de la OTAN).

Aquella revolución sirvió para apartar a unas cuantas familias del poder político cuando lo habían monopolizado durante décadas, pero no sirvió para apartarlas del poder económico; muy al contrario, se afianzaron como consecuencia de que la revolución no siguió por el camino de las que se habían producido en los países con régimen comunista, sino por el camino que "occidente" marcó. De otra forma Portugal no podría integrarse economicamente. Parece que la revolución "de los claveles" llegó tarde para que pudiese ser otra cosa que lo que fue: poco después el mundo comunista se desmoronaría, China consolidaría una dictadura que ya venía de antiguo, pero con el capitalismo como sistema económico indiscutible, por muy importante que sea la intervención del Estado en la economía. 

Hoy solo nos queda felicitar a aquellos que protagonizaron la revolución portuguesa hace cuarenta años. Queda perdir a las nuevas generaciones que no olviden aquel origen, pues de lo contrario es imposible seguir avanzando en logros sociales que todavía estan por conquistar. Desearlo por parte de todos los que nos reclamamos contrarios a un mundo injusto como el actual. 

L. de Guereñu Polán. 

miércoles, 16 de abril de 2014

DIARIO EL PAÍS ¡QUIEN TE HA VISTO Y QUIEN TE VE!

Ayer día 15 de abril, cuando estaba a punto de finalizar el programa de la SER, hora 25, se anunciaba una “primicia informativa” que publicaría el día siguiente el diario El País sobre un fraude a gran escala en los cursos de formación en Andalucía.

Efectivamente, en la edición impresa distribuida en Galicia de El País de hoy, se publica como noticia de portada un gran titular: “ANTICORRUPCION RASTREA UN NUEVO FRAUDE MASIVO EN ANDALUCIA. La policía investiga un mal uso de decenas de millones en formación”. Gran reportaje interior en las páginas 10 y 11, en el que se habla de formación, fraude, anomalías, seguridad social, UDEF, informes varios, Junta de Andalucía, PSOE, agentes, particulares interrogados, etc. etc. pero ni un solo nombre, ni cifra concreta que no sean las oficiales de los presupuestos autonómicos. Eso sí, confundida entre tanta información, se dice también que “la investigación es muy incipiente”.

En el interior,  en la página 14, otra noticia nueva sobre Bárcenas, ésta titulada “EL JUEZ ORDENA INVESTIGAR TODAS LAS CUENTAS DE BARCENAS Y SU FAMILIA”. En la letra pequeña de la noticia y casi al final se habla de la petición del  Juez al PP para que aclare de una vez todo lo concerniente a los poderes otorgados a Bárcenas dadas las declaraciones contradictorias de María Dolores de Cospedal. Nada se dice del plazo de 5 días dado por el Juez para ello, que sí mencionan otros medios. En la misma página otra noticia: LA ACUSACION PREGUNTA A CAMPS POR SUS REUNIONES CON URDANGARIN”.

Las tertulias mañaneras de radio y televisión se despachan durante largo tiempo con  el tema de Andalucía. Se dice de todo, de modo impreciso pues no hay más datos que los muy generales, y sin precisiones de ningún tipo, pero todos tienen algo que decir. Lo importante no parece lo que se dice, sino de lo que se habla. Por cierto, hubo quien acertadamente señaló que lo que pueden ser indicios, muy lejos aún de una posible demanda judicial en firme, se haya convertido ya en todo un acontecimiento mediático y en un hecho cierto de dimensiones que no sabemos si se corresponden o no con la realidad.

 Ya por la tarde, la edición digital de El País en las paginas de Andalucía, titula “LA JUNTA EXIGE A INTERIOR QUE RECTIFIQUE SOBRE LOS CURSOS DE FORMACIÓN”. Por primera vez parece que alguien da la cara. Comparece el Consejero de Educación, Cultura y Deporte, Luciano Alonso, exigiendo “una rectificación inmediata” al Ministerio del Interior en sus informaciones sobre el posible fraude en ayudas para cursos de formación en Andalucía.

En concreto, el Consejero:

-          Pide que el Ministerio del Interior explique de donde ha sacado los datos para hablar de fraude masivo en la comunidad.
-          Aclara que desde 2007 han solicitado 480 requerimientos de información y se han abierto 56 expedientes de reintegro.
-          Sobre el supuesto de que la Comisión Europea haya anunciado que pedirá explicaciones al Gobierno Andaluz sobre el posible fraude, el Consejero ha remitido a Bruselas a pedir las explicaciones al Ministerio del Interior, y ha lamentado no haber podido contactar por teléfono con sus responsables a lo largo de la jornada.

El Ministerio del Interior parece que está mudo, pero no así el PP de Andalucía que raudo y veloz ha pedido a través de su Presidente Juan Manuel Moreno (ahora si aparecen nombres) “la comparecencia inmediata” de la Presidenta del Gobierno andaluz, Susana Díaz,  en el Parlamento, ya que “si se confirmaran las informaciones aparecidas sería gravísimo”, porque “se estarían robando las oportunidades y los sueños de cientos de miles de andaluces”, según información de Europa Pres que recoge ahora ya de rebote El País.

Eso sí, una vez que la “bola de nieve” ha empezado a dar vueltas, una “fuente oficial” (tampoco se dice quien) del Ministerio del Interior desmiente categóricamente haber realizado ninguna filtración sobre ninguna operación abierta. (Faltaría más). La fuente de Interior asegura también  que la UDEF y la Tesorería General de la Seguridad Social, a raíz de unos datos detectados por la Seguridad Social, “viene realizando desde hace unos meses una investigación abierta con la máxima reserva y con total discreción”.

Hasta aquí los hechos acaecidos en menos de 24 horas. Vayan por delante dos cosas: La primera, que bienvenidas sean las denuncias y las informaciones de los medios de comunicación sobre cuantos casos de irregularidades o corrupción en la gestión de los organismos públicos se conozcan. La segunda, que lo anterior no debe estar reñido con el rigor informativo, la información contrastada, y la independencia frente a los diversos poderes, muy particularmente al del Gobierno y al del dinero.

En este caso, el proceder de El País (lo llevo comprando desde que salió su primer número en 1976) no solo no me parece el correcto, sino que se parece muchísimo a las viejas técnicas del montaje por encargo de polémicas interesadas al servicio de otros, en este caso del Gobierno que es quien filtra la noticia pero no da la cara. Algo propio de otros medios pero no de este diario, al menos hasta ahora. Es evidente que las cosas han cambiado mucho y no para bien, y parecen fundados los temores de que la llegada del nuevo director puede ser la señal y el principio de un giro de gran calado en su orientación, consecuencia sin duda de los cambios en la composición del accionariado del Grupo Prisa.

No me está gustando la información que desde hace tiempo ya, se viene ofreciendo sobre Latinoamérica, y en concreto me parece muy sesgada y poco rigurosa en lo referente a Venezuela y Argentina.

Volviendo a Andalucía, el tratamiento informativo dado a lo acontecido entre la Presidenta de la Junta y la Consejera de Fomento y Vivienda, a raíz de la adjudicación inadecuada de algunas viviendas sociales, y la subsiguiente ruptura durante 24 horas del pacto de gobierno entre el PSOE e IU, tampoco me pareció la adecuada.

Estoy convencido de que existen núcleos de poder e influencia para los que el pacto PSOE-IU en Andalucía no es una buena referencia, y que incluso lo consideran un mal ejemplo, y por lo tanto a no seguir ante el previsible escenario político resultante de las próximas elecciones generales. ¿Estará nuestro querido diario metido en estos enjuagues? Pues, por todo lo dicho y lo que vamos percibiendo, no me extrañaría.

Xesús Mosquera Sueiro / 16 de abril de 2014


As estatísticas e o milagre de Fátima

Acabamos de coñecer distintas estatísticas: a primeira é que en España un de cada tres nenos, un de cada tres menores de 18 anos, vive en risco de exclusión e en no umbral da pobreza. Son datos que aporta “Save the Children". Son datos que aportan entidades internacionais e que o goberno de España oculta, e apuntalan a realidade descrita no seu momento por Cáritas. 

Outra estatística é que os cinco primeiros postos de rexións europeas con maior taxa de paro ocupanos rexións españolas: Andalucia, Ceuta, Melilla, Extremadura e Canarias. Neste ranking, revisado recientemente, temos unha praza máis que no anterior. “La recuperación en España va sobre ruedas, ha empezado la recuperación en España”, Fátima Báñez, Ministra de Traballo. Mirade polo espello retrovisor, a que non vedes a crisis?, porque está moi, moi lonxe. Sin palabras.

Francisco Prego


lunes, 14 de abril de 2014

¿Quién te cura mejor, papá o mamá?

La compañía americana Bloomberg elaboró en 2013 el informe “Most Efficient Health Care: Countries” en el que la eficiencia del sistema sanitario de España resultó la mejor puntuada de los países europeos y ocupa el quinto puesto en una clasificación de 48 países. Dicho informe clasifica a cada país en función de tres criterios: esperanza de vida, coste per capita relativo de la sanidad y coste absoluto per capita del sistema. España solo es superada por Hong Kong que ostenta el mejor ratio de eficiencia, 92,6. A continuación figuran Singapur, Japón, Israel y después España.


Fuente: http://www.bloomberg.com/visual-data/best-and-worst/most-efficient-health-care-countries

Mientras en países en los que se utilizan sistemas privados de gestión, como en los Estados Unidos, el gasto público en sanidad es del 17% en relación con el PIB, en otros cómo Francia, con un sistema de gestión basado en las facturas, que paga el Estado, es del 11%. En España era del 7% según datos de 2009 del Ministerio de Sanidad, siendo uno de los más contenidos de Europa. Algunos expertos señalan que gran parte de la eficiencia del sistema sanitario español es  debida a una buena gestión consolidada durante toda la época de la democracia, a la calidad de los profesionales y a los salarios de los médicos, una cuarta parte más bajos que los de los estadounidenses, y un tercio inferiores a los ingleses.

En España, el saqueo al que están siendo sometidas las rentas medias y bajas, no tiene precedentes en la actual etapa democrática. El sistema sanitario no se libra y la memorable gestión de la Sra. Mato, ministra de Sanidad, y los dirigentes del Partido Popular en las Comunidades Autónomas, dejarán huellas imborrables en los anales de la vida de los españoles. Su sospechosa ignorancia también. La estrategia de los privatizadores compulsivos está diseñada para actuar en tres frentes, acompañada del repetitivo argumento de que “hay que hacerlo para ahorrar, tenemos que ser austeros y no queda más remedio”.

El primer frente consiste en deteriorar el sistema, asegurándose de que no funcione o funcione mal. El mensaje vertebral empleado consiste en prometer algo parecido a un milagro: bajar en miles de millones las asignaciones presupuestarias en el capítulo sanitario sin que los ciudadanos notemos deterioro alguno en el servicio. Con una ensalada de cifras que bailan, aderezada con la palabra mágica de la austeridad, se desparramara la confusión manteniendo ante la opinión pública y ante su cuerpo electoral que el alcance de los recortes no son tantos y, además, eran necesarios. Algunos expertos calculan que el coste de los servicios sanitarios por habitante resulta un 33% más caro. Aunque es difícil de precisar ante el ocultismo e imprecisión de los datos que proporciona el Partido Popular.

El segundo frente es descapitalizar el sistema atacando su sostenibilidad financiera, la calidad del servicio y el compromiso de sus profesionales. Con una estrategia de comunicación dirigida a generar un clima informativo de confusión diluyendo los costes políticos y consolidando la percepción de que la sanidad pública es un caos a punto de explotar. Intentan minar la confianza de los ciudadanos en sistema público sanitario y que acabemos pensando que el sistema privado es más confiable. Allí, por lo menos, si pagadas te atienden. Y si pagadas mucho te atienden antes y mejor.

El último frente de actuación es el desmantelamiento y puesta en venta a trozos de distintos servicios sanitarios que se van transfiriendo gradualmente a manos privadas. Así, en 2005 la Comunidad de Madrid encargó a las constructoras OHL y Sacyr levantar los edificios de los hospitales, y les encomendó su mantenimiento y los servicios administrativos a cambio de un canon anual. Con estas operaciones, las constructoras, propietarias de Phunciona y HC, adjudicatarias de la parte no sanitaria de los hospitales, daban cabida a LBEIP BV, un fondo dedicado "la gestión de fondos de pensiones" y "perteneciente a Lloyd´s Banking Group", aliado estratégico del Banco Sabadell, en la dirección administrativa de los centros hospitalarios. Era el final en la aplicación de la lógica del mercado que inspiró la creación de los hospitales. En 2010 el Gobierno decidió aumentar lo que les pagaba cada año. Entre los hospitales que vieron su canon aumentado estaban los de Henares (que vio o su alquiler de 15 millones aumentado en 110.029 euros); Infanta Cristina (que sumó 236.385 euros a sus 14 millones por año) y Sureste (582.699 euros añadidos a los 10 millones iniciales). Un año después, las concesionarias pidieron por escrito un nuevo incremento global de 80 millones para evitar "el colapso". Tres años después y antes de una década del encargo del Gobierno dirigido entonces por Esperanza Aguirre, algunos de los contratistas se retiran y dejan una buena parte de la sociedad en manos del mencionado fondo.


Contemplamos ahora la entrada de fondos de inversión opacos y empresas que cotizan en la bolsa en las empresas creadas ad hoc, que resultaron adjudicatarias de áreas y servicios del sistema sanitario público en las Comunidades de Madrid y Valencia. Escuchamos a todo tipo de gobernantes, tertulianos y otros defensores de lo indefendible una serie de alegatos que aterrizan siempre en la misma frase: “No se privatizan los hospitales, sólo se está privatizando su gestión”. Con esa afirmación pretenden dejar resuelto el debate y así ya no tiene sentido continuarlo. Tan satisfechos están con la supuesta fortaleza de esa aseveración que no hay debate público en el que no se escuche. Se difunde como consigna, como argumento irrefutable que demuestra que no se está privatizando la sanidad, sino sólo una parte de ella. La estrategia consiste en esperar que el receptor, que normalmente no sabe bien en que consiste el impreciso concepto de “gestión”, concluya que es una parte poco importante de los servicios sanitarios.

El engaño reside en que la “gestión” en un hospital público lo es todo. La “gestión” es la asunción y ejercicio de responsabilidades sobre un conjunto de actividades que incluye nada más y nada menos que la disposición de los recursos y las estructuras necesarias, la coordinación de las tareas y la rendición de cuentas. Y con eso abarcamos todo lo que es importante en un centro sanitario. Lo único que dejan al margen, lo único que no se privatiza, es la titularidad del edificio y de una parte de las infraestructuras. Justo dejan sin privatizar aquello que no da beneficios. Lo que es rentable se dejara en las manos de unos pocos, lo que no es rentable sigue como público. Y lo más importante de todo esto es que todas las decisiones van dirigidas a la búsqueda del mínimo coste y máximo beneficio. No olvidemos que la diferencia más importante entre la gestión privada y la gestión pública es que la primera busca el beneficio. Si para ganar más hay que retribuir peor a los trabajadores, comprar medicinas más baratas, reducir el abanico de especialistas por enfermo, o mandarlo para casa aunque no esté curado... se hace.

La gestión de la sanidad privada resulta “objetivamente” mejor que la pública. Llegué a esta conclusión hace 25 años cuando una secretaria de la aseguradora “La Unión Madrileña” me ofrecía integrarme como cliente cuando finalizó de explicarnos amablemente que mi abuelo, después de estar pagando el recibo casi toda la vida, ya no podía continuar como cliente. La sanidad es para los conservadores el gran negocio, y para el sector privado ávido de aplicar sus métodos de “gestión”: mientras el paciente no es demasiado viejo, no sufre patologías crónicas o no precisa tratamientos estándar, pero se convierte en un problema cuando el paciente se hace anciano y padece enfermedades crónicas y costosas terapias avanzadas. Separar este tipo de pacientes ofreciéndoles servicios diferenciados es el gran negocio y, sí además, se transfieren costes de la red rentable a la asistencial, el negocio es magnífico.

Aún siendo rentable la gestión privada, que es mucho decir, es claramente ineficiente. Dispone de opciones que no tiene la gestión pública, y el éxito de las aseguradoras privadas radica en que pueden seleccionar a sus clientes, aceptar solamente a aquellos que le son rentables y rechazar o excluir a los no rentables. En un hospital privado nunca hay enfermos en los pasillos porque  se quedan en la calle sin poder entrar. A partir de esta evidencia, toda comparación con intención de contrastar ambas opciones para que una resulte vencedora, nos invita a asistir a un combate amañado. Por lo tanto resulta estéril discutir esta cuestión.

La parcial victoria del discurso conservador está en que consigue imponer el frame o “marco de pensamiento”, descritos por el Catedrático de Ciencia Cognitiva y Lingüística de la Universidad de Berkeley en su famoso libro “No pienses en un elefante”. La trampa está en someternos a la discusión más absurda que nos podamos imaginar y que se parece mucho la pregunta que se hace a los críos: ¿a quién quieres más, a papá o la mamá?. Simplifican el mensaje con éxito comunicativo, e insisten en plantearnos el dilema de escoger: ¿qué es mejor la gestión pública o la gestión privada?. La comparación carece bastante de lógica o de sentido y resulta improductiva.
De momento, la teoría está fallando y la realidad funciona de otro modo. Las reivindicaciones sociales de cambios y avances en la gestión de la sanidad pública no ocultan deseos de cambiar a la sanidad privada, y se basan más en la convicción de que sanidad pública aporta más confianza que la sanidad privada.

En política las casualidades no existen, recordemos las puertas giratorias que tuvo uno de los momentos más infames en la conferencia que Juan José Güemes, ex Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, impartió en el Hotel Ritz a 150 empresarios del sector sanitario y de la construcción, previo pago de 1.200 euros, bajo el título “Aproveche las oportunidades de negocio para su empresa”. Dos años después, él también aprovechó las oportunidades de negocio generadas con las privatizaciones, se fue a trabajar la Unilabs, que forma parte de Capio Capital, y al IE Bussines School.



La sanidad pública representa uno de nuestros mayores éxitos colectivos como sociedad y del sistema democrático. Podemos y debemos sostenerla porque es barata y de calidad en relación al dinero que le dedicamos. Es uno de nuestros más importantes signos de modernidad y progreso. Los grandes desafíos están en que tiene cambiar y adaptarse y mejorar para ser más eficaz y eficiente.

"Un ingeniero de verdad construye puentes, edificios. Un ingeniero financiero, que gana entre 4 y 100 veces más, construye sueños. Y cuando estos sueños se transforman en pesadillas, otras personas pagan por ello".

“Las finanzas lo controlaron todo y más o menos... arruinaron el país”.

Citas del documental de Charles Ferguson “INSIDE JOB: HISTORIA DE La AVARICIA” premiado en 2011 con el Oscar al Mejor Documental.

Autor: Francisco Prego

Ante el 14 de abril

Hace más de 140 años de la I República española y más de 80 de la II. Hoy se cumple un aniversario más de aquella explosión de esperanza que no se pudo traducir en realidad por los errores de los gobiernos, la exaltación de muchos españoles y la actitud criminal de, por lo menos, la mitad del ejército y los señoritos de siempre. Los gobiernos de la I y II Repúblicas estaban animados de un espíritu realmente democrático, avanzado y generoso; sus adversarios más poderosos estaban a su suyo. Un sector importante de la población española salió a la calle a incendiar iglesias (esta práctica procede del siglo XIX) y a ocupar tierras porque estaba harta de esperar a que los grupos dirigentes de la sociedad española democratizasen realmente el país dando paso -de forma resuelta- a un reparto de la renta y de la riqueza. Esto nunca se produjo en España.

Los republicanos siempre estuvieron divididos: los centralistas y unitarios como Castelar, los federalistas como Pi i Margall, los cantonalistas que querían volver a refundar España cuando este era uno de los Estados más antiguos de Europa. Hoy también están divididos los republicanos en multitud de grupúsculos que reclaman "la III República española", como si esto fuese tan fácil, como si no se necesitase un consenso general que no se da. Además los republicanos españoles están hoy en diversos partidos ya constituidos, raramente hay republicanos que constituyan una fuerza electoral digna de tenerse en cuenta en el conjunto de España. El Partido Socialista, por ejemplo, hace mal en no tener presente el sentimiento republicano de parte de sus bases, sobre todo en la mitad sur de España y en las grandes ciudades. 

En la II República el republicanismo, fiel a su tradición, siguió dividido: Esquerra Republicana estaba circunscrita (como ahora) a Cataluña, el Partido Republicano Radical estuvo en manos de un dirigente que basculó tanto a la derecha que terminó por apoyar al general Franco, el Partido Republicano Radical Socialista nunca dejó de ser un grupo de notables sin verdadero arraigo en la población campesina e industrial; Manuel Azaña intentó agrupar al republicanismo democrático y de izquierdas hasta que desembocó en Izquierda Republicana, Martínez Barrio tuvo que cambiarse de partido ante la decepción que sufrió en el suyo original, otros republicanos como Casares Quiroga o Portela Valladares no fueron sino apéndices de pequeños partidos republicanos siempre divididos. 

El republicanismo, además, por si mismo, no es una ideología definida: lo hay conservador y progresista. Los republicanos que se precien, si realmente quieren jugar un papel político en la España de hoy y de mañana, deben unirse y formular un programa que den a conocer a la sociedad. Salir a la calle con banderas tricolores está bien, pero no es suficiente; lanzar proclamas contra la monarquía borbónica es poca cosa y en ocasiones ingenuo, porque hay una porción muy numerosa de la población española que, siendo más o menos monárquica, no estaría hoy por un salto al régimen republicano si esto no significa una nueva ilusión en la que creer. Además hará falta que la monarquía se descompusiese más de lo que está, que no es suficiente porque tiene medios, funcionarios, correveidiles, convencidos defensores a su disposición, incluso los dos partidos mayoritarios de España.

Podemos conmemorar con orgullo el nacimiento de la II República española y recordar la bonhomía de los hombres de la I República, pero al mismo tiempo ser conscientes de que la militancia republicana, hoy, es bastante más que hacer algaradas esporádicas. Exige reflexión, formulación de programas claros y conocidos, extensión de una idea fundamental: que la fórmula republicana, si es avanzada y radicalmente democrática, es moderna y moralmente superior a la monarquía. Si además los que se llaman republicanos son honestos (virtud escasa hoy) mejor todavía. 

L. de Guereñu Polán.

miércoles, 9 de abril de 2014

MIENTRAS NOS ROBAN LA CARTERA Y LOS DERECHOS ¿SESIÓN DE ILUSIONISMO?

Los mismos que aprobaron e impusieron la reforma laboral para facilitar un millón de despidos y la sustitución de otro millón de empleos fijos por trabajos temporales y en precario. Los mismos que caparon la negociación colectiva para propiciar un descenso generalizado de los salarios y la indefensión futura de los trabajadores y sus familias.

Los mismos que contra viento y marea están forzando la privatización y mercantilización de la sanidad y la enseñanza, imponiendo además dogmas religiosos. Los que están destrozando el sistema público de pensiones y empobreciendo a los pensionistas al reducir de por vida sus ingresos. Los que han inutilizado la Ley de Dependencia, privatizado, recortado o suprimido los servicios sociales, agravando y extendiendo las situaciones de pobreza, enfadándose por encima, y con descaro, por las denuncias no de los sindicatos, sino de Caritas.

Los que politizan y manipulan la justicia en su provecho y excluyen de la misma a los que no pueden pagarla. Los que recortan becas e imponen tasas impagables para muchos para acceder a los comedores escolares, pero aumentan el presupuesto y el gasto en “material antidisturbios” y encarcelan e imponen multas millonarias, cuando no palizas indignas a los que protestan.

Los que otorgan generosas ayudas y prebendas a los medios de comunicación que les adulan, pero niegan la financiación y propician la asfixia y el cierre de aquellos que los critican, y despiden a los periodistas que se atreven a decir la verdad

Los que imponen recortes y sacrificios a los trabajadores y sus familias, pero promulgan con descaro amnistías fiscales para los defraudadores y especuladores. Los que diseñaron la estafa de las preferentes para apropiarse de los ahorros de miles de familias sobre todo de jubilados.

Los que se enriquecieron con la especulación urbanística y el ladrillo, construyendo y financiando cientos de miles de pisos destinados a la especulación, que ahora no se pueden vender, aun que hay otros cientos de miles de personas que los necesitan pero no los pueden pagar. Los que con estas prácticas han llevado a la quiebra a las Cajas de Ahorro, cargando a los contribuyentes los ¡110.000 millones de euros! que ha costado de momento su saneamiento, y lo que es peor: conduciendo por un lado a la desesperación y a la pobreza, a cientos de miles de familias arruinadas por los bancos y sus hipotecas, con incluso casos de suicidio, y por otro la generalización de la corrupción política, al amparo de todo ello.

Los que tras dos años de gobierno, y después de todas las “medidas” mencionadas, han subido la deuda pública del 65%  situándola al borde del 100% del PIB e hipotecando gravemente nuestro futuro durante muchos años.

Los que han convertido la mentira en su principal “habilidad política”, y presumen junto a los “expertos” de la banca de que esta es la única política económica posible, vuelven a mentir y engañar. Les va bien a la banca y a las multinacionales, pero a la mayoría  de las pequeñas y medianas empresas, que son el principal tejido productivo del país, no, todo lo contrario. Para muchos de nuestros jóvenes la única opción posible vuelve a ser la emigración.

Mientras esto sucede, ayer asistimos al gran acto en el Congreso de los Diputados, anunciado desde muchos días antes, sobre la petición del Parlamento de Cataluña para que se transfiera a esta comunidad la facultad para convocar un referéndum sobre su independencia. El acto, que tuvo lugar a mes y medio de las elecciones al Parlamento Europeo, fue televisado en directo y seguido con gran despliegue informativo por parte de radios, televisiones, periódicos, tertulianos y columnistas varios a lo largo y ancho del país, con despliegue que dejó pequeño al partido de futbol entre el Real Madrid y el  Borussia Dortmund.  El diario El País de hoy, además de un gran titular y foto en primera página, le dedica el editorial y siete páginas completas más. Lo mismo los demás diarios. Las emisoras de radio y los diversos canales de televisión llevan con ello todo el día, y seguro que seguirán en los próximos

Los mismos lideres y partidos políticos que durante estos dos años, fieles a las órdenes del BCE, de La Comisión Europea, del FMI, de Alemania y de un Partido Popular Europeo que controla todas las instituciones comunitarias, no solo aplicaron hasta el extremo las exigencias de eso que llaman “los mercados”, sino los postulados mas reaccionarios e injustos de sus propios programas, han protagonizado ayer el debate y las posteriores declaraciones a los medios,  no con preocupación por cierto, sino extrañamente relajados y aparentemente felices.

Sucede todo ello después de que Mariano Rajoy anunciase solemnemente el pasado día 26 de marzo que “la crisis ha terminado” (ni mas ni menos), y que el Tribunal Constitucional (esta vez si que se dio prisa) anunciase un día antes su decisión unánime de declarar inconstitucional la declaración soberanista que había aprobado el Parlamento Catalán.

No voy a negar la importancia y trascendencia del tema, aunque si tengo la impresión de que la polémica y la confrontación en torno a este asunto, le gusta a sus principales protagonistas y no les veo prisa alguna en tratar de buscar una salida.

A Convergencia y Unió, le está permitiendo lavarse la cara tras el fiasco electoral del 2012, y ofrecer una válvula de escape ante las formidables movilizaciones sociales habidas contra los recortes, la supresión de derechos y las privatizaciones de la sanidad y demás servicios públicos. La energía de aquellas protestas se ha conseguido canalizar ahora a favor de la independencia, del derecho a decidir, contra el Gobierno del PP en Madrid, y también contra su principal rival político: el PSC-PSOE, al que han contribuido a sumir en una importante crisis interna. Electoralmente tienen un discurso y coartada política con los que ocultar su absoluta complicidad con la política de Mariano Rajoy a lo largo de estos dos años en todo, menos en la tajada económica que se le asigna.

Por razones similares, la situación le favorece también a Esquerra Republicana de Cataluña, que no ha tenido empacho alguno en criticar al gobierno del PP en Madrid, pero apoyar en Cataluña esa misma política reaccionaria y favorable únicamente a los intereses de las grandes multinacionales, llevada a la práctica allí por el gobierno de CIU, incluida la represión de los “Mossos d’Esquadra”,  brutal a veces y condenada en varias ocasiones por los tribunales de justicia.

Y al PP, claro, le viene de perlas. Hablar de pararle los pies a los catalanes, de cantarle las verdades sobre la unidad de España y su Constitución, no solo sirve de magnífica cortina de humo para ocultar la gravedad de la situación social, sino que ofrece un escenario distinto para hablar y pronunciar discursos tras declarar que se acabó la crisis. Además este discurso en Cataluña y sobre todo en el resto de España gratifica a las bases del PP y le sigue dando votos.

El PSOE por su parte, aunque ha conseguido ofrecer una salida adecuada con su propuesta del Estado Federal y la reforma de la constitución, ha sido arrastrado a un escenario que no es el adecuado para un partido que se dice de izquierdas. Bien está la afirmación de Rubalcaba diciendo que no son nacionalistas sino socialistas, pero hasta ahora ha faltado coherencia, fuerza y convicción, no sólo frente a las medidas del PP, sino ante las imposiciones de la llamada “troika”. Tampoco este de los nacionalismos (español y catalán) es terreno propicio para IU, tocada igualmente además por diferencias con sus socios catalanes.

Al mundo financiero, a las multinacionales, a las grandes empresas, a instituciones como la CEOE, la jerarquía católica, o las instituciones comunitarias, el tema parece que no les preocupa, al menos por ahora. Parecen satisfechos con la situación. Al fin y al cabo el PP y la mitad de CIU (Unió Democrática de Cataluña) son socios en el mismo Partido Popular Europeo. Pienso que la cosa podría ser muy diferente, si por ejemplo en Cataluña apareciese un gran yacimiento de petróleo. Pero no es el caso.

Creo que la situación existente en Cataluña y el problema derivado de su relación con el resto de España, siendo importante, tiene solución si hay voluntad política para ello. Hoy parece que a la mayoría de los principales protagonistas políticos intentar siquiera una solución no les interesa, la confrontación les resulta rentable a unos y a otros pues se avecinan convocatorias electorales y ello les sirve para tapar en parte el gravísimo estropicio social y económico que han creado.

Los que no podemos dejar que ilusiones alejadas de nuestra dura realidad, pero hábilmente manejadas por ellos sirvan de señuelo para engañarnos otra vez, somos los trabajadores. Nos están robando el dinero y los derechos y no tienen intención de devolverlos, no lo olvidemos. Por nosotros, por nuestros hijos y nuestros compañeros y compañeras, no queda mas camino que la lucha, en todos los frentes, incluido por supuesto el electoral. Quieren que nos quedemos en casa, que no vayamos a votar, Nos vienen a decir ¿total para que si todo seguira igual? Mienten y lo saben, quieren que le dejemos la política solo para ellos. Si damos eso por bueno, si dejamos de ir a votar, también nos acabaran quitando ese derecho.

Xesús Mosquera Sueiro / 9 de abril de 2014