miércoles, 30 de agosto de 2017

Manda más un Gobierno en minoría que una oposición en mayoría


En primer lugar porque la oposición es diversa y no actúa al unísono casi nunca; en segundo lugar porque todo Gobierno dispone de instrumentos que le permiten llegar a acuerdos con aquella oposición generalmente dividida.

Esto lo debían saber (y lo sabían) el señor Turrión y la Presidenta andaluza –por citar solo a dos de los responsables- cuando se opusieron con uñas y dientes a la investidura del señor Sánchez, que había conseguido el apoyo más difícil en teoría, el de un partido de derechas (o de centro) cuyo líder es un meapilas (y a los hechos me remito). Esto lo debían saber (y lo sabían) los dirigentes de la miríada de partidos políticos que han preferido el vasallaje al señor Turrión que el bien del país o, al menos, de la izquierda y sus ideas.

De los partidos nacionalistas nada digo porque están a lo suyo: unos para sacar la mejor tajada del estado (PNV) y otros en un proceso ilegal y llamado al fracaso (para la insurrección no tienen fuerza). La Presidenta andaluza, en particular, quería por encima de todo encaramarse en el poder partidario para ser la próxima candidata a la Presidencia del Gobierno en las filas del PSOE. Tuvo bastantes apoyos, como es sabido, sobre todo de la vieja guardia del socialismo, algunos claramente desprestigiados ya. Y ahora, compareciendo el Presidente del Gobierno una y otra vez en el Parlamento, se ve que abstenerse para su investidura (en realidad para que el Presidente no fuese el señor Sánchez) ha conducido a la burla a la que asistimos. El jefe de los forajidos, una y otra vez, no contesta a lo que se le pide (en el Parlamento y en los Tribunales), se mofa de la ciudadanía y de los representantes políticos y gobierna como si tuviese mayoría sin tenerla.

No sé si alguna vez oiremos los lamentos o el arrepentimiento de los que facilitaron la investidura del actual Presidente, pero los hechos están ahí: la oposición no consigue nada, el país sigue sumido en la corrupción, el nivel político es bajísimo, pues ni siquiera para la lucha contra el terrorismo y contra el independentismo hay unidad (entre los no independentistas, se entiende) y cada líder-cabeza de ratón se encuentra solazado en vez de lamentarse por el espectáculo diario, semanal… que la política nacional nos ofrece.

Resumiendo, porque el asunto no da para más: mientras el actual Presidente del Gobierno sea el que es no hay solución; ni regeneración democrática, ni respeto a las instituciones, ni políticas sociales (esto lo menos). El meapilas al que me referí antes implícitamente dijo venir a regenerar el país y luego permitió formar gobierno al más nefasto personaje que la democracia española haya conocido en denodado empate con el señor Aznar.

Si el electorado aprendiese la lección aún cabría esperanza, pero para ello habría que movilizar a intelectuales, profesionales, sindicatos, a todo ese cuerpo social que se dice progresista y de izquierdas para, de una vez, desalojar del Gobierno al que ahora lo comanda, pues si solo cupiese la posibilidad de que otro de sus filas le sustituyese, ya era un pequeño, pero valioso paso al frente.

L. de Guereñu Polán.

EL FASCIMO SOCIOLOGICO, Y SUS GENES, SIGUEN PRESENTES.



 Nos alerta D. Vicente Hernández Gil en un interesante post, en el que incluye un artículo de un medio de comunicación digital, La Marea.com,  sobre el setenta y ocho aniversario del arribo a Chile del “Winnipeg”, el ‘barco esperanza’ fletado por D. Pablo Neruda. En ese barco que partiría del puerto fluvial de Trompeloup (Francia) en 1939, pudieron huir más de 2.000 refugiados españoles, ante la victoria inminente de los militares alzados contra la Republica. El 2 de septiembre de 1939 (hay algún autor que sitúa la llegada el dio 3), el Winnipeg atraca en Valparaíso, donde les esperaba un jovencísimo ministro de Sanidad del gobierno del Frente Popular chileno, D. Salvador Allende.
En 1939, D, Pablo Neruda  fue designado, por el presidente Aguirre Cerda, cónsul especial para la inmigración española en París.  Dicen que el orfebre de la palabra y el verso, comunista militante y coherente,  hizo del acto humanitario de fletar y llevar a buen puerto la expedición, no exento de un largo calvario de zancadillas y contratiempos, el pasaje más importante de su vida. Afirmaba con legítimo orgullo, “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”. Si algo mas hiciera falta para excitar su solidaridad horrorizada ente la carnicería española, le había conmovió profundamente el asesinato del gran poeta andaluz Sr. García Lorca, sacrificado con el beneplácito del borracho homicida Queipo de Llano.
Esta iniciativa tiene similitud con la expedición organizada de la mano del General D. Lázaro Cárdenas, noble benefactor del exilio republicano,  con los cerca de 500 niños que salieron de España rumbo a México para evitar los bombardeos nazis y fascistas sobre Madrid, labor en la que la esposa del Sr. Presidente de México, Dña. Amalia Solórzano se comprometió de forma muy intensa. Este episodio, de forma entrañable y amena lo desgrana en su novela “La Identidad perdida” una buena amiga,  la novelista Dña. M. Dolores Moreno Burgos.
 Según refiere el periódico digital, a finales de julio, el Centro Cultural y la rama en Chile del colectivo de emigrantes españoles Marea Granate, a través de su Comisión por la Memoria del Exilio Republicano, se pusieron de acuerdo para celebrar un homenaje a los exiliados españoles en Chile coincidiendo con el aniversario del Winnipeg.  Estaba  previsto para el 8 de septiembre con presencia de organizaciones, diputados y representaciones chilena, descendientes de exiliados y la comunidad española en ese país. También la representación consular y diplomática encabezada por el embajador, Carlos Robles Fraga. El padre de Robles fue ministro de la dictadura fascista. Y su  tío, Manuel Fraga, sirvió como ministro del sanguinario dictador Francisco Franco. Tras lo que fundaría Alianza Popular y posteriormente el Partido Popular.
Este individuo, Carlos Robles Fraga que se supone representa a un país “democrático” con un “gobierno democrático” y a toda la ciudadanía, ha vetado el homenaje que iba a tener lugar en el Centro Cultural de España en Santiago, institución adscrita a la Embajada española. Según las estrafalarias explicaciones de la encargada de la gestión del Centro Cultural a los organizadores, “Hay quejas del embajador por el tema de la República” Este mismo sujeto, máximo representante de España ante la República de Chile manifestó personalmente a los organizadores en una segunda reunión, “el acto había sido cancelado porque el tema de la República es controvertido. Y no habrá marcha atrás”.  Solo le faltó, emulando al tío Manolo, rugir…”La Embajada es mía”
La Marea Granate organizadora del acto manifestó que su ánimo era que participasen las instituciones, dado la presencia en Chile de más de 10.000 exiliados españoles y sus descendientes. En Chile como en México hubo una importante presencia e influencia del exilio español en sectores diversos, ciencia, investigación, cultura, empresa, etc.  Curiosamente es  la primera vez que la Embajada de España en Chile pone trabas a actos de memoria histórica en la Republica sudamericana. Un país en el que según el INE residen hoy cerca de 70.000 españoles.  
A la par de este dislate fascistoide, otros desatinos de similar corte jalonan la vida de una democracia que a duras penas mantiene su resuello tras varios años de gobierno de la derecha más anacrónica y cerril de Europa. La ministra de Defensa se pone de perfil con cómplice anuencia,  cuando un coronel con mando de armas en un cuartel celebra el “18 de julio” como efeméride patria. Una Fundación cuya labor es el laudo del “caudillo” que dirigió la más infame de las guerras civiles que asoló España y la más encanallada represión, es legalizada y financiada generosamente con fondos públicos para realizar sus fines. En última instancia se le encarga convertir en zona de peregrinación del fascismo casposo y del emergente un pazo saqueado a la ciudadanía y entregado con  indigna liviandad a la familia del dictador… Las tropelías son reiteradas y cada vez con mayor impunidad y desparpajo.
Un país que es incapaz de recuperar de las fosas a sus muertos…incapaz de rendir homenaje a los que sufrieron el dolor y la muerte en el exilio, que es incapaz de recordar su historia y enfrentarse con la verdad histórica, y que es incapaz de honrar y reconocer a quienes tendieron su mano fraterna en horas trágicas, ofrece muchas dudas en cuanto a su generosidad, fraternidad y calidad democrática.
La derrota de una  parte de los fascismos  tras la segunda guerra mundial, hizo creer que su fantasma no volvería a resurgir tras los horrores pasados, Un análisis a poner en  cuarentena ante su auge en toda Europa con tintes agresivos, violentos, racistas y xenófobos. Socava  los sectores más desfavorecidos, enfrentándolos entre sí, para como siempre  acaparar el poder y entregar la riqueza a las oligarquías económicas. Su herramienta es manipular  el miedo  ante la crisis económica y sus derivas políticas, exacerbando la brecha social y  la desigualdad.
Si no se desenmascara tanto en sus formas, hoy más sutiles que en los años treinta,  como en el fondo, su zarpa negra siempre latente, acogotará una democracia que tras cuatro décadas se sigue mostrando titubeante y timorata frente a él. Y si quedase una pizca de sensibilidad y dignidad democrática, el tal Robles Fraga estaría ya embarcando rumbo a España, resignando una responsabilidad que deshonra. 

 Antonio Campos Romay

lunes, 21 de agosto de 2017

Galiza: o franquismo e a democracia

Está demostrado sobradamente que o chamado franquismo -réxime presidido por Franco (1939-1975)- foi unha das ditaduras máis crueis e sanguinarias do século XX. Un período que, como tal, debera ser refugado con rotundidade por todos os demócratas galegos e españois ao tempo que estes terían que impedir, por razóns democráticas, calquera intento xa non de repetila, senón incluso de alabala ou glorificala. Como sucede en Alemaña coa ditadura nazi (Hitler), en Italia co ditadura fascista (Mussolini) e incluso en Cambodja coa ditadura dos jemeres vermellos (Pol Pot). Ditaduras que, como a franquista, provocaron auténticos xenocidios nos seus respectivos países.

Desgraciadamente en Galiza, por caso, ese refugo non sucede e estes días temos unha proba máis do sinalado. Que a propiedade e o destino do Pazo de Meirás sexa hoxe obxecto de controversia non é máis que un terrible signo de como a democracia é aínda moi feble, moi deficitaria. Que ese inmoble, expropiado manu militari aos seus auténticos donos, aínda siga sendo propiedade da familia dun dos ditadores máis crueis e sanguinarios do século XX e, aínda máis, que sexa administrado por unha Fundación fascista ("Franco non fusilou a ninguén nin dictou condeas a morte") que leva o seu nome é moi moi mal sinal para os demócratas galegos que somos a inmensa maioría.

Pero que todo iso suceda mentres os representantes do actual goberno galego, a Xunta de Galicia, buscan desculparse dicindo "que non ten competencias para actuar" acentúa a gravidade e vén confirmar o anteriormente sinalado sobre o déficit democrático en Galiza. Porque diante desta resposta da Xunta de Galiza cabe preguntarse: se o actual goberno galego (PP) non é quen de loitar políticamente contra o franquismo cabe cualificalo como un auténtico goberno democrático, un goberno dirixido por demócratas? Ou o que realmente sucede é que non quere facelo por non molestar a moitas das súas bases e non remover a súa historia? Como pode gobernar tranquilamente sabendo que en Galiza aínda hai numerosas iconas por todo o territorio galego que lexitiman e enxalzan a ditadura franquista e os seus crimes?

Porque o Pazo de Meirás non é máis que o buque insignia de toda unha insultante colección de iconas franquistas que aínda permanecen en Galiza. Como ten ben documentado a Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica (CRMH) existen en Galiza demasiados símbolos da ditadura franquista -rúas cos nomes de destacados franquistas tales como General Mola, General Sanjurjo, Coronel Tejero, cruces e outros símbolos franquistas incluso en fachadas de igrexas e edificios públicos, retratos do ditador en despachos de representantes políticos locais que chegan a facer ostentación de tal simboloxía...- como para non se preguntar como é posible que isto aínda este sucedendo. Como unha democracia pode aceptalo? Como non actúa o goberno galego na retirada definitiva de tal simboloxía?

Para calquera cidadán europeo (alemán, italiano, francés...) que non coñeza a recente historia de Galiza e España isto pareceralle inaudito. Pero ten a súa explicación, que non xustificación. Baste con lembrar a historia política de Galiza dende que hai autonomía e como a maior parte deste tempo estivo gobernada por un partido conservador (PP) que ten unha matriz claramente franquista. Porque se lembramos tanto as orixes como a filosofía política que defende o Partido Popular (PP) seguramente entendamos as súas reticencias, cando non negativas claras, a condenar o franquismo e os seus crimes e a reparar a memoria das súas vítimas.

O Partido Popular foi creado no ano 1976, sendo os seus fundadores toda unha cuadrilla de ex ministros franquistas que xamais renegaron nin do seu pasado nin da súa ideoloxía claramente fascistas. Basta facer memoria e lembrar o sinistro listado de políticos fundadores do Partido Popular (PP) para confirmar o carácter franquista do mesmo: Manuel Fraga Iribarne, Gonzalo Fernández de la Mora, Laureano Lopez Rodo, Cruz Martines Esteruelas, Licinio de la Fuente, Gregorio Lopez Bravo, Enrique Torres de Carranza.... son algúns dos nomes máis famosos entre os fundadores dese partido. Nomes que tiñan en común tanto o seu pasado franquista (ex ministros) coma a súa indiscutible adhesión a tal ideario fascista e a defensa do realizado pola ditadura da que formaron parte. Con tales vimbios, como se podía esperar que este partido (PP) asumise os crimes perpetrados pola ditadura franquista, recuperase a auténtica memoria histórica e fixese xustiza coas vítimas daquela?

Para máis inxudia, en Galiza e durante 15 anos (1990-2005) estivo á fronte da Xunta de Galiza o citado Manuel Fraga Iribarne, fundador de tal partido (PP). Un político que fora ministro de Franco -ocupou o Ministerio de Información e Turismo entre 1962 e 1969, período no que tivo lugar o fusilamento de Julian Grimau (1963)- e do goberno de Arias Navarro -Ministro do Interior e Vicepresidente do Goberno durante cuxo mandato (1975-76) se produciron os lamentables sucesos de Vitoria e Montejurra (1976) con mortes de civís habidas pola acción da policía e a garda civil-. A presenza de Manuel Fraga, que nunca renegou do seu pasado franquista e que sempre declarou a súa admiración e respecto polo ditador, á fronte da Xunta de Galiza marcou e segue marcando o modus vivendi político de Galiza.

Alguén imaxina como sería hoxe en día a Renania-Westfalia se Joseph Goebbels -Ministro para a Ilustración pública e a Propaganda de A. Hitler- fose o seu Presidente, por caso logo da Segunda Guerra Mundial? Ou como sería por caso a Toscana con Giovanni Gentile -Ministro de Instrución Pública de B. Mussolini- de Xefe de Goberno na democracia? Pois o que non foi posible nin en Alemaña nin en Italia, con fortuna para estes estados e esas comunidades, si foi posible en España, en Galiza onde un político da mesma natureza que os anteriormente citados gobernou durante 15 anos.

Nada que dicir da lexitimidade democrática dos gobernos galegos presididos por M. Fraga Iribarne, pero si subliñar que esta presenza supuxo, e supón, que moitos dos mitos e as iconas do franquismo sigan aínda moi presentes en Galiza. Algo que representa un enorme déficit democrático. Como por caso pode suceder que o goberno galego diga que non é quen de expulsar os Franco do Pazo de Meirás e devolver esa inmoble a cidadanía? Como este goberno non ten como obxectivo retirar todas as iconas franquistas que aínda existen en Galiza e que supoñen unha auténtica aldraxe para a democracia e tódolos demócratas galegos?

A explicación é moi sinxela e xa fixemos referencia a mesma: falta de vontade política. Ademais, se repasamos as hemerotecas, veremos como o PP, en Galiza e en España, opúxose sempre a calquera iniciativa que levara explícita ou implícita a condena real do franquismo e os seus crimes. Aínda hoxe se nega, tanto en Galiza como en España, a recoñecer a auténtica historia, a cualificar o réxime franquista como o que realmente foi, unha ditadura sanguinaria. Négase así a reparar a memoria e o bo nome das vítimas do terror, daqueles miles de galegos/as que morreron loitando -cando non foron simplemente asasinados como por caso numerosos representantes locais e líderes sindicais- en defensa da democracia e a legalidade en Galiza. A memoria e bo nome de miles de mulleres violadas e asasinadas cunha crueldade infinita. A memoria de dirixentes políticos ilustres como Alexandre Bóveda, e moitos outros que sería prolífico citar pero que me merecen igual respecto, sentenciados a morte e asasinados polos franquistas.

Neste marco político non son cribles as declaracións dos responsables da Xunta de Galiza (PP) de que non teñen competencias para recuperar o Pazo de Meirás. A realidade é que os dirixentes do partido máis corrupto de Europa (PP) que ao tempo tivo como matriz o franquismo non quere remover a historia porque sería quedar espidos de credenciais democráticas. Por iso mesmo non cabe agardar que se faga xustiza coas vítimas da ditadura franquista e se recupere a auténtica historia mentres este partido (PP) goberne en Galiza, como en España. O cal non quere dicir que os/as demócratas galegos/as non debamos seguir loitando pola xustiza e a verdade. Todo o contrario, debémolo facer e con máis forza cada vez: os/as nosos/as devanceiros/as así nolo reclaman, moitos/as deles/as dende as cunetas das estradas, dende o fondo dun barranco, dun pozo ou dende as profundidades dunha ría. Cando non dende diante dun pelotón de fusilamento.

Están en xogo a democracia e a xustiza en Galiza. Está en xogo o futuro de Galiza.





Manoel Barbeitos

domingo, 20 de agosto de 2017

Las costas de Galicia



Es un lugar común decir que las costas de Galicia carecen de la más elemental ordenación dentro del conjunto del territorio de que forman parte, y la actual Ley del Suelo es la mejor receta para que la situación empeore, permitiendo a los propietarios de suelo costero actuaciones “urbanísticas” que dañarán más el ecosistema costero y causarán más desastres ecológicos y materiales.

Galicia forma parte, junto con los demás territorios que tienen costas al Cantábrico, de un conjunto donde se suelen dar condiciones atmosféricas parecidas, con predominio de vientos del Noroeste y, en las Rías Baixas, del Suroeste. Galicia es también un territorio con zonas costeras especialmente sensibles a la acción humana, como las playas, las zonas dunares de anteplaya, los humedales y otros espacios ocupados o no por edificios de diverso tipo. La sociedad gallega, en general, parece no haber demostrado la sensibilidad suficiente para exigir de sus gobernantes acciones que conduzcan a la corrección de los vicios actuales, que provienen de décadas atrás.

Es cierto que cuando se produce un temporal procedente del mar, con movimientos de mareas que invaden bruscamente la costa y oleajes que superan los diez metros de altura, las modificaciones en los arenales, pero también en algunos otros espacios sin playas, son notables, pero no es de esto de lo que aquí vengo a hablar, sino de la contribución de la acción humana a que estos desastres que provienen de la naturaleza se agranden.

Como han señalado no pocos especialistas, la franja litoral constituye un ámbito muy complejo y extremadamente sensible, ya que en ella interactúan factores físicos, ecológicos, sociales y económicos, entre otros. La costa experimenta constantes transformaciones, de forma que si echásemos nuestra vista a cien años atrás, veríamos lo que la naturaleza ha modificado nuestras costas, pero aún más, y en mucho menos tiempo, han sido modificadas por el ser humano con sus construcciones, desvío de cauces fluviales, suciedad en las riberas, multiplicación de usos: residencial, agrícola, pesquero, industrial, turístico…

De no tomar interés por estos temas, la situación empeorará con el tiempo, por lo que cuando sobrevengan los temporales de invierno a que un año y otro estamos acostumbrados, las pérdidas económicas aumentarán, los riesgos humanos lo mismo y las transformaciones ecológicas, que es como matar a la naturaleza, también. Sabemos que es difícil actuar en este asunto por la tendencia de la población a vivir en las zonas costeras en todo el mundo, en particular en Europa y en España (existen datos que así lo confirman, particularmente EUROSION), por lo que la intervención humana se ha intensificado en los procesos erosivos en las costas. A ello ha contribuido –dicen Garmendia Pedraja, Rasilla Álvarez y Rivas Mantecón- el deterioro y/o eliminación de los campos de dunas, la artificialización de las zonas de anteplaya, la proliferación de estructuras portuarias de defensa costera… restringiendo su dinamismo, disminuyendo la disponibilidad y libre circulación del material sedimentario y su capacidad para amortiguar los efectos negativos de los temporales.

El ascenso marino parece evidente, por lo que es absurdo seguir “humanizando” las costas, por mucha inercia que exista a poblarlas. Debe actuarse desde los poderes públicos para ordenar el espacio costero, que es más que la línea de costa tanto en zonas arenosas y sedimentarias como en los acantilados y otras formaciones naturales. La sociedad debe tener conciencia de esto si quiere seguir disfrutando de costas ecológicamente sanas, sin edificios anejos, sin asfaltos, sin automóviles, sin “chiringuitos” que afean y degradan el paisaje. El Plan Litoral que el Gobierno pone en marcha cada año se ha dedicado a paliar los efectos de los temporales, pero no a corregir los daños causados por el ser humano, en realidad por los especuladores. Galicia no tiene un instrumento para corregir la actual y salvaje tendencia a intervenir en las costas con fines exclusivamente especulativos; lo que se invierte en reparar paseos marítimos, malecones, embarcaciones, indemnizaciones del Consorcio de Compensación de Seguros, es tirar el dinero si no se actúa contra la acción antrópica tan dada a los beneficios a corto plazo. Me gustaría que los grupos políticos con representación parlamentaria se ocupasen de este asunto. De lo contrario, un viaje por las costas de Galicia, como dijo hace años un arquitecto catalán, “es llorar”. 

L. de Guereñu Polán.

jueves, 3 de agosto de 2017

OS SOCIALISTAS GALEGOS E O "DIA DE GALICIA"

Nos últimos anos foi decaendo a miña ilusión polo acto que cada 25 de xullo ven convocando en Rianxo o PSdeG-PSOE para celebrar o día de Galicia.

Fai pouco que lin unhas declaracións de Xesús Alonso Montero, quen dicía sentirse estrañado dende fai xa moitos anos por esta celebración dos socialistas en Rianxo tendo como grande referente a Castelao, insigne fillo desta vila, pero en modo algún figura representativa dos socialistas galegos. Si e certo, que o ilustre rianxeiro, foi e segue sendo unha figura senlleira da loita contra a ditadura franquista, un referente imprescindible na conquista do Estatuto de Galicia e un humanista digno de admiración e gran  impulsor do galeguismo, pero a súa militancia e compromiso nunca estivo cos socialistas nin  coas súas organizacións, senón co Partido Galeguista.  De feito nas eleccións celebradas en febreiro de 1936, foi elixido Deputado por Pontevedra en representación do Partido Galeguista. Foi director de A Nosa Terra, órgano do Partido Galeguista entón e hoxe voceiro oficial do BNG.

Esta por saber cales foron as razóns concretas polas que os socialistas galegos elixiron Rianxo para celebrar cada ano o Día de Galicia, pero estou seguro que entre elas estivo o feito de “saír da baraúnda político-festiva de Santiago” e xuntarse nun espazo no que expor con mais sosego o punto de vista do partido en relación a conxuntura política de cada ano. Neste senso, seguramente tivo importancia que na vila de Rianxo, a candidatura dos socialistas, encabezada por Xosé Bravo Frieiro, obtivese 15 dos 17 concelleiros electos nas eleccións de 1979 e fose reelixido con sucesivas maiorías absolutas nas seguintes convocatorias. Tampouco se pode esquecer a tradicional dificultade dos socialistas galegos para poñerse de acordo en temas como este.

E sabido que o berce dos socialistas galegos foi Ferrol, onde naceu a primeira Agrupación Socialista de Galicia, aínda que logo sería Vigo e o resto da provincia de Pontevedra onde o PSOE tería ate 1936 as organizacións máis numerosas, activas e influentes. Falando de Ferrol e pensando nunha localidade na que celebrar actos como o do “Día de Galicia”, ademais do anterior xusto é recordar dous detalles: En Ferrol naceu,  foi a escola e viviu ate os 10 anos, Pablo Iglesias o fundador do PSOE e da UGT. De Ferrol era alcalde Xaime Quintanilla Martínez, fusilado o 18 de agosto de 1936 nas tapias do cemiterio de Canido 
.
 Xaime Quintanilla Martínez segue a ser un grande descoñecido para a sociedade galega e incluso para a maioría dos socialistas galegos de hoxe. A consigna do franquismo trala guerra de “esquecemento e silencio” sobre o acontecido naqueles anos terribles deu os seus froitos. Médico, escritor e político, con moitas semellanzas con Castelao en canto a pensamento e actividades, con unha diferenza importante.  Castelao morreu no exilio en Bos Aires con 64 anos e Quintanilla morreu asasinado en Ferrol cando tiña 38 anos.

No ano 2011, os historiadores Ana Romero Masiá e Carlos Pereira Martínez publicaron unha documentadísima biografía de Xaime Quintanilla, na que amosan a  súa traxectoria como político, como médico, como periodista, autor de teatro e impulsor das Irmandades da Fala. Un grande traballo de investigación para un grande personaxe.

E dicir, que sen menoscabo de Rianxo, Ferrol reúne as mellores condicións para acoller, cando menos un ano, a celebración anual do Día de Galicia polos socialistas galegos. Igual que Ferrol podería ser Betanzos, onde se recorda a  figura de Ramón Beade Méndez. Destacado líder agrario elixido Deputado por A Coruña en 1931 e 1936, con amplísima traxectoria no PSOE e na UGT. Trala Guerra Civil viviu oculto en Betanzos, sendo dado por morto. Permaneceu nesta situación ate que en 1947 entrou en contacto coas organizacións socialistas no exilio para traballar na reorganización do movemento socialista clandestino na Coruña. Foi detido en xuño de 1951 e condenado a doce anos. Faleceu o 3 de  xullo de 1956, constituíndo o seu enterro civil (en plena ditadura e baixo severo control policial), unha das maiores  manifestacións celebradas en Betanzos.

Igual que Ferrol ou Betanzos, con igual merecemento podería ser A Coruña, Ourense, Lugo, ou Vigo, ou Pontevedra, ou decenas de localidades onde insignes socialistas seguen aínda a espera de ser recordados e de recibir a homenaxe que merecen. Se non Ferrol, cabería pensar na súa celebración de xeito rotatorio, contribuíndo así a que o PSdeG-PSOE recupere para Galicia e para a súa propia historia a memoria de auténticos mártires dos ideais socialistas.

Xesús Mosquera Sueiro / 3 de Agosto do 2017





miércoles, 2 de agosto de 2017

IMPREVISIBLE VENEZUELA.



Venezuela, cita obligada de una parte importante de la emigración española, especialmente canaria y gallega en los años 50 del pasado siglo, era un lugar de sueños no siempre de dulce despertar, donde pareciera que lo único a administrar fuera la abundancia. A lo que no era ajena una  realidad, a la vez es parte de su drama: ser un  país con una de las  mayores reservas de petróleo del planeta. Un  país cuya despensa intelectual  alcanzó a tener  una granada elite de saber, que como otras necesidades y urgencias actuales esta dolorosamente vacía.
Arturo Uslar Pietri, abogado, escritor, y político, considerado como uno de los intelectuales venezolanos más importantes del siglo XX,  con agudeza de visión vaticinaba  “¿Hasta cuándo podrá durar este festín? Hasta que dure el auge de la explotación petrolera. El día en que ella disminuya o decaiga, si continuamos en las condiciones actuales, habrá sonado para Venezuela el momento de una de las más pavorosas catástrofes económicas y sociales”.
El mismo Uslar Pietri  se lamentaba “Creemos que las riquezas son suficientes para generar el verdadero bienestar y nos hemos olvidado de sembrar las semillas del petróleo,  en las escuelas, en las universidades, en la prosperidad espiritual e intelectual de nuestro pueblo.”
La situación actual de Venezuela es a la vez la suma de modelos  desgastados de gobierno y de la  descomposición moral de un pueblo que ha descendiendo por los barrancos de la corrupción y la violencia, de la desigualdad brutal, hasta al desencuentro en la convivencia y a un desplome económico tan atroz,   casi inconcebible en un país  tan rico.
 La economía venezolana deteriorada y en creciente endeudamiento tras el "boom" petrolero en los 70, empeoró paulatinamente con las  políticas económicas de los gobiernos derechistas. Luis Herrera Campíns y Jaime Lusinchi, fueron incapaces de  frenar  la quiebra del mercado interno. Carentes de políticas de soberanía económica y agroalimentaria, se genera un proceso de empobrecimiento que agudiza de forma acelerada la brecha social. Una economía herida por un comportamiento  en los periodos de bonanza, que promueven el uso de la renta, no a formas productivas, sino fundamentalmente en el consumo de bienes importados.
El “socialdemócrata” Carlos Andrés Pérez vivió en su mandato el “caracazo”. Una ola de sangre que según autores va de 300 a 2500 muertos. Su presidencia es el punto de inflexión que anuncia el derrumbe de las formaciones tradicionales y la crisis de un bipartidismo incapaz de dar respuesta a la crisis que arrastraba el país, Escenario en el que irrumpe Chávez con su fallido golpe estado en 1992, y el mismo Chávez a través de las urnas, posteriormente, genera un escenario distinto al modelo clásico con una notable ventana a la esperanza para los menos favorecidos.
Como siempre que esto sucede en Latinoamérica, la superpotencia norteña enciende sus motores para abortar cualquier actuación que ponga en riesgo la doctrina ultra liberal y su hegemonía en particular. Con diversas   formas de intervención, en la práctica configura un escenario de guerra de baja intensidad que azota  todos los ámbitos  de la vida venezolana. Se  cuestiona el vigor de las libertades individuales, las posibilidades de los opositores para producirse, o el multipartidismo. Se auspicia un escenario cada vez más violento en las   expresiones de la disidencia y sus marchas. Todo ello envuelto en una oleada calculada de medias verdades en  medios de comunicación con gran capacidad de influencia.

Una oposición, que al igual que sucede con el gobierno carece de una entidad y solvencia que un momento crítico como el actual requeriría. Ambos en su empate técnico en cuanto a la respuesta ciudadana, tiene también un peligroso empate en demagogia y comportamiento obtuso para dar salida al caos creciente. Maduro y su equipo es manifiestamente mejorable en gestión y liderazgo, mostrándose absolutamente incapaces de entroncar con las premisas de Chávez. La deriva última, y las erráticas actuaciones que las implementan, muestran un deterioro alarmante desde un punto de vista de pulcritud democrática.
 Los sectores opositores, anclados en el liberalismo conservador, obsesivamente contrarios al estado como protagonista de valores sociales, limitan su discurso mediático al formalismo de las libertades (en lo que cabe acuerdo) pero con una retórica simplista, de consignas, emanada desde la versión neoliberal más ortodoxa. Ni de lejos ejerce una autocrítica de la corrupción  del sistema que protagonizaron sus antecesores, ni propósito de enmienda. Mucho menos define una voluntad más allá del revanchismo, de desarrollar políticas encaminadas a una política de redistribución para paliar la crisis del país y la brecha social. Ignora de forma suicida que el petróleo, base de sustento de la economía tal como se entiende hoy, está sometido a una volatilidad en el mercado internacional que va a condicionar los vaivenes políticos del país. Ante los cambios que se perciben en el mercado energético, en el que cada vez parece menos posible se dispare el precio de los crudos, la oposición al igual que los actuales dirigentes parecen más interesados en optar por la gestualidad y las formas, ignorando el fondo.
El obsceno manejo de un panorama dramático como el venezolano, con lecturas paranoicas y procaces de una realidad, esconde la parte nada ingenua, de  la mordaza impuesta por los mecanismos de dominación internacional. La dictadura, esta sí, de la dominación en pocas y concretas manos del control de mercados y  recursos naturales monopolizados  y parasitados a través de corporaciones presuntamente servidoras de una supuesta gobernanza global. Y no es menos cínico observar el entusiasmo hipócrita, el cinismo de los que hacen bandera de algo tan noble e irrenunciable como los Derechos Humanos, al referirse a este país, mientras enmudecen ante su pisoteo en Arabia Saudí, Marruecos, México, Colombia o China…
Un maniqueísmo que no es nuevo. Tanto en las manipulaciones como en las omisiones. Y todo sin obviar que la limitada y agotada capacidad política del Sr. Maduro, da muchas facilidades a ello.  
Venezuela como muchos otros países hoy, necesita un ejercicio de solidaridad, de políticas serias, honestas. Erradicar la demagogia y el populismo como arma, algo que tanto entusiasma a oposición y gobierno y abordar el camino complejo y difícil de las soluciones  Combatir la inseguridad personal y jurídica que es muestra de un frágil estado de derecho y ordenar las normas que regulan la vida social y económica. No es tanto establecer una democracia formal, o al amparo de ella enmascarar comportamientos autoritarios. Es ser y actuar como demócratas.
Por ello, para Venezuela, al igual que para muchos otros países, el reto es muy complejo y de más que imprevisible pronóstico. 

  Antonio Campos Romay