Los mismos que aprobaron e
impusieron la reforma laboral para facilitar un millón de despidos y la
sustitución de otro millón de empleos fijos por trabajos temporales y en
precario. Los mismos que caparon la negociación colectiva para propiciar un
descenso generalizado de los salarios y la indefensión futura de los
trabajadores y sus familias.
Los mismos que contra viento y
marea están forzando la privatización y mercantilización de la sanidad y la
enseñanza, imponiendo además dogmas religiosos. Los que están destrozando el
sistema público de pensiones y empobreciendo a los pensionistas al reducir de
por vida sus ingresos. Los que han inutilizado la Ley de Dependencia,
privatizado, recortado o suprimido los servicios sociales, agravando y
extendiendo las situaciones de pobreza, enfadándose por encima, y con descaro,
por las denuncias no de los sindicatos, sino de Caritas.
Los que politizan y manipulan la
justicia en su provecho y excluyen de la misma a los que no pueden pagarla. Los
que recortan becas e imponen tasas impagables para muchos para acceder a los
comedores escolares, pero aumentan el presupuesto y el gasto en “material
antidisturbios” y encarcelan e imponen multas millonarias, cuando no palizas
indignas a los que protestan.
Los que otorgan generosas ayudas
y prebendas a los medios de comunicación que les adulan, pero niegan la
financiación y propician la asfixia y el cierre de aquellos que los critican, y
despiden a los periodistas que se atreven a decir la verdad
Los que imponen recortes y
sacrificios a los trabajadores y sus familias, pero promulgan con descaro
amnistías fiscales para los defraudadores y especuladores. Los que diseñaron la
estafa de las preferentes para apropiarse de los ahorros de miles de familias
sobre todo de jubilados.
Los que se enriquecieron con la
especulación urbanística y el ladrillo, construyendo y financiando cientos de
miles de pisos destinados a la especulación, que ahora no se pueden vender, aun
que hay otros cientos de miles de personas que los necesitan pero no los pueden
pagar. Los que con estas prácticas han llevado a la quiebra a las Cajas de
Ahorro, cargando a los contribuyentes los ¡110.000 millones de euros! que ha
costado de momento su saneamiento, y lo que es peor: conduciendo por un lado a
la desesperación y a la pobreza, a cientos de miles de familias arruinadas por
los bancos y sus hipotecas, con incluso casos de suicidio, y por otro la
generalización de la corrupción política, al amparo de todo ello.
Los que tras dos años de
gobierno, y después de todas las “medidas” mencionadas, han subido la deuda
pública del 65% situándola al borde del
100% del PIB e hipotecando gravemente nuestro futuro durante muchos años.
Los que han convertido la mentira
en su principal “habilidad política”, y presumen junto a los “expertos” de la
banca de que esta es la única política económica posible, vuelven a mentir y
engañar. Les va bien a la banca y a las multinacionales, pero a la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, que son
el principal tejido productivo del país, no, todo lo contrario. Para muchos de nuestros
jóvenes la única opción posible vuelve a ser la emigración.
Mientras esto sucede, ayer
asistimos al gran acto en el Congreso de los Diputados, anunciado desde muchos
días antes, sobre la petición del Parlamento de Cataluña para que se transfiera
a esta comunidad la facultad para convocar un referéndum sobre su
independencia. El acto, que tuvo lugar a mes y medio de las elecciones al
Parlamento Europeo, fue televisado en directo y seguido con gran despliegue
informativo por parte de radios, televisiones, periódicos, tertulianos y
columnistas varios a lo largo y ancho del país, con despliegue que dejó pequeño
al partido de futbol entre el Real Madrid y el
Borussia Dortmund. El diario El
País de hoy, además de un gran titular y foto en primera página, le dedica el
editorial y siete páginas completas más. Lo mismo los demás diarios. Las
emisoras de radio y los diversos canales de televisión llevan con ello todo el
día, y seguro que seguirán en los próximos
Los mismos lideres y partidos
políticos que durante estos dos años, fieles a las órdenes del BCE, de La
Comisión Europea, del FMI, de Alemania y de un Partido Popular Europeo que
controla todas las instituciones comunitarias, no solo aplicaron hasta el
extremo las exigencias de eso que llaman “los mercados”, sino los postulados
mas reaccionarios e injustos de sus propios programas, han protagonizado ayer el
debate y las posteriores declaraciones a los medios, no con preocupación por cierto, sino
extrañamente relajados y aparentemente felices.
Sucede todo ello después de que
Mariano Rajoy anunciase solemnemente el pasado día 26 de marzo que “la crisis
ha terminado” (ni mas ni menos), y que el Tribunal Constitucional (esta vez si
que se dio prisa) anunciase un día antes su decisión unánime de declarar
inconstitucional la declaración soberanista que había aprobado el Parlamento
Catalán.
No voy a negar la importancia y
trascendencia del tema, aunque si tengo la impresión de que la polémica y la
confrontación en torno a este asunto, le gusta a sus principales protagonistas
y no les veo prisa alguna en tratar de buscar una salida.
A Convergencia y Unió, le está
permitiendo lavarse la cara tras el fiasco electoral del 2012, y ofrecer una
válvula de escape ante las formidables movilizaciones sociales habidas contra
los recortes, la supresión de derechos y las privatizaciones de la sanidad y
demás servicios públicos. La energía de aquellas protestas se ha conseguido
canalizar ahora a favor de la independencia, del derecho a decidir, contra el
Gobierno del PP en Madrid, y también contra su principal rival político: el
PSC-PSOE, al que han contribuido a sumir en una importante crisis interna.
Electoralmente tienen un discurso y coartada política con los que ocultar su
absoluta complicidad con la política de Mariano Rajoy a lo largo de estos dos
años en todo, menos en la tajada económica que se le asigna.
Por razones similares, la
situación le favorece también a Esquerra Republicana de Cataluña, que no ha
tenido empacho alguno en criticar al gobierno del PP en Madrid, pero apoyar en
Cataluña esa misma política reaccionaria y favorable únicamente a los intereses
de las grandes multinacionales, llevada a la práctica allí por el gobierno de
CIU, incluida la represión de los “Mossos d’Esquadra”, brutal a veces y condenada en varias
ocasiones por los tribunales de justicia.
Y al PP, claro, le viene de
perlas. Hablar de pararle los pies a los catalanes, de cantarle las verdades sobre la unidad
de España y su Constitución, no solo sirve de magnífica cortina de humo para
ocultar la gravedad de la situación social, sino que ofrece un escenario
distinto para hablar y pronunciar discursos tras declarar que se acabó la crisis.
Además este discurso en Cataluña y sobre todo en el resto de España gratifica a las bases
del PP y le sigue dando votos.
El PSOE por su parte, aunque ha
conseguido ofrecer una salida adecuada con su propuesta del Estado Federal y la
reforma de la constitución, ha sido arrastrado a un escenario que no es el
adecuado para un partido que se dice de izquierdas. Bien está la afirmación de
Rubalcaba diciendo que no son nacionalistas sino socialistas, pero hasta ahora
ha faltado coherencia, fuerza y convicción, no sólo frente a las medidas del
PP, sino ante las imposiciones de la llamada “troika”. Tampoco este de los
nacionalismos (español y catalán) es terreno propicio para IU, tocada
igualmente además por diferencias con sus socios catalanes.
Al mundo financiero, a las
multinacionales, a las grandes empresas, a instituciones como la CEOE, la
jerarquía católica, o las instituciones comunitarias, el tema parece que no les
preocupa, al menos por ahora. Parecen satisfechos con la situación. Al fin y al
cabo el PP y la mitad de CIU (Unió Democrática de Cataluña) son socios en el
mismo Partido Popular Europeo. Pienso que la cosa podría ser muy diferente, si
por ejemplo en Cataluña apareciese un gran yacimiento de petróleo. Pero no es
el caso.
Creo que la situación existente
en Cataluña y el problema derivado de su relación con el resto de España,
siendo importante, tiene solución si hay voluntad política para ello. Hoy
parece que a la mayoría de los principales protagonistas políticos intentar siquiera
una solución no les interesa, la confrontación les resulta rentable a unos y a
otros pues se avecinan convocatorias electorales y ello les sirve para tapar en
parte el gravísimo estropicio social y económico que han creado.
Los que no podemos dejar que
ilusiones alejadas de nuestra dura realidad, pero hábilmente manejadas por
ellos sirvan de señuelo para engañarnos otra vez, somos los trabajadores. Nos
están robando el dinero y los derechos y no tienen intención de devolverlos, no
lo olvidemos. Por nosotros, por nuestros hijos y nuestros compañeros y compañeras,
no queda mas camino que la lucha, en todos los frentes, incluido por supuesto
el electoral. Quieren que nos quedemos en casa, que no vayamos a votar, Nos
vienen a decir ¿total para que si todo seguira igual? Mienten y lo saben, quieren
que le dejemos la política solo para ellos. Si damos eso por bueno, si dejamos
de ir a votar, también nos acabaran quitando ese derecho.
Xesús Mosquera Sueiro / 9 de
abril de 2014