jueves, 26 de junio de 2014

DA BANALIDADE PRESIDENCIAL


Na actual lexislatura o Presidente Núñez Feijoo descubriu unha vocación viaxeira. Varias viaxes en poucos meses cun denominador común: vacuidade. En cada desprazamento, unha axenda para de encontros formais ou protocolarios, sen contido nin obxectivos. Con discursos, para os medios galegos, enchidos de tópicos ou de obviedades. En Panamá falou da importancia dos novos tráficos logo da ampliación do Canal. En Xapón da importancia do turismo, en Hamburgo do gas e da formación profesional. Nin acordos, nin convenios, nin representación empresarial con axenda de traballo.

Esa banalidade acada as veces cotas anacrónicas. Así, para un encontro con periodistas e operadores turísticos en Alemaña, promovese un stand no porto coa emigración, a artesanía e os productos galegos como contidos, seguido dunha recepción no buque "J.S. Elcano". Tópicos antiguos nun mercado turístico altamente profesionalizado con feiras e outros formatos consolidados. Cuidadosamente, o sector non é invitado a esas viaxes. Como si a promoción poidera disociarse do comercio de productos turísticos, sexan camas, circuitos, servizos, etc.

En Xapón o Presidente foi a visitar unha planta de acuicultura, dunha empresa que traballa en varios lugares de España. Mentras a Xunta non impulsou nin un metro cadrado de explotación de acuicultura nos últimos cinco anos, malia os frecuentes anuncios dun Plan estratéxico.

En Hamburgo entrevistouse co Presidente de SEAT, un español con despacho en Barcelona. E co Presidente do Land para falar de tráfico de contenedores e de formación profesional. Pero os portos galegos están perdendo peso en España globalmente, retrocedendo en tráfico de contenedores e o goberno non ten nengunha iniciativa. Canto a formación profesional lembrar que o modelo alemán, está cursado en Galicia por 61 alumnos exclusivamente dun total de 45000.

Probablemente nesa sucesión de entrevistas e declaracións, os interlocutores serán corteses e coñecedores das servidumes dos cargos públicos, que unhas veces fan visitas sen contido e outras as reciben. Pero a banalidade non pode venderse como xestión, nin os discursos como resultados.

José Luís Mendez Romeu

martes, 17 de junio de 2014

UNA SEMANA HISTORICA


La prensa del “movimiento” (borbónico por supuesto), agota la tinta y los adjetivos para mayor  gloria del histórico hito que llevará España de la mano de Felipe VI el Preparado, hacia lo modernidad, un edén de cuernos de la abundancia, y donde las longanizas serán cordeles. Repican las campanas, voltean los botafumeiros, se impregna de incienso el ambiente, se mezclan las banderas mustias  del Mundial de la zozobra con las no menos mustias de la exaltación dinástica…Y la Sra. alcaldesa de la Villa y Corte antes de comer las perdices anuncia al mundo que somos muy felices. La ciudad cambia su heráldica, se va el oso y brota un  guardia al lado del madroño…
 
Se habla de semana histórica…Si lo es… Histórica la circunstancia que desde la posguerra,  miles de familias estén angustiadas por el cierre de los colegios que agudiza la desnutrición y hambre de miles de niños que se verán privados de las comidas que les brindaban los comedores escolares. Y que frente a eso, “responsables” educativos, para rehuir la mínima solidaridad exigible, esgrimen argumentos que se mueven entre el cinismo y la procacidad más absoluta.

Si es semana histórica…Histórica la desvergüenza el ministro Gallardon, hijo del fiscal Gallardon y yerno del exministro Utrera Molina, indultando a un sujeto, que usó su condición de guardia civil para ultrajar un cuerpo respetado por la ciudadanía, denigrar a los miles de guardias civiles hombres y mujeres que sirven con sacrificio y vocación, a pesar de estar bajo la dirección de un amigo personal del Sr. Rajoy, del que seria ilustrativo un análisis detenido de su currículo y antecedentes. Ministro, cuyo hijo presuntamente se dio a la fuga del lugar de un  accidente al que se le vincula, para refugiarse en la morada del “pater familiae” y cuyas proposiciones de ley se cuentan por agresiones a la libertad y los derechos civiles desde previsiones bendecidas por el nacionalctolicismo mas rancio. Anda el personaje siempre tan agitado con sus menesteres, que pareciera difícil hallarle sereno en algún momento.

Esta semana es histórica. El salvajismo yihadista nos muestra como la democracia duradera con que Doble V Bush iba a bendecir Irak ha comenzado a dar sus frutos memorables. Cuando los yihadistas nos exponen los tributos sangrientos de su paranoia criminal, es difícil olvidar la vieja foto de las Azores y los protagonistas de la misma, sin desear que se sienten ante un Tribunal Penal Internacional para responder de un  proceder que solo  llevó horror, destrucción y muerte a una región, con el objetivo único de saquearla al servicio de determinados intereses. Doble V mintió en la ONU y a su país. Las única arma de destrucción masiva eran el y su subordinación al lobby al que se debía, que condenaron al mundo al repunte mas brutal del fundamentalismo y lo que lleva aparejado. El luto y dolor del 11M es ejemplo. Un presidente español, mintió al Parlamento, a la ciudadanía y se sintió hombre de estado siendo el más grotesco lacayo del imperio. Como oficioso lacayo, dio la nota excediendo el entusiasmo del amo..

Esta semana es histórica. El PSOE sigue desmoronándose…Lo hace en caída libre hacia escenarios poco alentadores. La carrera hacia una secretaria general de lo mas compleja, se hace ninguneando a conciencia al mas incomodo de los candidatos. Casi como mostrando que se trata solo, de cambiar algo, para que nada cambie…

Esta semana es histórica: las puertas giratorias sigue funcionando…Y desde tales puertas presuntos estadistas, se permiten aconsejar a la nación  desde su penuria moral...La Gurtell avanza a paso de tortuga. Al juez Castro siguen acumulándosele problemas. Blesa continua impune en la calle y la investigación del bochorno de los Eres avanza a golpe de  coyuntura política. Los políticamente correctos se enfrascan estudiando como transferir su republicanismo juancarlista al republicanismo felipista leticiano de forma educada, y por imperativo legal “el alma republicana” se queda en el armario cuando los armarios se suponían ya abiertos,  al menos  para miles de compatriotas martirizados por la España eterna de bóveda de acero y sacristía, tan bienpensante como intolerante.

Una semana histórica, porque en ella el paro tampoco se reduce. Y porque la patronal pide que se trabaje sin ningún derecho ni garantía durante un año…y el resto tampoco… Semana histórica para los jóvenes que siguen saliendo del país, no para hacer turismo, sino a la caza de un minojob perdido… Una semana histórica más de los hospitales que  siguen acumulando lista de espera, deterioro asistencial y agresiones privatizadoras. Semana histórica si, para las personas que en ella van a ser desahuciadas. Para los que en situación de dependencia no tienen servicios ni estos son sociales...Para los educandos que cada vez ven más cerca sus becas dinamitadas y en el mejor de los casos convertidas en préstamos en condiciones desconocidas al albur de un ministro en el cenit de su desprestigio y de su colaboradora más intima.

Es semana histórica al contemplar el trajín de sesudos varones y respetables damas perdiendo las nalgas para aforar, blindar, acorazar y lo que mas cupiere, a aquel, que con tono enfático clamaba una noche navideña, “todos los ciudadanos, son iguales ante la ley”…¡¡ Palabra de Borbón ¡¡

Semana histórica porque el Mesías institucional del independentismo catalán hará un guiño en el dialogo de sordos, calentando bancada en el advenimiento del Sexto. Por supuesto Borbón y Felipe, no el mandamiento de la iglesia católica, que seria desmadre impropio.

Semana histórica que pone en valor la frase de Fray Luis, “como decíamos ayer”…pues tal como ayer,  son momentos de volver a entonar el Oriamendi a pleno pulmón…”por Dios, por la Patria y el Rey”… Cualquier otra cosa es susceptible de considerarse desviacionismo perverso. Marginalismo. Actitud antisocial. Irresponsabilidad política. Frivolidad. Aventurerismo. Antiespañolismo…

 Todo eso y muchos apelativos mas, habrá de escuchar quien ose  levantar, aunque sea mínima la voz, para expresar la creencia de que el español, es un pueblo adulto y con derecho a encontrar su camino por si mismo….Con perdón…

 
Antonio Campos Romay

sábado, 14 de junio de 2014

La República no es una cuestión de fe


Se está planteando cambiar desde la monarquía parlamentaria a una república, como si eso supusiera un cambio de sistema o una cuestión de fe, cuasi religiosa, ambos planteamientos son erróneos.

Para no engañar a nadie, empezaré por confesar que yo soy partidario de elegir y en consecuencia poder cambiar al Jefe del Estado, por voluntad popular democráticamente expresada. Pero para mí no es una cuestión religiosa sino fruto de la razón, en consecuencia, nada de verdades absolutas, como ligar la propia existencia de democracia a republicanismo.

Empecemos por lo elemental, el sistema es democrático no por su título sino por sus hechos. Miremos a nuestro alrededor para aclararnos. Existen democracias muy consolidadas con la fórmula monarquía parlamentaria, con sus reyes, reinas y príncipes, como Suecia, Noruega, Holanda, etc. y sus ciudadanos gozan de una democracia que les está proporcionando un bienestar y un grado de libertad envidiables. Simultáneamente existen republicas, con sus jefes del estado con el apelativo de presidente, como Francia, Alemania, etc. con resultados similares para sus ciudadanos. Y por continuar con las referencias, no están demasiado lejos, ni en la geografía, ni en la historia, monarquías absolutas y dictatoriales (quedan pocas) y repúblicas democráticas solo en el adjetivo (estas aún abundan).

¿De qué modelo de jefe del estado estamos hablando? Para empezar, no todos los jefes de estado son de elección directa por los ciudadanos, por ejemplo en la República Federal Alemana, o la República Italiana, se elije por los Parlamentos, como ejemplo alternativo, en la Republica Francesa o la República Portuguesa el Jefe del Estado es de elección directa.

El sistema de elección marca las diferencias fundamentales en las competencias, como no podía ser de otra forma los elegidos directamente tienen competencias y poder mucho mayores que aquellos elegidos en segundo grado. Y alguno de esos poderes no son temas menores.

Todos los jefes de estado representan la unidad nacional, incluso en las repúblicas federales, casi todos son mando supremo de las fuerzas armadas y pueden disolver las cámaras, con mayor o menor facilidad, pero solo los de elección directa tienen capacidad de veto o bloqueo de las leyes y algunas decisiones aprobadas por los gobiernos y parlamentos, e incluso nombrar directamente a altos funcionarios y magistrados de otros poderes.

Y por hablar de un tema muy comentado en estas últimas semanas, los de elección directa suelen tener entre sus competencias convocar referéndums, a iniciativa propia.

Supongamos que ya tenemos las ideas suficientemente claras, como para afrontar la reforma constitucional, que la mayor parte de españoles creemos necesaria, ¿cuánto esfuerzo dedicamos al mono tema monarquía/republica?, ¿cuanto al problema territorial? y ¿al ejercicio efectivo por los ciudadanos de sus derechos básicos? Por mi parte es evidente que al menos de una importancia similar, sino superior, al tema de la jefatura del estado, tienen otros como fijar en la nueva Constitución mayores garantías para el ejercicio y disfrute real de derechos básicos tales como educación,  salud y  protección social (al menos en el mismo nivel que la estabilidad presupuestaria), o el encaje territorial, que garantice un mejor e igual servicio al conjunto de ciudadanos, y la exigencia de solidaridad entre los 47 millones de españoles.

Y una penúltima cuestión, y si se convoca el referéndum monotemático, lo ganan los partidarios de la monarquía ¿se conformará Felipe VI con el ejercicio de sus funciones como ha hecho su padre?, o una vez refrendado ¿reclamara un ejercicio de competencias más acorde con los jefes de estado que pasan directamente por urnas?

Isidoro Gracia

viernes, 13 de junio de 2014

Las coyunturas republicanas en España

Los recientes brotes de republicanismo que han aparecido en España no son para tomarlos en serio, entre otras cosas porque surgen con motivo de la abdicación del rey y con una intencionalidad meramente electoralista y populista, no producto de una meditación serena y seria.

En España, los regímenes republicanos que ha habido han surgido siempre de forma pacífica y ocupando el vacío de poder dejado por la monarquía. Primero tras la abdicación de Amadeo de Saboya, los pocos y divididos republicanos españoles se vieron con el país en sus manos y no supieron que hacer con él. Discutieron entre ellos antes de hacer frente a los poderosos enemigos que tenían: los terratenientes, la Iglesia, los alfonsinos y los carlistas, entre otros. La II República española surgió como consecuencia de otra abdicación real. Los republicanos del Pacto de San Sebastián formaron el primer gobierno provisional de forma pacífica y cívica, redactaron una Constitución, convocaron elecciones y pretendieron reformas de una radicalidad y modernidad desconocidas en España y en la mayor parte de Europa.

Ahora no se da en España ninguna de las condiciones para que un régimen republicano pueda tener éxito. No ya para que prosperase, en medio de una crisis económica galopante, sino más todavía para que se establezca, pues la monarquía goza de buena salud y los medios monárquicos están unidos en torno a ella. Es cierto que aún está por demostrarse si el rey Juan Carlos ha obtenido el patrimonio de que disfruta de forma lícita o no, incluso está pendiente el saberse en que consiste dicho patrimonio, además de su valor. Pero esto no es suficiente para cuestionar una institución que ha sido pactada hace treinta y tantos años. A dicho pacto renuncian ahora los nacionalistas catalanes y el Partido Comunista de España, además de que lo ponen en cuestión minorías más o menos de izquierdas. 

Una república española será posible cuando se produzca la abdicación del rey sin intención de ser sucedido por su heredero, cuando se den condiciones de insurrección (lo que ahora no existe) o cuando el desprestigio de la monarquía llegue a tal grado que la mayoría de la población no la apoye. No hay monarquía en un país democrático que se haya mantenido sin el acuerdo tácido o expreso de la mayor parte de la población. 

La República griega lo es por la connivencia del rey con militares golpistas; lo mismo ocurrió con la dinastía saboyana en Italia; Alemania es una república porque su emperador comprometió a su pueblo en una guerra como nunca se había conocido otra hasta entonces; Francia despachó a su último monarca como consecuencia de la derrota en otra guerra, la de 1871; que los republicanos portugueses eran mayoría entre la población ya a principios del siglo XX lo demuestra el que la dictadura salazarista ni siquiera intentó restaurar la monarquía. Las repúblicas del este de Europa, como es sabido, obedecen a otra coyuntura histórica. 

Pedir un referéndum por cierta izquierda, ahora, para que los españoles se pronuncien sobre la forma de Estado no solo es un absurdo (la gente está pensando en su puesto de trabajo, en su paro, en su pensión, en el inmediato futuro) sino una invitación a que los monárquicos también pidan dicho referéndum y lo ganen, como todo estudio de oponión que se ha publicado demuestra. Toca a los republicanos organizarse, mantener vivo el espíritu cívico y democrático que representa una república, denunciar todos los anacronismos que implica la monarquía y esperar la coyuntura favorable. Si no estoy equivocado.

L. de Guereñu Polán.

miércoles, 11 de junio de 2014

Los diputados de la deshonra



No hay que tener mucha edad para recordar el caso del “tamayazo”, por el que dos diputados de las filas socialistas, en la Asamblea de Madrid, se abstuvieron en la investidura del candidato socialista, señor Sigüenza, permitiendo con ello que la Comunidad de Madrid cayese en las manos del Partido Popular, que es como caer en unas garras.

Ahora han vuelto a imitar aquel comportamiento, aunque con otras consecuencias, diputados que antes que su honra han preferido el estrellato (el deseo de figurar como particulares). No parecen conocer lo que significa la solidaridad, la aceptación de las posiciones de la mayoría tras el debate de los asuntos sobre los que hay que decidir.

Recuerdo que durante uno de los congresos del Partido Socialista Italiano, el de Bolonia (1919) la tendencia que entonces se llamaba revolucionaria triunfó, pero la tendencia reformista se inclinó, disciplinadamente, ante el voto de la mayoría. Gran ejemplo de lo que es un partido, no un club de señoritos.

Eso de la libertad de voto está garantizado por la Constitución, pero cuando alguien pertenece a un partido renuncia voluntariamente a él para que dicho partido tenga sentido, de lo contrario no habría manera de que funcionase como tal. ¿Qué pasaría si ante cada votación los diputados de un partido votasen como les pidiese el cuerpo? Claro que alguien puede tener grandes escrúpulos ante un caso particular, o bien razones de conciencia: entonces hay una fórmula muy antigua y muy poco usada, dimitir y defender con plena libertad la posición que uno cree justa. Pero esto de dimitir no está de moda, se pierde el puesto, los emolumentos, la posibilidad de seguir influyendo; es más fácil traicionar.

La deshonra es malo para el que cae en ella, malo para los compañeros que forman parte de las mismas filas y malo para una sociedad democrática que ha de contar con partidos coherentes, definidos, que no den bandazos a cada coyuntura. 

L. de Guereñu Polán. 

lunes, 9 de junio de 2014

La Justicia funciona

Una cosa es que los autos o las sentencias de los jueces y tribunales de justicia no satisfagan a la opinión pública, lo cual depende de muchos factores (entre otros de la ley que ha sido aprobada por el Parlamento) y otra que la Justicia funcione o no. Creo que en España la Justicia está dando una gran muestra de vitalidad y compromiso. 

Nunca en la historia de España (entre otras cosas porque nunca han existido los medios que hoy tenemos) hemos descubierto tantos casos de corrupción que afectan a políticos, empresarios, banqueros, golfos de toda laya, futbolistas y otros deportistas de "elite" e incluso miembros de la Casa Real. Desde algunos presidentes de Diputaciones Provinciales (Baltar y Fabra) verdaderos ejemplos de corrupción generalizada y continuada, hasta alcaldes como los dos últimos de Santiago de Compostela (verdaderos ejemplos de desvergüenza y miseria moral) pasando por jueces como los señores Dívar (no se trata de corrupción en los casos de Silva, Garzón y Gómez de Liaño), cadenas o tramas como "Pokemon" o "Gürtel" y los de partidos minoritarios como el caso Zambrana (que afecta al PNV) y el caso Treball (que afecta a Unió Democrática de Cataluña).

Es cierto que los señores Fabra y Matas, ya juzgados y condenados en firme, no están en la cárcel, pero ello se debe exclusivamente a que el Gobierno -favorecedor de los mismos- dilata su pronunciamiento sobre un indulto que los jueces tendrían que desautorizar. El caso una hija y un yerno el rey colman el vaso del escándalo por tratarse de personas que gozan de todos los privilegios aún en en un Estado que no tiene reconocido el privilegio en su ordenamiento jurídico. 

Empresas futboleras, Banca Catalana, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Caja-Madrid, CaixaNova Galicia y un largo etcétera de ejecutivos-ladrones están encausados por llevarse los ahorros de los depositantes. Están pendientes de juicio irresponsables como los señores Rato, Viejo, Arenas, Mato y otros por el estilo. El Partido Popular se lleva la palma en cuanto a corrupción se refiere, máxime si tenemos en cuenta que se resiste a considerarse culpable, si bien solo fuera en la esfera política, a la espera de lo que decidan los tribunales. La desfachatez y desvergüenza de los máximos dirigentes del Partido Popular clama al cielo y es muestra de la degradación moral de una sociedad que, sin embargo, hace que el país funciones bajo mínimos. 

Los señores Camps, Barberá, Serra (Don Narcis), Álvarez (Doña Magdalena) son otros ejemplos. En este último caso hay que tener la cara muy dura para seguir formando parte de la cúpula directiva del Banco Europeo de Inversiones cuando está imputada. En el caso de Narcís Serra es la ambición del dinero lo que le ha llevado a caer tan bajo, una persona con formación universitaria y que ha tenido el honor de ser Ministro de Defensa de España. El Partido Socialista tiene las cosas muy mal en Andalucía, pero su actitud ha sido muy distinta a la del Partido Popular. Este último tiene un eje que, partiendo de Palma de Mallorca pasa por Valencia, Madrid y desemboca en Galicia, que no tiene parangón si no es en países con dictaduras corrompidas hasta la médula. Desde los puntos citados la corrupción del Partido que gobierna España se extiende sin freno por toda la geografía nacional y sale al extranjero.

Granados y Acebes, Aznar y Rajoy, todos ellos manchados por el cobro de dinero no declarado a la Hacienda pública, permitiendo la financiación ilegal del PP durante dos décadas, amparando y encubriendo a un sinvergüenza como Bárcenas y a su tropa de menor cuantía... Las empresas no se libran: Rumasa, Blesa con la Caja que creía de su propiedad y a la que expolió, Blasco y las subvenciones para pobres que se quedó para sus negocios particulares, Naseiro y su mafia particular, Sanchís y sus negocios sudamericanos, Lapuerta escondido en su vejez, el presidente de la patronal española (señor Díaz Ferrán, ya en la cárcel) alzando bienes, llevándose el dinero de sus empleados, hundiendo empresas... 

Y todo ello ha sido destapado por la policía, por la policía judicial, por sus servicios especializados, por los jueces de toda condición administrativa. Creo que estamos viviendo una etapa penosa que ha de servir de ejemplo para lo venidero. 

L. de Guereñu Polán.

domingo, 8 de junio de 2014

República / Monarquía



Decir “república” en España tiene unas connotaciones distintas que en otros países. Aquí el régimen republicano está asociado a la democracia, a los dos intentos de establecer regímenes que perseguían viejas utopías a las que España nunca se había acercado. Ya en el siglo XIX existió una opinión pública –minoritaria- contraria a los Borbones, sobre todo por lo que habían representado Fernando VII, su hermano Carlos y la hija del primero, Isabel II. En el siglo XX el “rey soldado” traicionó la ley, el régimen liberal de la Restauración y apoyó la dictadura de Primo. De igual manera el hijo del rey, Juan de Borbón, apoyó al general Franco y a los militares que violaron la ley levantándose en armas, para luego gobernar sobre medio millón de cadáveres.

Además en Europa ha habido monarquías que han estado con sus pueblos cuando estos estuvieron amenazados por la barbarie y la dictadura: Gran Bretaña, Bélgica, Holanda… mientras que en España la monarquía nunca jugó ese papel, sino el contrario.

Solo el reinado de Juan Carlos I ha sido homologable a una democracia en el sentido occidental de la palabra (y en el siglo XIX el de Amadeo I, que no pertenece a la familia Borbón) que es el mejor existente mientras no se demuestre lo contrario. Pero incluso cuando se trató de discutir antes de 1978 la forma de Estado (República o Monarquía) los socialistas se abstuvieron en este asunto dando así a entender que hubieran deseado la república aunque los tiempos (ejército) no lo permitían.

En Portugal, una vez derrocada la monarquía a principios del siglo XX, se instauró la República que, más tarde, los dictadores del “Estado Novo” no cuestionaron: solo establecieron un régimen filofascista. En Francia, una vez derrotado Luis Napoleón, se acabó todo tipo de monarquía, y así mismo cuando el emperador alemán fue derrotado en 1918; cuando el rey saboyano, comprometido con el fascismo italiano, fue derrotado tras la II guerra mundial. En el caso de Grecia también la monarquía estuvo comprometida con la dictadura de los militares, por lo que los griegos prescindieron de ella. Los reyes que habían gobernado en los países que cayeron bajo la dictadura comunista no han vuelto a aparecer salvo algún caso, sin éxito, en Bulgaria.

No hay un solo país europeo, salvo España, donde la polémica república/monarquía esté pendiente. Y ello porque la monarquía ha jugado un papel retardatario en la modernización (salvo algunas excepciones) y la memoria de la II República está viva en generaciones que no la vivieron. La obra de los Azaña, Largo, Negrín, Lerroux, Companys, Marcelino Domingo, Jiménez de Asúa y otros ha sido enorme, con errores y virtudes, pero es una semilla que no ha dejado de germinar.

Estoy seguro de que los partidarios de la república, hoy en España, son minoría pero no pocos, y el hecho de que en el Partido Socialista haya muchos republicanos, pero este se encuentre comprometido con el pacto constitucional de 1978, trae un nuevo factor a tener en cuenta (compromiso que otros no consideran porque quizá nunca gobiernen). En cuanto a la monarquía hubo un rey en España que abdicó en 1724 para hacerse coronar rey de Francia y, al no conseguirlo, volvió al cabo de unos meses como si España fuese su finca particular. Más tarde estuvieron los felones Carlos IV y Fernando VII, que para salvar el pellejo se rindieron a Napoleón y entregaron el país a los ejércitos franceses. Las atrocidades cometidas por Fernando de Borbón se cuentan a miles, los caprichos y mal gobierno de su hija Isabel fueron objeto de mofa ya en su tiempo; Alfonso XIII fue un rey amigo de aristócratas y militares partidario de imponer su voluntad a la de los españoles. Los monárquicos españoles estuvieron en el bando franquista durante la guerra de 1936 y durante la dictadura subsiguiente, administrando ministerios y empresas por doquier.

Pero la incoherencia de los republicanos españoles está en no haber salido mucho antes a formar un partido político (o más) con su programa y objetivos, en no haber salido a la calle si no es aprovechando la abdicación del rey; todavía hay demasiada división entre los republicanos españoles (es una división histórica) y todavía tienen que decir los republicanos que se reclamen como tales qué tipo de república quieren: si una donde prevalezca la igualdad y la justicia social u otra que se acomode a las formas de la democracia tal y como hoy la conocemos, pero sin más. Creo que con la abdicación del rey la monarquía saldrá reforzada por algún tiempo: los medios de comunicación y las campañas de “imagen” de la Casa Real harán lo suyo. Mientras tanto, a los republicanos les queda esperar, pero no de brazos cruzados, sino con una militancia activa que esté en condiciones de aprovechar el momento oportuno. El actual no lo es.

L. de Guereñu Polán.


martes, 3 de junio de 2014

Republicanismo y referéndum

No hay estudio de opinión, encuesta o trabajo sociológico que demuestre existe en España una mayoría republicana, sino toto lo contrario, por lo que pedir un referéndum por parte de los que se sienten republicanos es suicida, pues una cuestión de este tipo se plantea para ganarla, no para perderla. El republicanismo español ha pecado siempre de ingenuidad: en 1873 cuando pretendió un cambio de régimen sin apenas republicanos en el país, con unas fuerzas conservadoras armadas hasta los dientes, una Iglesia en lucha todavía contra el liberalismo y con una enorme división entre los republicanos. En 1931 y años siguientes volvieron los republicanos -personajes casi todos ellos de gran valía y honestidad- a enfrentarse a la Iglesia, con el gran poder ideológico y sociológico que esta tiene. No midieron aquellos republicanos bien sus fuerzas que, además, contaron con la defección de los muy influyentes anarquistas en Andalucía, Aragón y Cataluña, sobre todo.

Personalmente me reclamo republicano y no solo en un sentido romántico, es decir, sentimentalmente, sino ideológicamente, es decir, intelectualmente. Y precisamente por ello no se me ocurre pedir un referéndum cuando, de producirse, lo perdería. Más bien me parece acertado caldear el ambiente, aunar esfuerzos entre los republicanos, profundizar en un programa común (ya se verían las diferencias entre republicanos de derechas y de izquierdas) hacer despuntar a personalidades que pudieran catalizar y encarnar el republicanismo español, etc. Ateneos, redes sociales, conferencias, manifestaciones, todo tipo de actividades cívicas en favor del republicanismo me parecen bien siempre que sean no solo para vocear, sino para reflexionar con vistas a un futuro más o menos mediato.

Hace bien el Partido Socialista en proclamar que, siendo de raíces republicanas (no tanto por definición cuanto por lo que de jacobinismo democrático representa) ello no le impide ser fiel al compromiso constitucional contraído en su día y, al mismo tiempo, plantear importantes reformas en la actual Constitución. Para los revolucionarios franceses de 1791 ser republicano era equivalente a patriota, mientras que los monárquicos eran los partidarios del privilegio, de la desigualdad y de la incuria. El avispado Ansón, estos días, ha propuesto el mismo referéndum sabedor de que la opinión pública votaría, hoy, mayoritariamente en favor de la monarquía. 

¿Que cambiaría para un español medio, en su vida diaria, que España fuese una república o sea una monarquía? Nada. Es un asunto de legitimidad que no todo el mundo tiene presente. Los marujos y las marujas (permítaseme que use estos términos para designar a las personas que no tienen especiales inquitudes y que quieren que les dejen en paz) votarían a favor de la monarquía porque es lo que hay, porque un cambio de la envergadura que algunos plantean es considerado por la mayoría como una pirueta gratuita que no se sabe a donde le conduciría. Los republicanos que vocean en las calles, hoy, creo que tienen más de conversos que de convencidos, aunque obviamente de todo habrá. 

Hago votos para que el republicanismo español progrese, para que gane adeptos y forme un cuerpo de doctrina que pueda ser compartido por el grueso del pueblo español. Lo demás, hoy, es humo de pajas. 

L. de Guereñu Polán.

Republica si, Democracia también


La Republica no es cuestión de fe, sino de razón, aún más importante es la Democracia. En consecuencia el único camino aceptable es el respeto a la norma legal.

Durante el trámite de la actual Constitución de 1978 los partidarios de una República, subieron a la tribuna, defendieron sus votos particulares frente a la fórmula Monarquía parlamentaria, perdieron la votación, aceptaron democráticamente el resultado y se convirtieron, muy mayoritariamente, en defensores del conjunto de la Constitución. Entre los que hicieron ese camino el conjunto de los socialistas y comunistas que antecedieron a los actuales.

Yo como soy partidario de elegir y en consecuencia poder cambiar al Jefe del Estado, por voluntad popular democráticamente expresada, quiero recordar cual es un camino, que haría eso posible y además de respetar los procedimientos democráticos, es de los pocos política y éticamente aceptables.

De acuerdo con las actuales Leyes lo que va a ocurrir, salvo revolución impensable e indeseada, es: En menos de un mes se aceptará la abdicación de Juan Carlos, se recibirá el juramento de la Constitución  por Felipe VI y se le proclamara Rey de España en Cortes Generales.

Como además del tema de la posible elección entre Monarquía y Republica, existen muchos y más importantes temas para los ciudadanos españoles de este siglo, que demandan una revisión del marco constitucional, como el ejercicio y disfrute real de derechos básicos tales como educación,  salud y  protección social, o el encaje territorial, que garantice un mejor e igual servicio al conjunto de ciudadanos, y la exigencia de solidaridad entre los 47 millones de españoles, cuando toque, los partidos deberán presentarse a unas elecciones declarando claramente sus intenciones.

Igual que hicieron nuestros predecesores, deberán aceptar los resultados. Resultados que para cambiar temas importantes de la Constitución exigen: primero, conseguir el acuerdo de, al memos,  234 diputados y 178 senadores, y segundo, la mayoría de los  votos ciudadanos al conjunto del texto (no solo a alguna de sus partes). También, si son demócratas convencidos, aquí deberán aceptar los resultados, pero además tendrán que convertirse en defensores de lo que salga del proceso.

El problema hoy es que el piloto obligado tendría que ser el Presidente de un gobierno con mayoría absoluta, y el que tenemos es incapaz de asumir sus responsabilidades y está dejando pudrir los muy evidentes problemas lo que llevará inevitablemente a que sean los extremismos los que hagan de motores del proceso, por lo que el riesgo de terminar mal, rematadamente mal, aumenta de semana en semana y de día en día.

Isidoro Gracia

La evasión fiscal en España

Los momentos de efusión como el actual (auge de los grupos republicanos por la abdicación del rey y resultados electorales que parece dan esperanza a partidos hasta ahora minoritarios), suelen ser propicios para no fijarnos en los verdaderos problemas que tiene el país, uno de los más importantes, desde mi punto de vista, el de la evasión fiscal, pues de recaudarse buena parte de los impuestos a los que tiene derecho el Estado (es decir, la ciudadanía) muchos parados tendría subsidio cuando ahora no lo tienen, muchas pensiones podrían ser mayores y muchos dependientes podrían estar atendidos debidamente (no estándolo ahora), además de poder invertir el dinero que no se invierte en innovación, en infraestructuras, etc. 

Según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, fuente fiable que ha sido reconocida por tirios y troyanos, de los 240.000 millones de euros evadidos en España el pasado año (aquí entra el fraude y otras formas más o menos "ingeniosas" de estafar al Estado), el 72% corresponde a las grandes empresas y a los grandes patrimonios, el 17% a las pequeñas y medianas empresas (el abultado porcentaje se debe al elevado número de estas empresas en España), el 9% a los autónomos (sin disculparles, muchos de ellos son tratados por el Estado injustamente, pues no tienen derechos que sí tienen otros trabajadores) y el 2% al resto, entendido por "resto" a los no empresarios. 

El señor Rosell, presidente de la gran patronal española, debiera colaborar con el Estado antes de atreverse a dar recetas sobre economía, que siempre tienen la intención de defender sus exclusivos intereses. Ya está algún empresario en la cárcel por delinquir a diestro y siniestro, pero seguramente debiera haber más, lo que pasa es que el complicado mundo del derecho hace que los abogados más diestros dilaten hasta el infinito la sustanciación de muchas causas. Entre los grandes empresarios están los mayores defraudadores de España, es decir, los mayores delincuentes monetarios y los más conspícuos antipatriotas, pero ser patriotas no está entre sus normas deontológicas. 

240.000 millones de evadión fiscal representan el 23% del Producto Interior Bruto español del pasado año, lo que es muchísimo, pues se pone de manifiesto que casi una de cada cuatro actividades que ha de atender el Estado queda sin atenderse. Aquí está el verdadero meollo de toda política económica y lo demás son cuentos (si se me permite la expresión). Claro que hay que administrar bien los caudales públicos, combatir la corrupción, bajar los sueldos a los responsables públicos, ahorrar en el gasto corriente, pero con 240.000 millones más el Estado podría atendere tantas necesidades que España sería un país distinto. 

Combatir esa evasión fiscal debe ser un imperativo de todo gobierno que quiera ser verdadero instrumento de transformación del país (no será el actual, claro) y no ignorando la dificultad de la empresa, no es algo imposible a tenor de los avances que han experimentado en esta materia otros países europeos. Endurecer las penas por delitos de este tipo en el código penal, eliminar la prescripción, dotar de medios extraordinarios a la inspección fiscal, plantear en la Unión Europea una política concertada en esta materia. De lo contrario dicha organización supranacional servirá de poco a partir de ahora.

L. de Guereñu Polán.

ABDDICACIÓN

ABDICACIÓN
En 1975 el debate principal era democracia o dictadura. La decisión de la forma monárquica para el Estado, fue una concesión, como otras muchas, al objetivo principal. Cuarenta años más tarde es uno de los aspectos de la Constitución que como, entre otros, la estructura territorial, las Diputaciones Provinciales o el Poder Judicial, pueden y debe ser discutidos ante una eventual reforma de la Carta Magna. La abdicación del Rey crea la oportunidad adecuada. Reconocer su trayectoria no impide plantear un debate sereno, maduro y consecuente.

Probablemente la fecha de la abdicación ha sido precipitada por el proceso de relevo de la dirección socialista que, dentro de ciertos límites, abre la posibilidad de una dirección generacionalmente posterior y por tanto con una visión más distanciada de la Transición. Aunque legalmente el voto socialista no es imprescindible para aprobar la Ley Orgánica prevista en el artículo 57.5 de la Constitución, resulta impensable hacerlo sin su concurso. De ahí que corresponda al centenar de diputados socialistas a Cortes la responsabilidad histórica de la decisión, ahora libres de los condicionantes de hace cuatro décadas.

Y el momento no puede ser más oportuno. En una sociedad democráticamente madura, plural, sin otra tensión para la convivencia que los movimientos secesionistas, es un debate necesario. Las generaciones actuales no están obligadas a repetir el proceso constituyente pero tampoco impedidas de mejorar o actualizar la norma básica. Incluso para encauzar las citadas tensiones separatistas, la reforma constitucional es no ya necesaria, sino imprescindible. El propio Rajoy lo reconocía expresamente el pasado sábado en Barcelona, conocedor ya en ese momento de la abdicación inminente.

Sólo nuestros propios temores, inseguridades, o debilidad de ideas, pueden oponerse al debate, reclamado ya abiertamente por amplios sectores de la sociedad. Es la primera oportunidad en cuarenta años y no deberíamos desaprovecharla.
 
José Luis Mendez Romeu

lunes, 2 de junio de 2014

UN AFILIADO, UN VOTO

Lo que está sucediendo en  el PSOE, y sucedió antes en el PSdeG, para elegir directamente al nuevo secretario/a general, poniendo en circulación lemas tales como “un militante un voto” o “devolvednos el PSOE” y otros similares para vencer las resistencias internas, es sin duda el inicio de un proceso lógico para que los afiliados y afiliadas a este partido puedan elegir directamente y sin intermediarios a sus dirigentes a todos los niveles, así como participar en la toma de decisiones de singular importancia.

¿Tendrá efectos en otras organizaciones? Sin duda que si. Acabo de escuchar al Lehendakari Iñigo Urkullu, presumiendo de que en el PNV la elección directa por los afiliados de todos los cargos orgánicos es ya una realidad. Creo que en IU y en otras organizaciones de izquierda, la formula también se abrirá paso. Lo veo más difícil por ahora en el Partido Popular, aunque sería deseable, y no faltan voces en su seno que así lo reclaman. Pero en donde creo que será inevitable abrir un debate y con rapidez  sobre esta importante cuestión, es en las organizaciones sindicales, particularmente en UGT y CC.OO.

En las organizaciones socialistas, el voto delegado es una tradición que se ha mantenido hasta nuestros días. Sin embargo, los tiempos han cambiado mucho, y lo que hace cincuenta o sesenta años -o incluso muchos menos- era difícil o imposible, hoy resulta perfectamente factible, si hay voluntad política. Y si no la hay sin duda la habrá porque las realidades se acaban imponiendo.

 En el primer congreso del PSOE y en el constituyente de la UGT, celebrados ambos en Barcelona en agosto de 1888, participaron en torno a 25 personas. En el del PSOE los delegados fueron 18  representando a 20 agrupaciones; en el de la UGT los delegados fueron 25 y representaban a 29 sociedades obreras. Aquellos congresos fueron sucesivos, del 12 al 14 de agosto el de la UGT, y del 23 al 25 de agosto el del PSOE. De los 18 delegados que participaron en el del PSOE, 16 de ellos lo habían hecho también en el de la UGT celebrado una semana antes. En los congresos posteriores, agrupaciones socialistas y sociedades obreras, no es que eligiesen y enviasen delegados, es que en ocasiones incluso delegaban su representación en militantes o dirigentes de otras localidades o incluso de otras regiones. Los desplazamientos eran caros y lentos, las comunicaciones también, y no se disponía ni de dinero ni de tiempo libre para dejar los trabajos y viajar.

En la clandestinidad y el exilio, el voto delegado era sencillamente inevitable, y en los inicios de la transición democrática, cuando tras la muerte de Franco las organizaciones socialistas comienzan de nuevo su andadura en libertad, el voto delegado se generalizó y se reflejó en los estatutos y en las normas internas de funcionamiento. Incluso en las asambleas previas destinadas a elegir delegados o decidir sobre la postura a defender en el Congreso, se planteaba aquello del “mandato cerrado o abierto” a fin de que el delegado o delegada en cuestión, en función de las circunstancias, pudiera o no decidir. Con la llegada de la democracia, el súbito crecimiento de la afiliación y de la extensión e implantación territorial, trajeron consigo un alto grado de desconocimiento inicial entre los nuevos integrantes afiliados y los nuevos dirigentes, con los consiguientes riesgos y en ocasiones errores, lo que, unido a la necesidad de afianzar y consolidar las organizaciones, fue generando a su vez una normativa interna plagada de cautelas y recursos en manos de lo que se acabó denominando como “el aparato”. Con el paso de los años se llegaría así a conformar organizaciones muy jerarquizadas y burocratizadas en unos casos, y en otros a estructuras creadas en torno y dependientes de los propios cargos públicos. Es muy elocuente que un calificativo como el de “barón”  para referirse a los dirigentes regionales del partido haya hecho fortuna.

Los tiempos están cambiando muy rápido. En pocos años, se ha producido una autentica revolución tanto en lo concerniente a los medios de información y comunicación como en los de transporte. El voto directo no solo es posible, sino que se convierte en una necesidad. Igual sucede con la transparencia y la participación en la gestión ordinaria de las organizaciones, y con la obsolescencia de muchas de sus estructuras organizativas. Ni siquiera el voto directo para la elección del secretario general va a resultar suficiente. La elaboración de programas, el establecimiento de prioridades políticas y reivindicativas,  la consulta a la hora de tomar decisiones de particular relevancia y trascendencia, son ocasiones en las que la participación directa de los afiliados parece necesaria.

Recientemente, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) sometió a referéndum interno la propuesta de gobierno de coalición con la CDU de Ángela Merkel. En mayo de 2010 en cambio, José Luís Rodríguez Zapatero anunció medidas en contradicción absoluta con su programa de gobierno y a espaldas del partido del que era secretario general, y poco después llevó a cabo la modificación del artículo 135 de la Constitución. Se dirá que obligado por presiones fortísimas, urgentes e insuperables, aunque para la mayoría esto no resulta creíble, y de hecho el precio de aquél proceder se sigue pagando aún ahora por el PSOE, y también por el conjunto de la sociedad española.

El panorama actual de nuestro país no es nada fácil. La crisis económica y a veces la torpeza o incapacidad de nuestros dirigentes hacen estragos. De su mano llegamos también a una seria crisis política. La renuncia del Rey Juan Carlos que hemos conocido hoy, y cuanto se deriva de ella, puede acentuarla. El descontento social es creciente, y también la preocupación. Un ciclo histórico termina y se abre una etapa nueva.

El fortalecimiento de la democracia,  la recuperación de la credibilidad política, y en definitiva nuestra calidad como sociedad y como país, pasa hoy en gran parte por la transformación de los propios partidos políticos y de las organizaciones sindicales, imprescindibles por otra parte para encarar con acierto los tiempos difíciles que se avecinan.

Xesús Mosquera Sueiro.- 2 de Junio de 2014.
            

¿Será el nuevo rey ungido?

Cuando el actual rey de España fue coronado, la Iglesia le ungió en una misa solemne de pontifical, donde habló más de política que de otra cosa un príncipe de la Iglesia, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Así ha sido desde la Edad Media, desde Carlomagno en la navidad del año 800 y luego los emperadores romano-germánicos, los Habsburgo austríacos, los "cristianísimos" reyes de Francia y los "católicos" reyes de España. Y es que la monarquía ha estado siempre unida a cierta legitimidad divina: si la Iglesia no ungía al nuevo rey, la cosa no estaba completa. 

El papanatismo nacional ha empezado ya a decir sandeces en los medios de comunicación, principalmente la televisión; desde las más livianas (por ejemplo, que la abdicación del rey Juan Carlos es algo inédito en la historia de España: abdicó en 1724 el rey Felipe V, en 1873 Amadeo de Saboya, en 1931 Alfonso XIII...) hasta que el aún rey es el principal baluarte de la democracia española, cosa imposible ya que heredó la corona de un poder ilegítimo y antidemocrático que solo se legitimó por la aprobación de la Constitución española de 1978. Esperemos unos meses para que cesen las sandeces de los monárquicos de pacotilla y los pelotilleros de turno.

La monarquía -se ha dicho muchas veces- es una institución anacrónica en los tiempos que corren. Lo comprendió bien cierta burguesía europea que fue destronando reyes aquí y allá a lo largo del siglo XIX. A ello se sumó la masa trabajadora cuando tuvo la más mínima oportunidad, pero no creo que la mayoría del pueblo español, hoy, fuera partidaria de prescindir de la monarquía. No es aquí el lugar para explicar tan enjundioso asunto. La población en general sabe que su situación no va a ser mejor ni peor con otro régimen, cambiará si los gobernantes no se corrompen, gobiernan con acierto y lo hacen en favor de los más desfavorecidos, la mayoría de la poblacion. 

España es la única monarquía del sur de Europa. En Italia se desprestigió la institución y sus titulares por haber permitido el fascismo, de igual manera en Alemania por haber llevado al país a la ruina entre 1914 y 1918. En Holanda hubo una muy próspera monarquía en el siglo XVII y en Portugal tanto la monarquía como la república no han conseguido hacer del país un ejemplo de distribución de la renta y la riqueza. Más bien esta distribución ha venido de las influencias europeas, sobre todo de la solidaridad internacional y de los partidos socialistas (entendido el término en el sentido más amplio de la palabra). 

Las dos repúblicas españolas se instituyeron sin violencia de por medio, simplemente por incapacidad de los monarcas respectivos para seguir gobernando. Ahora hay quien pide un referéndum para que la población decida si monarquía o república, como si fuese tan fácil convencer de ello a los dos partidos mayoritarios del país. Además, de producirse ese referéndum, ganaría la opción monárquica (ojalá la observación de la realidad me obligase a decir lo contrario) con lo que se habría perdido una oportunidad de oro para la opción republicana.

Al Partido Socialista, como suele ocurrirle últimamente, la abdicación del rey le ha cogido con el pie cambiado, pensando en otra cosa, a pesar de que el Secretario General sabía desde hace meses que dicha abdicación se produciría pronto. La cabe al Partido Socialista la posibilidad de decir que la lealtad constitucional le obliga a respetar y admitir la monarquía, pero que la república es un régimen más acorde con la democracia, no necesita unción de ningún tipo, solo que la población elija a su más alto magistrado. Pero no lo hará, por muchas "caras nuevas" que aparecen disputándose este o aquel puesto. 

L. de Guereñu Polán.

domingo, 1 de junio de 2014

La "crisis" del Partido Socialista

Digo "crisis" entre comillas porque más que el resultado en número de votos que ha obtenido el Partido Socialsita (todos han obtenido pocos, aunque crean lo contrario) lo que realmente resulta preocupante es el número de los que se han abstenido: más del 54 por ciento. Entre los militantes sufridos y de base, por otra parte, no hay crisis de ningún tipo, más bien entre los que ambicionan dirigir al Partido Socialista una vez el Secretario General, señor Pérez Rubalcaba, ha presentado su dimisión. Lo ha hecho -por cierto- sin titubeos y con toda la honra que cabría esperar de un hombre de bien. Sin que nadie le presionase, porque así lo consideró y por el bien de la organización que ha dirigido durante más de dos años.

Pero ha calado entre la opinión pública la frase de que lo que se necesitan son caras nuevas: ni mucho menos. De hecho el Partido Socialista se ha ido renovando continuamente desde Suresnes, dejando atrás la veteranía de Rodolfo Llopis y dando paso a la bisoñez de Felipe González y su equipo. Luego con los señores Almunia y Borrell (sin éxito). Más tarde con el joven Zapatero y luego con el poco mayor que él señor Rubalcaba. Algunos de los que ahora se postulan son tan viejos en la política, casi, como los anteriores: la señora Chacón ha estado en cargos de responsabiliad política desde hace tiempo y lo mismo la señora Díaz, el señor Madina y otros. 

La verdadera renovación vendrá cuando se aporten ideas que sean capaces de concitar a una gran parte de la población española, como se hizo entre finales de los años setenta y principios de los ochenta del pasado siglo. Como se ha perdido mucho tiempo en no hacerlo -desde mi punto de vista desde mediados de los años noventa, con la corrupción como principal lastre- se han aprovechado de ello lo peor del país, la derecha más reaccionaria y antisocial y luego otros grupos de izquierda más o menos definidos. 

Hay una gran pérdida de tiempo -a mi parecer- en discutir la fórmula para elegir al Secretario del Partido y (si fuera alguien distinto) al candidato a la Presidencia del Gobierno. Felipe González fue elegido de una forma indirecta y harto discutible y nadie le negó legitimidad, sencillamente porque revalidadaba ante las urnas, una y otra vez, su liderazgo. Ahora cada uno defiende el método que más le conviene a sus intereses: una que vote la ciudadanía que lo desee; el otro toda la militancia... Queda por último seguir con el procedimiento actual: cada militante delegado al congreso un voto con un porcentaje garantizado para la minoría. Ninguno de los métodos invalida al otro. Para mí, el que vote todo español que lo desee es una importación innecesaria de la vecina Francia; que unas primarias eligan por sufragio universal y directo a la dirección del Partido y al candidato a Presidente del Gobierno (si se tratase de personas distintas) es tan democrático como lo que más, e incluso si se siguiese con la elección mediante un Congreso representativo con garantía para las minorías, también. 

La "crisis", pues, no es del Partido Socialista, sino de media docena de personas que no saben lo que hacer para situarse lo mejor posible y, en su caso, ser elegidos para dirigir al partido. Otra cosa son las ideas que van a aportar, de lo que no se sabe nada. 

L. de Guereñu Polán.