martes, 31 de octubre de 2017

21 de cidiembre...



Si los resultados de alguna encuesta que ya se ha realizado (al calor de las idioteces acontecidas en Cataluña en los últimos meses) se confirma tras la campaña electoral previa al 21 de diciembre próximo (cabe esperar que sí pero no sabemos en que grado), nos podríamos encontrar con una endiablada situación que hiciese muy difícil la gobernabilidad de dicha comunidad autónoma, sobre todo porque habrá quienes no renuncien a sus objetivos independentistas (legítimo) incluso por procedimientos ilegales (suicida).

Parece que el partido más votado sería Esquerra, seguido de Ciudadanos y del Socialista. El conjunto de grupúsculos que se cobijan en la firma “podemos” dificultará cualquier acuerdo, tanto a unos como a otros, entre otras cosas porque no habrá quien se fíe de ellos. Es previsible el descalabro de un partido corrupto como la antigua Convergencia, pero no así del PP, también corrupto, porque rentabilizará el que el Presidente del Gobierno haya aplicado con decisión la ley para corregir el rumbo hacia la legalidad.

El Partido Socialista podría mejorar porque se ha situado en medio de ambas partes, si bien dentro y en defensa de la Constitución, habiendo jugado su secretario, el señor Iceta, un papel moderador y mediador. Ciudadanos parte con buenos números, pero insuficientes para aspirar a gobernar con el único apoyo que considero factible, el del PP.

La principal novedad, me parece, es que los personajes que participen en la próxima legislatura catalana sean distintos a los que han llevado a un callejón sin salida al país. Dirigentes de la antigua Convergencia más próximos a acuerdos con el Estado del que forma parte Cataluña, podrían romper el bloque independentista, sobre todo si las CUP deciden no participar en las elecciones (en cuyo debate están). Como este grupo no puede aportar nada a la gobernabilidad, pues su papel está solo en la movilización y en la lucha contra la Constitución española, que millones de catalanes votaron (incluido el artículo 155), no se podrá contar con él si se quiere algo positivo.

Que la derecha catalana se pusiese de acuerdo para gobernar (la antigua Convergencia, Ciudadanos y PP) no parece imposible, sobre todo si importantes empresarios se ponen manos a la obra, pero ahora parece poco probable porque estamos saliendo aún de la vorágine. La izquierda no puede ponerse de acuerdo porque tiene objetivos distintos según se trate de los socialistas o de los nacionalistas de Esquerra… y ya he dicho que el magma de “podemos” no es de fiar (particularmente en Cataluña).

A los socialistas les cabe, si tienen ese tercer puesto con al menos veinte escaños, seguir como mediadores de una solución que acepte el marco legal aunque quien gobernase fuese, en minoría, el partido más votado, Esquerra. En todo lo anterior descarto que el bloque nacionalista catalán vuelva a actuar conjuntamente y que socialistas y derecha catalana puedan embarcarse juntos en una acción de gobierno coherente, salvo que se tratase de una cuestión de salvación “nacional”.

Puede que ocurra lo que ya algunos advirtieron sobre Quebec, que los independentistas no podrán volver sobre sus pretensiones porque la sociedad catalana –en general- está muy harta de ellas, aunque la movilización de los grupos independentistas, muy importantes, se pondrá a tope, igual que sus contrarios, espoleados por Societat Civil Catalana. La participación electoral alta parece asegurada y ahora solo hace falta saber si se polarizará más el panorama o se mantendrá plural y dividido: en el primer caso los beneficiarios serían Esquerra y Ciudadanos.

Una campaña centrada en los problemas reales de la gente, en los barrios más humildes, entre los grupos más empobrecidos, entre los autónomos que no quieren aventuras, entre los estudiantes que no han sido adoctrinados falazmente, entre los obreros sindicados y no sindicados, sobre todo en las ciudades y en las comarcas costeras, que es donde el independentismo es más flojo, se hace imprescindible desde una perspectiva del socialismo, pero sabrán mejor que yo los de esta familia en Cataluña lo que deben hacer. El papel de los alcaldes socialistas, valiente en la mayor parte de los casos, debe también servir para completar el trabajo de candidatos, afiliados y simpatizantes. Una campaña electoral en la que habrá que insistir en la necesaria reforma constitucional, en el reconocimiento explícito de Cataluña como comunidad diferente a otras (aunque no privilegiada)... y ¿en la necesidad de otro Estatut? (porque esto último es tema sobre el que no me atrevo a decir más no estando allí...).

Entre tanto hay que esperar que no haya ninguna sorpresa negativa en materia de orden público, en el campo diplomático o en el judicial, lo cual podría hacer bascular algo, pero no mucho, la actual situación. Pero bascular algo, en un sentido u otro, puede ser la clave en la actual situación de cordura solo al parecer recuperada. 

L. de Guereñu Polán. 

martes, 24 de octubre de 2017

A cincuenta años de la muerte de Guevara



Ernesto Guevara ha sido mitificado por la izquierda mundial, más en unos países que en otros y más por parte de algunas organizaciones que han considerado la lucha armada, particularmente en América y África, como la única solución contra el neocolonialismo practicado por Estados Unidos y sus aliados. Una vez que Guevara eligió ese camino, perfectamente comprensible, sobre todo en los años cincuenta a setenta, sus méritos son innegables, sobre todo por la generosidad que siempre demostró y los riesgos que corrió en su vida. No fue el único, pero sí el que, habiendo saboreado las mieles del poder, renunció a él y se aventuró de nuevo en una lucha que se ha revelado, en la mayor parte de las ocasiones, inútil.

Participó en la comisión de crímenes, no obstante, mientras estuvo al frente de varias responsabilidades públicas en Cuba, como los “juicios revolucionarios” que entusiasmaron a la juventud izquierdista de la época, pero que se han revelado como una monumental arbitrariedad a favor de quienes gobernaban y en contra de las libertades individuales. Es sabido que en la Cuba de los Castro no hay división de poderes, como tampoco la había –sino formalmente- en la Cuba de Batista, pero el hecho de que Guevara haya participado en la depuración de todo sospechoso de heterodoxia, de todo cubano renuente con el régimen que triunfó en 1959, le hace cómplice gravísimo y, a la luz de los hechos, contribuye al deshacer el mito creado sobre la base de la ignorancia.

Algunos, como Manuel Urrutia, luchador contra los regímenes corruptos de Batista y anteriores, se dieron cuenta y pagaron muy pronto el apartamiento del poder: no podía ponerse en cuestión la dictadura castrista que se estaba gestando. Guevara se prestó a los vicios que, desde muy pronto, caracterizaron al nuevo régimen, pero ¿se apartó de él años más tarde porque no pudo soportar tanta iniquidad, o lo hizo porque su vocación revolucionaria le llamaba a otros lugares?

Su captura en Bolivia por el ejército nacional entra en la lógica de un régimen, el del general Barrientos, que combatía a la guerrilla en la que estaba Guevara, ya aureolado por el triunfo en Cuba. Barrientos fue un personaje típico de la América latina de la época: izquierdista revolucionario primero, cuando llegó al poder fue cambiando hacia un populismo cercano a los intereses campesinos (sumisos), pero represor de los mineros y trabajadores industriales (combativos). La captura de Guevara en el sur de Bolivia (Valle Grande), su exhibición a la opinión pública, el escarnio al que fue sometido y su asesinato cuando ya estaba indefenso, muestran hasta que punto la ignominia y brutalidad de aquella época se enseñoreaban en América. El mismo hecho de amputarle las dos manos, con la pretendida intención de que se pudiese demostrar en todo momento, que se trataba del “Che” por las huellas digitales, llena de miseria a los responsables; el mismo presidente de la República no pudo ver a Guevara, como pretendió, pues fue enterrado antes.

¿Qué hicieron los regímenes argentino y cubano de la época para reivindicar la figura del “Che” entonces? No está investigado suficientemente este asunto, pero muy poco o nada. En 1965 Guevara, ya fuera del régimen cubano, había dado una conferencia en Argel donde, ante un público enfervorizado, denunció tanto a Estados Unidos como a la Unión Soviética por practicar sin miramientos imperialismos paralelos, por vender armas a precios de mercado a las guerrillas africanas y americanas, y esto no gustó a los soviéticos, que estaban en plena “coexistencia pacífica” con Estados Unidos. Se criticó por parte de las autoridades de la URSS al “Che” y se le consideró enemigo de sus objetivos. Cuba, dependiente entonces del gigante euroasiático, calló, como lo hizo el régimen argentino, en manos de la dictadura de Onganía, a quien le cupo el deshonor de no preocuparse por un compatriota tras su muerte, pues a su misma familia se le negó el cadáver. 

Con su frase, “crear uno, dos, tres Vietnam es la consigna”, Guevara demostró o una ignorancia superior, o un desprecio infinito por la vida humana o algo en todo caso negativo. ¿Sabía a la altura de 1966, cuando fue pronunciada esa frase, el sufrimiento de los vietnamitas de uno y otro bando? Porque de saberlo fue como mínimo frívolo y seguramente estúpido y cruel. En el ambiente revolucionario en que vivió Guevara durante buena parte de su vida, se puede entender la frase, pero entender no es justificar, y cuando se analizan las cosas a la luz de la razón hay que rechazarla sin miramientos. Aún quedaba a los vietnamitas una década de guerra despiadada, si es que alguna guerra no lo es, y fueron las principales víctimas del imperialismo norteamericano y comunista. ¿A que entonces crear más Vietnam del que ya existía lleno de sangre?

En el año 1995, por la información del periódico norteamericano “The New York Times”, que reveló el supuesto lugar de enterramiento del “Che” y otros guerrilleros, varios países, entre ellos Argentina y Cuba, enviaron misiones para recuperar sus cuerpos. Fueron muy intensos los trabajos para, al fin, exhumar unos cuerpos que parecen ser los de los asesinados en 1967. El de Guevara fue llevado a Cuba y allí se encuentra enterrado, pero algunos investigadores discuten que sea el del “Che”. Una vida entregada a un tipo de revolución que hoy es cuestionada, para un destino tan poco honorable: esto último tiene sus culpables. 

L. de Guereñu Polán. 

lunes, 23 de octubre de 2017

Ler en galego



Os sociolingüistas saben que cando nun territorio se falan dúas linguas, en xeral, unha delas está discriminada respecto da outra. É o caso da lingua galega, pero non só, pois hai moitas linguas minoritarias, xa porque os que as falan son poucos en relación a outras linguas, xa como consecuencia daquela discriminación, que se pode explicar por causas históricas, políticas, etc.

Finlancia, por exemplo, formou parte do estado sueco ata principios do século XIX, en que foi incorporada como Gran Ducado o imperio ruso. A lingua das “elites” era o sueco, mentres o finlandés quedou relegado  mundo rural, pero aínda así a mediados do século XIX, un 87% da poboación falaba finlandés. Onde está, pois, a discriminación? En que o sueco era utilizado na Administración, na educación, na xustiza, na prensa, etc. O nacionalismo finlandés tivo entre as súas reivindicacións, a incoporación da lingua local a aquelas esferas.

O caso belga é distinto, onde a lingua ten provocado que incluso hoxe haxa partidos políticos da mesma ideoloxía que se organizan separadamente segundo o seu electorado sexa flamengo de lingua ou valón. O flamengo foi introducido en Bélxica durante o tempo en que foio administrada polas autoridades neerlandesas, a súa vez dependentes do imperio austríaco, pero hoxe a diferenza entre flamengo e valón é exclusivamente polo maior número de flamengo-falantes.

Galicia, como todos sabemos, tivo uns séculos que os expertos chaman “escuros” e que se poden facer coincidir cos da Idade Moderna. O idioma galego, non obstante, permaneceu amarrado nos núcleos rurais e foi sempre a lingua de comunicación para boa parte da poboación. Nin a dependencia administrativa e política ó estado español, nin a discriminación e persecución sufrida durante a ditadura do xeneral Franco, puideron extinguir o uso do galego, que se ten recuperado dende o establecmento da democracia en España. E, sen embargo, o galego está discriminado respecto do castelán porque séculos de illamento non se superan fácilmente. Onde o galego se ten recuperado bastante é na educación e na Igrexa, pero non na xustiza, na prensa e no mundo urbán.

Hai algo que os lexisladores non tivereon en conta cando pretenderon espallar o uso do galego alí onde non se falaba: –de boa fe ou por acomodación ás circunstancias: cada individuo non abandona a súa lingua materna fácilmente; diría que non a abandona nunca, por moitas lexilacións que se lle impoñan. Isto se pode comprobar nos territorios onde a política de rusificación foi levada a cabo na época dos zares. Se partimos desta base, que é obxectiva, que non pode deixarse de lado, entón estaríamos en condicións de que a lingua galelega, que coma outras é un patrimonio que non se pode abadonar a súa sorte, se achegase o castelán en uso e aprecio.

Cada lingua ten a súa lóxica, os seus xiros, os seus matices, as súas formas dialectais, as súas particularidades que a fan querida por aqueles que a teñen por materna. Non é correcto falar da “nosa” lingua cando nos referimos o galego, pois a “nosa” será para uns o castelán e para outros o galego ou as dúas. Non é correcto dicir que o galego é a lingua propia de Galicia (é o castelán impropia?) senón que, despois de tantos séculos, tan propia de Galicia é unha como a outra. Facer estas consideracións, sin embargo, é compatible con pronunciarse a favor dunha política que favoreza o uso da lingua galega, porque como xa dixen é un patrimonio irrenunciable, é unha riqueza a conservar.

E as linguas se conservan se se escriben, se teñen unha literatura que as fixa o terreo. O galego ten a súa literatura desde a Idade Media e nos últimos séculos, pero non é dabondo para que se utilice crecentemente, é necesario contar con obras clásicas en galego, dispoñer de ditas obras nas bibliotecas, nos centros de ensinanza, o alcance de todos; e é necesario unha política que anime á poboación a ler e que as lecturas en galego se encontren nos medios dixitais que hoxe utiliza unha poboación crecente.

Non creo na lexislación que obriga a este ou a aquel funcionario a utilizar unha determinada lingua; creo nunha política que incentive a lectura e que as lecturas en galego se encontren en todos os medios o alcance da poboación. 

L. de Guereñu Polán.

domingo, 8 de octubre de 2017

Una manifestación en mi ciudad



Estando en la terraza de un café, vi pasar hoy la manifestación de los adversarios de la independencia de Cataluña (incluso algunos serían adversarios de Cataluña) con banderas nacionales y sin ellas, pero sobre todo sacando la roja y gualda (como nos enseñaron en la escuela primaria) cuando nunca se había hecho antes si no es para ciertos acontecimientos deportivos. Por primera vez estuve en el lado contrario de los que gritaban “no nos mires, únete…”. Un nacionalismo excita a otro; por un momento pensé en la exaltación patriótica de la guerra contra el francés en 1808, cuando los historiadores dicen que se forjó la nacionalidad española, luchando allí contra la invasión, frailes, bandidos, jóvenes, aguerridos campesinos, militares y personal de casi toda condición.

La manifestación de hoy, no más de mil personas, pero no desdeñable para una pequeña ciudad, fue enardecida, con gritos apasionados (“soy español, español…”, como si cupiese alguna duda) y otros que no reproduzco aquí por pudor. Vi a algunos personajes de la derecha local más rancia, pero también a personas del común, bien intencionadas, espoleadas por tanta prensa, televisión y políticos que han agitado las aguas del nacionalismo español, en respuesta al catalán.

De vivir en Cataluña no hubiera asistido a ninguna manifestación por la independencia, como cabe suponerse, aunque sí a la que tuvo lugar por la defensa de la ley, pero al vivir en Galicia me ha parecido innecesaria esa demostración de gallardía patria. Yo no estoy orgulloso de ser español ni de ser gallego, pero sí estoy orgulloso de profesar las ideas políticas que tengo, porque estas las he elegido y madurado yo, no son el resultado de ninguna contingencia. Al ver hoy en mi ciudad tanto apasionamiento, tanto arrebato místico, tantas banderas de distintos tamaños (un niño, acompañado de sus padres, no se resistió a vestir la camiseta del Barcelona C.F.) sentí una rareza a la que me había desacostumbrado. Noto de falta, en estas manifestaciones por la legalidad constitucional, las senyeras junto a la bandera nacional (puestos a ondearlas). La demostración terminó ante la sede de la Policía Nacional, con grandes elogios para ella… dos policías –prudentemente- salieron para saludar, sin más alharacas.

Pero más noto de falta que la gente no se movilice, o lo haga de forma remisa, por problemas lacerantes que afectan a muchos millones de españoles: parados, ancianos sin prestación de dependencia, salarios bajos, diferencias enormes en renta y riqueza, propensión a la privatización de la sanidad pública y menoscabo de los recursos de la enseñanza, por poner solo algunos ejemplos. España es un estado antiguo, de los más de Europa, lo que no garantiza nada, pero cuartearlo resultará difícil por el momento. Hay muchos lazos –incluso económicos- que nos unen a todos: la Seguridad Social, el Ejército, las Fuerzas de Seguridad, la solidaridad interregional, las leyes y el flujo de mercancías, capitales y personas que, antes que en Europa y el resto de mundo, van y vienen por todo el territorio nacional. Pero estas cuestiones, que pueden ser discutidas a la luz de la razón, quedan cegadas cuando priman los sentimientos subjetivos, que no atienden a lo que de sensato diga el otro.

España no es Canadá ni el Reino Unido, y mucho menos la antigua Yugoslavia. España tiene un sentimiento colectivo –también en Cataluña- de que se pertenece a un Estado muy consolidado, que ha tenido que librar batallas internas muy duras en el último siglo (dos dictaduras y una guerra civil entre otras). Hay heridas que aún no están cicatrizadas, pero el sentimiento independentista, respecto del conjunto, es minoritario en todas las regiones o comunidades, también en Cataluña y las provincias vascas. Cuando el President Companys, en 1934, proclamó el “Estat Catalá” dentro de la República Federal Española, no hizo otra cosa que vulnerar la ley, como ahora sus epígonos. ¿Quién era Companys para establecer por él mismo, sin más concurso, qué era Cataluña y qué era España? Luego, como le asesinaron, ha quedado como el mártir que es. Así lo reconocemos y respetamos.

Una exalumna, que me vio antes de la manifestación que comento, dijo cuando me saludaba: “voy a la manifestación por España” (hoy es concejala de Ciudadanos). Puede que no tenga la misma idea de España que yo, pero podemos vivir en comunidad aunque ella prefiera ondear agitadamente una bandera y yo saborear un godello (me reservo para las verdaderas batallas). 

L. de Guereñu Polán.

martes, 3 de octubre de 2017

EL INCENDIO CATALÁN



Aunque el problema catalán es sumamente complejo y lleno de aristas (se han dedicado libros a su estudio, por lo visto sin grandes éxitos), aportaré mi modesta opinión, que se podría resumir en la frase de Sartre: “el infierno son los otros”.

El 1 de octubre muchos nos planteamos la pregunta ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Y aunque la respuesta radica en múltiples factores, destacaré dos que han podido actuar de triangulo de combustión (modelo que explica la generación de un fuego), siendo la carga policial del día del referendo la energía de activación que faltaba para declarar el incendio:

1. La narrativa que ha ido creando el nacionalismo catalán a lo largo de los años. En mi última estancia en Barcelona pude comprobar, con verdadera preocupación, como se aleccionaba a la gente con falsedades históricas y posverdades (también denominadas mentiras emotivas porque se aceptan por ser favorables a quien se las quiere creer) a través de los medios de comunicación catalanes. Pero también en las visitas a monumentos, en los que se hablaba del reino "catalano-aragones", que nunca existió, generando un cuento ficticio paralelo a la realidad. Incluso pude ver, en el castillo de Montjuïc, un documental donde se narraba, con una gran carga dramática y clara intención de generar odio hacia lo español, los bombardeos indiscriminados de Barcelona por parte de los opresores españoles, que disparaban contra los ciudadanos desarmados. No quiero pensar lo que se puede estar enseñando en las escuelas. Este plan de adoctrinamiento ha ido moldeando una generación de ciudadanos que se sienten ofendidos y oprimidos por los españoles.

2. Las políticas neoliberales, que nos han llevado a una crisis económica que se ha solucionado a base de recortes y pérdida de derechos fundamentales, sin querer comprender que se estaba generando una desafección hacia el sistema político y, lo que es peor, hacia la democracia misma. Especialmente entre una generación de jóvenes a los que se les ha birlado su futuro y sólo se les ofrece la frustración de la precariedad laboral, impidiéndoles llevar a cabo un plan de vida digno. Esta es la generación que quiere acabar con el régimen del 78, la que habla de fascismo y represión sin haber padecido nunca lo que ello significa (en un verdadero estado opresor muchos estarían en la cárcel o habrían sido fusilados, el señor Rufián el primero, por mucho menos). Los resultados electorales de los últimos años en Europa son un claro ejemplo de cómo se ha estado alimentando al monstruo por parte de los políticos que dirigían los hilos de Europa. Como siempre, nadie ha tomado lecciones de historia. Ahora, como sucedió tras el crack del 29, una crisis económica y la mala resolución de ésta, ha encendido otra vez la llama de los nacionalismos y los fascismos. Han vuelto los discursos de "nos roban", que en otros tiempos se dirigieron a franceses o judíos, han vuelto los sentimientos tribales, ha vuelto la desafección democrática, porque los ciudadanos se sienten abandonados y traicionados por sus clases dirigentes. Unas clases dirigentes corruptas, lo que los empuja a buscar otras salidas como la ultraderecha o cualquier opción política que les anuncie el paraíso. Las políticas neoliberales han asfixiado tanto a los ciudadanos que estos están dispuestos a saltar por el precipicio. Así llegó el Brexit, los mal llamados populismos, Trump, el ascenso de los partidos neonazis y la caída de la socialdemocracia con piel de lobo... o el conflicto catalán. Los dirigentes europeos no han parado de alimentar a la bestia, y lo peor es que lo siguen haciendo.

Y así llegamos al problema en cuestión, de imposible resolución, pues resulta que los dos únicos partidos con capacidad política de solucionar la crisis catalana son el problema, quienes lo han generado. Dos partidos nacionalistas con ideología y prácticas similares, liberales, corruptos y dispuestos a todo por mantenerse en el poder; que lo mismo pactan la mesa del Congreso o la ley de la estiba, como se niegan a hablar entre ellos. Dos partidos a los que la confrontación entre ciudadanos les favorece. Y ya se sabe que cuando caen las bombas no se escucha ni se ve nada. Por ello, este enfrentamiento entre sordos tiene ya difícil solución y quienes pudieron evitarlo nunca quisieron solucionarlo. De un lado el PP se cargó años de tranquilidad al denunciar y tumbar el Estatuto de
autonomía que habían aprobado todos los catalanes en el 2006 (pese a que no distaba mucho del andaluz), y que había contado hasta con el apoyo del Congreso. Y por otro la antigua CIU que se echó al monte cuando la corrupción y su mala gestión amenazaba con alejarles del poder, creando un enemigo exterior (táctica que siempre funciona) y una cortina de humo que impidiera ver que eran el sujeto del fracaso de la situación social catalana (privatización de la sanidad y los servicios públicos, aumento de la deuda, prácticas caciquiles y mafiosas, el 3%...). Si bien es cierto que las políticas de recortes del PP alimentó aún más el discurso independentista.

Llegados hasta aquí, creo que ha sido un error no dejar celebrar la consulta; hasta tengo mis dudas de si la habrían hecho de habérselo permitido, ya que pienso que todo ha sido una pantomima muy bien coordinada para despertar el sentimiento antiespañol en la ciudadanía catalana. Incluso no haberla hecho hace años, cuando el independentismo era infinitamente menor, pues lo único que se ha conseguido ahora es lo que los secesionistas querían, alimentar su relato de víctimas. Hay que reconocer que el Gobierno les ha regalado todo un espectáculo.
 
Para vencer esa falsa narrativa los catalanes tenían que haber podido dar su opinión, ya que si el referendo hubiera sido legal y los del NO hubieran votado abiertamente y con garantías, igual el resultado habría zanjado el problema por unas cuantas generaciones. Y en caso de que hubiera salido el sí, habría dos opciones (en las que el Estado no aparecería ya como opresor, si no como dialogante y defensor de la democracia):

1. Dialogar una fórmula para apaciguar el problema habiendo escuchado al pueblo catalán, pero dejando claro que el modelo de solidaridad entre regiones no se puede romper y que la independencia no es una vía posible en las actuales circunstancias legales y constitucionales. Por lo que los secesionistas tendrían que convencer al Congreso (al pueblo español) del cambio constitucional, incluso de la obligación de hacer un referendo en el que dicha independencia debería ser aprobada por todos los ciudadanos españoles (a los que les afecta dicha decisión).

2. Permitir la independencia tras un nuevo referendo de ruptura, pero eso sí, informando del coste real que ello va a tener a los catalanes (salida de la Unión Europea, pago de la deuda con el Estado español, déficit económico para pagar la deuda externa, las pensiones y los servicios públicos, recesión, imposibilidad de jugar competiciones oficiales fuera de Cataluña, aranceles fronterizos, fuga de empresas, pérdida de mercado, etc.). Probablemente muchos catalanes se negarán a ver la realidad hasta que los enfrenten a ella.

En cualquier caso, puede que al final nadie gane y todos salgamos perdiendo, porque si Cataluña abandona España se empobrecerá con toda seguridad, pero también empobrecerá a
regiones como Galicia, deficitarias (entre otras cosas porque muchas empresas que producen aquí tributan allá, como en el caso de alguna empresa energética o, sin ir más lejos, el parking de la Plaza de Galicia en Santiago de Compostela). El economista Santiago Lago ya le ha puesto números al coste que la independencia catalana tendría para Galicia: 1.000 millones de euros al año. Y en caso de que finalmente se acepte el chantaje de las oligarquías catalanas para mantenerse en el machito (darles el control económico y judicial para que puedan hacer y deshacer a gusto), otras comunidades sufriremos los recortes de esa insolidaridad. Porque al final todo se trata de eso, de la insolidaridad por parte de todos.

En un mundo global, en el que la clase trabajadora debería luchar por el reparto solidario de la riqueza, andamos a vueltas con la tribu, siguiéndole el juego a las derechas nacionalistas, embobados con los colorines de las banderas y apoyando huelgas patronales. Lo tenían más claro las organizaciones obreras en los años 30, cuando les decían a los señoritos: "eso del nacionalismo nos parece bien, pero primero dennos una vida digna".

Y yo que siempre me consideré un ciudadano del mundo... que necesario es viajar.


Guillerme Pérez Agulla

lunes, 2 de octubre de 2017

Desafiuzamentos e desvergoña

“Tódolos españois teñen dereito a disfrotar dunha vivenda digna e axeitada. Os poderes púbricos promoverán as condicións necesarias e establecerán as normas pertinentes pra facer efectivo este dereito, regulando a utilización do terreo dacordo ao interese xeral pra impedir a especulación....” (Art. 47. Constitución Española)
Como xa sinalara en artigos anteriores o estoupido das burbullas inmobiliaria e crediticia (2008) deixaron ao descuberto en España unha enorme débeda privada tal que as fontes mais fiables cifraban nun valor próximo aos 3,7 billóns de euros que viñan a equivaler ao 332,1% do PIB español. Unha enorme débeda que, naquelas datas, multiplicaba case por 10 a débeda pública quen se cifraba en 0,45 billóns de euros (39,5% do PIB).
Unha débeda privada que se distribuía do xeito seguinte: bancos e outras entidades financeiras, 1,54 billóns de euros que equivalían ao 138,2% do PIB; empresas 1,25 billóns de euros equivalente ao 112,2% do PIB e familias 0,91 billóns de euros equivalentes ao 81,7% do PIB. Como se pode ver se a débeda privada global equivalía ao 332,1% do PIB, a débeda dos bancos e outros entidades financeiras representaba, por si soa o 41,6%  -practicamente a metade- de toda a débeda privada e o 37,1% -mais da terceira parte- de toda a débeda –pública+privada-.
O diverxente e discriminatorio comportamento posterior das autoridades públicas (PSOE e PP) con relación a cada tipo de débeda, e moi especialmente, aos respectivos debedores foi un exemplo paradigmático de quen manda realmente en Galiza e en España. Por caso, fronte a débeda dos bancos e outras entidades financeiras -1,54 billóns de euros- o goberno español saíu disparado ao seu rescate. Fronte a débeda das familias -0,91 billóns de euros- aquel favoreceu e dou cobertura política os desafiuzamentos. O rescate disparou –xunto aos gastos por desemprego- a débeda pública –que actualmente está no 101,3% do PIB: 1,14 billóns de euros-. Os desafiuzamentos dispararon o número de familias que se quedaron sen a súa vivenda habitual e seguen endebedadas: ao día de hoxe mais de 100.000 en toda España -15.000 en Galiza-. Un rescate que supuxo unha inxección do fondos públicos no sector bancario superior aos 100.000 millóns de euros. Uns desafiuzamentos que carrexan outros problemas gravísimos: o 50% dos suicidios habidos en España (11 diarios) e Galiza (4 diarios) atribúese aos desafiuzamentos    (PAH: Plataforma de afectados pola hipoteca).
Asemade e mentres os desafiuzamentos seguen o seu curso -segundo as fontes mais fiables (PAH)  chegan a superar os 100 diarios en España e os 6 en Galiza, neste caso segundo informa a propia Defensora do Pobo- e se incrementa o número de suicidios por desafiuzamento, enterámonos por fontes oficiais que o rescate bancario vai camiño de converterse nunha nova grande estafa das elites políticas e financeiras aos cidadáns de España e, xa que logo, de Galiza. Así si o Banco de España afirma que 60.600 millóns de euros do total do rescate bancario   –que asegura ascendera a 77.000 millóns de euros- non se recuperarán, o Ministro de Economía (Luís de Guindos) confirma esta evidencia pero xustificando que de non ter habido rescate a recesión tería sido aínda maior.
Resulta imposible non indignarse diante de tanta desvergoña e caradura. En primeiro lugar, e como ben lembraron algúns medios de comunicación e opinión, porque cando se aprobou o rescate o goberno de torno (PP) asegurou, con total rotundidade e por boca dos responsables políticos, que aquel “non custaría nin un euro aos contribuíntes españois …. custo cero” (Luís de Guindos) xa que “o crédito é a banca e vaino pagar a banca” (Mariano Rajoy).  En segundo lugar por que mentres se procedía “a rescatala banca” con diñeiro público –o maior rescate con fondos públicos da eurozona- púñanse en marcha fortes recortes nas funcións públicas de benestar –ensino, atención sanitaria, atención as familias, ós maiores e ós desempregados …- tales que provocaron un enorme deterioro na calidade de vida da maioría dos cidadáns e moi especialmente das clases populares. En terceiro lugar por que o monto total destinado a rescatala banca é, realmente, moi superior as cifras recoñecidas-77.000 millóns de euros- pois supera de longo os 100.000 millóns de euros polo que as perdas serán, en realidade, aínda maiores. Finalmente por que o se presentou como un proceso modélico de rescate dun sector financeiro, do que se loaba a súa fortaleza, aparece realmente como unha estafa e unha chapuza que contrasta, por caso, co rescate levado adiante polo goberno dos Estados Unidos –con B. Obama na Presidencia- quen si tivo un custo cero para o contribuínte -no ano 2013 o goberno estadounidense tiña recuperado, e con beneficios, tódalas axudas públicas prestadas a banca-.
Por razóns como estas mentres en España a recesión económica que precedeu a crise financeira durou case unha década nos Estados Unidos so durou catro anos.
Mentres tanto, como sinalaba anteriormente, seguen os desafiuzamentos en Galiza e en España. Actos que supoñen unha agresión directa ao dereito a unha vivenda digna recollido por caso na Constitución Española (art. 47) e tamén na Declaración Universal dos Dereitos Humanos (art.25). Actos que continúan sen que dende os poderes públicos, neste caso a Xunta de Galicia e o Goberno español, se lles ofreza unha alternativa habitacional incluso aos casos de máxima vulnerabilidade. Un comportamento que supón unha subordinación do dereito a unha vivenda digna en relación ó dereito a propiedade privada y a liberdade de empresa paradigmas da sociedade capitalista. Un comportamento que considero indigno por que o dereito a unha vivenda non é inferior aos dereitos anteriormente citados senón que debe ter unha prioridade diante dos mesmos como así se recoñece en numerosos tratados internacionais a maioría dos cales foron asinados polo Estado español.
Nun estado democrático e de dereito como, por caso o español, os poderes públicos (Goberno español, Xunta de Galicia) están obrigados a garantir, promover, respectar e protexer o dereito de tódolos cidadáns a unha vivenda digna. Cousa que, neste caso, non están facendo como estamos vendo tódolos días.
Por caso veño de recibir un novo correo dos meus amigos da PAH –Plataforma antidesafiuzamentos-. Xente, homes e mulleres, magnifica que veñen loitando dende fai anos contra os desafiuzamentos sen que reciban, tanto por parte da maioría da clase política como de moitos medios de información e comunicación, a atención e o apoio que merecen. Nembargantes, grazas a súa perseveranza e a súa teimosía, nacidas da solidariedade, conseguiron que miles de familias galegas non foran desafiuzadas. No correo infórmanme dos últimos acontecementos, das súas últimas batallas. De como nos vindeiros meses a PAH acudirá ao Congreso dos Deputados para esixir a sinatura de compromiso de tódolos grupos parlamentarios para que se lexisle, o antes posible, a Lei de Vivenda da Pah, un texto de lei que recolle cinco medidas de mínimos para afrontar a emerxencia habitacional.
Dende aquí so podo seguir animándoos na súa xusta loita e desexar que teñan éxito na mesma, por que do seu éxito depende o futuro de moitas miles de familias das clases populares galegas e españolas.

Manoel Barbeitos